La minga del Cauca: justa protesta de las comunidades indígenas
Por Néstor Pardo
Secretario del PTC en el Cauca
El 10 de marzo más de 15 mil indígenas, afros y campesinos, organizaciones sociales y procesos populares de los departamentos del Cauca, Huila, Nariño y otras regiones del país iniciaron la “Gran minga por la defensa de la vida, el territorio, la democracia, la justicia y la paz” que exige el cumplimiento de más de mil acuerdos incumplidos por este y los anteriores gobiernos durante décadas.
Señala un comunicado del Cric: “La figura presidencial construida sobre el discurso beligerante de la guerra ha escondido las problemáticas sociales, económicas y culturales de los pueblos indígenas, sectores sociales y procesos populares… Pero ahora los problemas de la vida real de los colombianos están exacerbados y agravados por un conflicto interno y una crisis económica, social, cultural y ambiental que golpea muy duro al pueblo colombiano… Por ello se hace necesario, imprescindible e inaplazable este caminar colectivo desde el suroccidente”.
Las comunidades movilizadas en minga han manifestado públicamente que:
● Desde el Cauca, Huila, Valle y Caldas proponemos al país creer y construir el proyecto de vida colectivo para el buen vivir de los pueblos, pues el actual nos impone muerte, desolación, destrucción y afectaciones a los planes de vida de todas y todos.
● Como pueblos unidos exigimos al Estado el respeto y las garantías para la materialización de los derechos civiles, políticos, culturales, económicos, colectivos y de medio ambiente que la Constitución, la ley, la jurisprudencia de las altas cortes y los instrumentos internacionales de derechos humanos y que protegen los derechos de los pueblos indígenas.
● Los pueblos indígenas, campesinos, afros, sectores populares y organizaciones sociales, hemos venido construyendo paz desde los territorios, y en este sentido queremos que el Gobierno Colombiano garantice la paz mediante los Acuerdos de Paz firmados y los diálogos que faltan con los demás actores armados legales e ilegales que desarmonizan nuestros espacios de vida.
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Provenimos de la madre tierra y como madre la defendemos y cuidamos incluso con la vida que ella nos entregó. La madre tierra no es un objeto para explotar y mercantilizar, por el contrario, para los pueblos en minga, el territorio es un espacio de vida y nuestra única oportunidad para seguir perviviendo física y culturalmente.
La soberbia y el revanchismo son características sin par que viene mostrando el gobierno en los siete meses de administración. No podría ser de otra forma, estas son, entre otras, señales particulares de que Álvaro Uribe es el regente de Duque.
Así lo corrobora la muestra de desdén y represión que ha tenido el gobierno frente a las comunidades indígenas del Cauca desde el inicio del mandato, hasta hoy que desplegó un fuerte operativo militar y policial para, primero, birlar los acuerdos que estas comunidades, a fuerza de lucha, tesón y razón, han logrado con el Estado y, segundo, violentar la justa protesta y respuesta organizada de la minga ante el desprecio gubernamental.
La inclusión de las comunidades étnicas en el Plan Nacional de Desarrollo, la protección a los líderes sociales, el reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos, el uso de la tierra, la garantía de respeto de las consultas previas, el respeto a la soberanía y la defensa de la paz son las demandas que le extendieron a Duque desde el mismo momento de su posesión y que no fueron cumplidas en los gobiernos de Uribe y Santos. Así lo afirma Giovanni Yule, líder del Cric, cuando manifiesta que en agosto pasado él mismo “le entregó a Duque una carta en la que le manifestaba el deseo de toda su comunidad de iniciar conversaciones para trazar una ruta en su gobierno que permitiera subsanar las necesidades prioritarias de los pueblos étnicos y campesinos”.
La respuesta del gobierno ha sido tramitar una ley en el Congreso que volvería inane la función ecológica y ambiental al uso de la tierra, con el afán de entregarla a su majestad el mercado para que termine en manos de las multinacionales. Igual pretenden con las consultas previas a las comunidades en materia de explotación de la gran minería y obras de infraestructura.
Muchas de las aspiraciones de la Minga del Cauca son de naturaleza política alrededor de la defensa del medio ambiente, la democracia y la vida, como oponerse al monopolio de las comunicaciones, al uso del fracking, la defensa del mecanismo de tutela, la garantía a la vida de los líderes sociales y el derecho a la protesta social.
El gobierno también escamoteo del plan Nacional de Desarrollo el capítulo étnico que desapareció de la estructura central, así como los 3,6 billones de pesos que son necesarios para cumplir con los compromisos del Estado frente a estas comunidades indígenas del Cauca en busca de tierra, trabajo y libertad.
La movilización completa 12 días con concentraciones y bloqueo a la vía Panamericana en La Agustina, Santander de Quilichao; El Pital, Caldono; El Descanso-Siberia y El Cairo-Cajibío.
Las comunidades movilizadas exigen la presencia del presidente de la República “para darle a conocer las problemáticas que afectan al territorio y a la población, y presentar alternativas desde los planes de vida de las distintas comunidades”.
En concreto exigen al presidente Duque que cumpla lo acordado en más de una decena de reuniones de diálogo y concertación realizadas con su gobierno, en cuanto a incluir en el articulado del Plan Nacional de Desarrollo un capítulo especial que garantice las inversiones acordadas para las comunidades étnicas y no como lo hizo en un simple documento anexo del Proyecto de Ley del PND presentado al Congreso. El presidente Duque se niega a venir al Cauca y a dialogar directamente con las comunidades, desatendiendo los llamados de los gobernadores del Cauca, Nariño y Valle.
La protesta de la minga ha despertado un enorme apoyo y solidaridad de la población colombiana y de la opinión internacional, a pesar de la macartización, la maniobra y la mentira desplegadas como respuesta por el gobierno de Duque. Los millones de voces que claman por el cumplimiento a los acuerdos de paz, igual claman por el respeto y los derechos de las comunidades indígenas del Cauca y del país entero. (21 de febrero de 2019).