La trampa de Tucídides

Edición #80

Esta colosal batalla que hoy libra el caducante imperio estadounidense en contra de varios contrincantes y en distintos escenarios, puede conducir al mundo hacia la trampa de Tucídides. La gran diferencia radica en que de llegarse a desencadenar una tercera conflagración, ésta ya no se disputaría con las viejas armas usadas en las guerras del Peloponeso, sino con las modernas y destructivas armas nucleares, siendo la primera consecuencia la extinción de la especie humana y por qué no decirlo, la vida  en la Tierra tal como la conocemos.

Por Rodrigo Gustavo Gómez Agredo

Periodista, director de La otra mirada

Tucídides fue un pensador ateniense que vivió en el siglo V antes de cristo, éste célebre historiador después de estudiar las desastrosas consecuencias de las guerras del Peloponeso protagonizadas entre Esparta, la potencia dominante y Atenas, el poder en ascenso, llegó a la conclusión de que cuando dos fortalezas se enfrentan militarmente ambas salen perdiendo. Es a este resultado al cual los cronistas contemporáneos llaman la trampa de Tucídides.

La humanidad, a lo largo de su historia, ha podido constatar cuan certeras fueron las cavilaciones legadas por el ilustre sabio de la antigua Grecia. Disciplinados investigadores de la cronología humana registran 16 grandes conflictos entre imperios en declive y potencias en ascenso; de estos, doce han terminado en guerras. Si nos atenemos a estas estadísticas el mundo actual corre el inminente peligro de entrar en un conflicto de impredecibles consecuencias.

Terminada la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como la más poderosa potencia económica y militar de la tierra. Este título se hizo más visible terminada la segunda confrontación conservándolo ostentosamente hasta la década de los 80 cuando el 80% del mercado mundial, era dominado por las todopoderosas trasnacionales gringas. A partir de este momento su poderío empezó a decaer porque Japón y Europa, recuperadas de la destrucción provocada en sus territorios por los dos conflictos orbitales entraron a disputarle parte del mercado global, otrora disfrutado casi exclusivamente por el país del norte.

Es evidente que la supremacía económica de Estados Unidos va en declive y contribuyen a ello sus aliados europeos y japoneses. Además, la economía planetaria, quizá de una manera pasiva, ve como pasan por la autopista del mercado otros países que exigen un lugar en la competencia por las finanzas globales, sirva resaltar países como Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y sobre todo China. Estos países vienen compitiendo en los mismos escenarios con la fuerza suficiente de tal manera que hoy es insostenible la pretensión norteamericana de querer un mundo hegemónico para su beneficio.

Esta colosal batalla que hoy libra el caducante imperio estadounidense en contra de varios contrincantes y en distintos escenarios, puede conducir al mundo hacia la trampa de Tucídides. La gran diferencia radica en que, de llegarse a desencadenar una tercera conflagración, ésta ya no se disputaría con las viejas armas usadas en las guerras del Peloponeso, sino con las modernas y destructivas armas nucleares, siendo la primera consecuencia la extinción de la especie humana y por qué no decirlo, la vida en la tierra tal como la conocemos.

Si los pueblos del mundo siguen respaldando a los guerreristas y a quienes anteponen sus intereses particulares por encima de la existencia colectiva, la tierra sigue su rumbo, pero jamás albergará de nuevo a los causantes de su destrucción.

Tenemos que escoger entre la trampa de Tucídides o el camino de la vida y la esperanza. Confiemos en que al final todas las naciones entiendan que este planeta es el único que tenemos y que en el estamos obligados a vivir y cabemos todos.

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