La vacuna
Tanto la Organización Mundial de la salud, OMS, como el papa Francisco, como cientos de gobiernos y personalidades del mundo de la ciencia, el arte y la política atinan en esta materia a establecer un principio fundamental, con el cual desarrollaremos este escrito: la vacuna contra el Covid-19 es un asunto de salud pública y por lo tanto su cubrimiento y costo debe ser universal y gratuito. En Colombia tendremos que valorar la gestión del gobierno Duque en pos del anhelado y necesitado remedio. Mucha declaración, mucho sigilo, pero nada concreto y eficaz. Amarrados solo a los intereses y mandatos norteamericanos no abren el país a opciones diferentes a pesar de estar enterados y tener ofrecimientos y propuestas diferentes. Terminaremos comprando la vacuna a sobreprecio, como fue el caso de los ventiladores, en lugar de esforzarnos y producirla con transferencia de tecnología y aprovechando el alto nivel científico de la medicina y la biología nacional.
Por Miguel Ángel Delgado R.
Comité de redacción de La Bagatela
Como si fuera una competencia hípica o una carrera automovilística de gran velocidad, las potencias mundiales con sus respectivos laboratorios contienden, codo a codo, por ser las primeras en descubrir y producir en forma masiva la preparación que genere la inmunidad adquirida (vacuna) contra el SARS-CoV-2 o Covid-19.
¿A qué se debe esta inusitada lucha? ¿Responde a intereses humanitarios o a intereses comerciales de las grandes farmacéuticas? ¿Son confiables o no las diferentes vacunas? ¿Quién es el árbitro en esta disputa internacional? ¿Cuándo llegará a la población pobre del planeta, la más afectada por cuenta de la pandemia? ¿Será gratuita o supondrá costos fiscales o personales para su inoculación? ¿Cómo se mueve el gobierno nacional para tener la vacuna?
Estas son varias de las preguntas que desde las limitaciones de información y conocimiento el grueso de la población se hace en la conversación diaria, virtual o presencial. Para acercarnos a respuestas objetivas escribimos esta nota, que advertimos se hace desde un ejercicio periodístico de investigación que abarca varias disciplinas de la actividad humana.
Tanto la Organización Mundial de la salud, OMS, como el papa Francisco, como cientos de gobiernos y personalidades del mundo de la ciencia, el arte y la política atinan en esta materia a establecer un principio fundamental, con el cual desarrollaremos este escrito: la vacuna contra el Covid-19 es un asunto de salud pública y por lo tanto su cubrimiento y costo debe ser universal y gratuito.
En las decisiones de su reciente 73ª asamblea mundial la OMS dijo: “El objetivo principal es hacer llegar los beneficios de las vacunas a todo el mundo, en todas partes. La estrategia se centra en las personas, está dirigida por los países, se aplica mediante amplias alianzas y se orienta en función de los datos” (1). Y el papa Francisco en una alocución el pasado 19 de agosto declaró: “Sería triste si en la vacuna de la covid-19 se diera prioridad a los más ricos. Sería triste que se transforme en la prioridad de una nación y no se destine a todos” (2).
Gracias a las investigaciones científicas de centenares de países en el mundo entero se conoce de manera íntegra el código genético del virus, esto permitió construir un "árbol genético del virus" y saber "cómo se ha ido moviendo por el mundo". De igual forma se conoce que su mutación es muy lenta (3). Estos dos asuntos son clave en la investigación para producir la vacuna.
El virus ha afectado a casi la totalidad de países en el mundo, solo 12 naciones no han reportado contagio debido a su aislamiento geográfico o político, 22.969.282 infectados 800.214 muertes y 14.551.625 recuperados, son las cifras oficiales al 22 de agosto. Ahora bien, según un equipo de investigadores del Imperial College de Londres al frente del cual estuvo Peter Winskill, en un estudio publicado el 12 de mayo pasado, llegan a la conclusión que “Nuestros resultados demuestran tendencias claras de que la probabilidad de muerte por COVID-19 aumenta con el aumento de la pobreza” (4). Desenlace que también estableció Gustavo Petro al analizar, simplemente, las cifras de fallecimiento por Covid en Bogotá (5). También es una verdad de a puño que quienes corren mayor riesgo de sufrir complicaciones son los mayores de 65 años y las personas con afecciones, como inmunodepresión o enfermedades crónicas cardíacas, pulmonares, renales, hepáticas, sanguíneas o metabólicas.
Lo anterior nos permite sustentar porque la vacuna contra el Covid-19 se ha convertido en un derecho inalienable de salud de toda la humanidad y en especial de la población pobre, los que padecen enfermedades sistémicas, el personal de salud que atiende la pandemia y los trabajadores del campo y la ciudad que producen los alimentos, sustentan los servicios y la producción de bienes esenciales para la vida. Esta población es la que ha sufrido los rigores de la crisis sanitaria y económica y por tanto debe ser la que reciba de manera prioritaria y sin costo la vacuna. A la luz de esta verdad irrebatible es que debemos observar este proceso de rivalidad mundial y de las grandes farmacéuticas por la producción de esta cura, que Louis Pasteur bautizó como “vacuna”.
Los países que dicen tener la vacuna en su fase 3 (ensayos clínicos en cientos o miles de personas para medir la eficacia y confirmar la seguridad) son Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Rusia y China, que son potencias económicas y políticas, fuera de ellos Cuba, la isla caribeña, también ha declarado tener la vacuna. La contienda se da entonces entre las principales potencias como un alfil en la lucha geopolítica por la supremacía mundial. Detrás de esto están las grandes farmacéuticas que buscan los réditos económicos derivados de la venta de miles de millones de dosis de inoculación.
Al día de hoy solo tres farmacéuticas han destapado el valor de su vacuna: La norteamericana Moderna la valora en US$37 ($141.931), la Universidad de Oxfort y AstraZeneca han afirmado que solo cobrarán el costo de producción de US$2,8 ($10.740) y Pfizer de EE. UU. aliada con la alemana BioNTech en US$ 19,50 ($74.801) (6). Habían lanzado un globo de US$60, pero la realidad de la pandemia y las voces que claman por la universalidad y la gratuidad, aunada a gobiernos que han ofrecido la vacuna como bien de la humanidad, hizo que los precios aterrizaran. De cualquier forma, si se multiplicaran estás cifras por 7.700 millones, que son los actuales habitantes del planeta, el resultado sería de cifras astronómicas, sin tener en cuenta, aún, si son varias dosis o dosis anuales, lo que no se ha revelado.
Hoy, pese a la contienda por llegar primeros a la meta de encontrar la solución para parar el coronavirus, ninguna vacuna ha sido refrendada por la OMS, es más, su papel de autoridad global ha sido cuestionada específicamente por una de las potencias en pugna. El gobierno de Trump decidió apartar a Estados Unidos de esta organización, dejando en vilo los acuerdos que sobre la vacuna se adoptaron en la 73ª asamblea mundial celebrada en mayo pasado.
Esta situación, unida a las altas complejidades de producción en masa de la vacuna, hacen prever que, en el inmediato futuro, el antídoto tan solo podrá llegar al 20% de la población mundial, según lo explica la experta en vacunología tropical, María Elena Bottazzi (7). Esto generará, sin duda, una gran especulación y discriminación que afectará sobre todo a la población que más la requiere. Por ello es necesario levantar una oleada de solidaridad y cooperación mundial que permita el acceso y la producción de la vacuna a todos los países, mediante la transferencia de tecnología, capacitación e infraestructura y, a la vez, cierre los intentos de monopolización, enriquecimiento y utilización política, que tanto a nivel mundial como dentro de las naciones se está empezando a fraguar. Por ejemplo, los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido ya han firmado cuantiosos contratos para la compra de dosis con las más grandes farmacéuticas mundiales, con el agravante de que Trump acelera el proceso, mediante su programa "Operación Velocidad Warp" para que se tenga una vacuna para fines de año como gancho electoral (8)(9). En contraste, China anunció, en videoconferencia de su canciller con los cancilleres latinoamericanos, que su vacuna "será un bien público de acceso universal" y que destinarán mil millones de dólares como préstamo antiepidémico para la región (10).
La gran lección que la humanidad ha aclarado como producto de esta pandemia es que la salud es un derecho fundamental de los pueblos y que, en este sentido, es un bien público que debería ser manejado por el Estado. Aunque a muchos les duela y pueda parecer propaganda política, el camino recorrido por Cuba en este campo es ejemplar, así lo testimonian tanto la OMS con la OPS y decenas de estudios y valoraciones internacionales (11). La Isla dedica el 27,5% de su presupuesto estatal a la salud pública, en contraste con Colombia que solo dedica el 11,7%. No es sorprendente entonces que Cuba sea el único país, por fuera de las grandes potencias económicas, que está en condiciones de crear y producir su propia vacuna contra el coronavirus (12).
Muchos intereses se cruzan en esta disputa internacional por la sustancia anticovid, políticos, económicos, comerciales, científicos y electorales. La OMS está cuestionada y rebasada por las ventajas en pugna, así es que el árbitro de esta contienda tendrá ser la población misma, fundamentada en su propia experimentación, en un pensamiento democrático y humanitario mundial y en los gobiernos sociales y progresistas.
Con estos mismos raceros en Colombia tendremos que valorar la gestión del gobierno Duque en pos del anhelado y necesitado remedio. Hasta ahora solo anuncios generales de participar del mecanismo Covax de la OMS y desmentir que el país haya cerrado un acuerdo de compra de 16 millones de dosis con los laboratorios Pfiser, “Seguimos avanzando con estrategias multilaterales y bilaterales para el acceso a la vacuna" dijo en un twitter del 19 de agosto el Ministerio de Salud. Mucha declaración, mucho sigilo, pero nada concreto y eficaz. Amarrados solo a los intereses y mandatos norteamericanos no abren el país a opciones diferentes a pesar de estar enterados y tener ofrecimientos y propuestas diferentes. Mientras México, Brasil, Argentina o Perú ya han suscrito contratos con diferentes opciones para producir la vacuna, en Colombia solo anuncios. Terminaremos comprando la vacuna a sobreprecio, como fue el caso de los ventiladores, en lugar de esforzarnos y producirla con transferencia de tecnología y aprovechando el alto nivel científico de la medicina y la biología nacional.
El oscurantismo, la violencia y la marrullería en boga crucificarán al que intente proponer siquiera un convenio con Cuba para producir en el país su vacuna Soberana 01 (13). Nos inyectarán el comunismo: dirán las Palomas, las Marías y las Guerras. Amanecerá y veremos.
Bogotá, 3 de agosto de 2020
Referencias
https://www.who.int/es/news-room/feature-stories/detail/73rd-world-health-assembly-decisions
https://cuartodehora.com/2020/07/19/un-pacto-historico/
https://www.goal.com/es-co/noticias/cuanto-cuesta-vacuna-covid-19/1d0ngem2skf521hey98yr7shru
https://instituciones.sld.cu/cpicmmtz/oms-el-sistema-de-salud-de-cuba-es-un-modelo-para-el-mundo/
https://www.semana.com/mundo/articulo/cuba-desarrolla-una-vacuna-contra-el-covid-19/695325