El golpe a Venezuela soberana. Basura y provocación de los Estados Unidos
Por Miguel Ángel Delgado Rivera
Ejecutivo CUT Bogotá Cundinamarca. Militante del PTC
…el Mundo no siente el tropel de las hordas de Alarico,
marchando redivivas en las montañas latinas,
ni ve el rumbo de las naves de
los piratas del Norte, que navegan fijos sus
ojos en las estrellas del Sur.
Washington, apuñalea a Bolívar por la espalda; y roba sus tesoros;
los yanquis, se entregan al reparto y, al
despojo de la América Latina, y, el mundo
ignora este reparto hecho por los piratas de
Cartago, creyendo en la derrota de Roma; …
…el yanki, ha escogido bien la hora...
esta hora trágica y, crepuscular, en que
nadie puede ir en ayuda de los pueblos que
devora; …
José María Vargas Vila “Ante los Barbaros” 1.903
Los Estados Unidos de Norteamérica han realizado 27 intervenciones militares directas y guerras en América Latina y el Caribe y 29 en el resto del mundo, incluida su participación en las dos guerras mundiales del siglo pasado. La estadística está basada en el informe RL30172 del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos sobre Relaciones Internacionales entre los años 1798-2004. También se registra en este informe 262 despliegues militares, con estacionamientos de tropas, barcos o sobrevuelo de aviones o intervenciones relámpago. El principal motivo de estas intervenciones es la defensa de los intereses económicos de Norteamérica y la defensa del mundo democrático. Se calcula que los EE.UU. ha causado entre 20 y 30 millones de muertes en estos conflictos. Y a costos astronómicos que superan los 10 billones de dólares.
El portal Sputnik Mundo registra alrededor de 50 casos de injerencia directa de los EE.UU. en los procesos electorales de países en el mundo luego de la Segunda Guerra Mundial, incluido la planeación, preparación y ejecución de golpes de Estado, estas acciones fueron ejecutadas por la CIA y los Departamentos de Defensa y de Estado. En América Latina ha planeado y ejecutado siete golpes de Estado en Guatemala, Honduras, Haití, Chile, Brasil, Argentina y Venezuela.
Basta tan solo ilustrar resumidamente dos casos emblemáticos para dimensionar la magnitud de estas intervenciones imperiales contra los pueblos del mundo.
Golpe de Estado en Chile, 11 de septiembre de 1973
Tras la elección de Salvador Allende, líder de la Unidad Popular y socialista, las grandes empresas norteamericanas nacionalizadas como la ITT, que controlaba las telecomunicaciones y financiaba al periódico El Mercurio y las empresas del cobre Anaconda y Kennecott, se unen a Henry Kissinger Secretario de Estado y al propio presidente Nixon, y estos ordenan a la CIA planear y ejecutar un golpe de Estado militar a Allende, para ello involucran a Augusto Pinochet, comandante del Ejército, al director de El Mercurio, Agustín Edwards Eastman, a partidos de derecha y grandes empresarios del comercio y el transporte, El plan incluía crisis económica, escasez de productos, superinflación, bloqueo comercial y financiero, movilizaciones políticas y de protesta violentas contra el gobierno (Patria y Libertad), una intensa labor de propaganda a través de los principales medios de comunicación que señalaran a Allende como dictador y transgresor de la democracia, asesinatos políticos y muertos en las calles y, finalmente, una acción violenta de la armada, el ejército, la fuerza aérea y los carabineros de Chile, respaldados por una operación de siete barcos militares en la operación Unitas XIV, en el golfo de Valparaíso.
Peter Kornbluh quien luchó para desclasificar 20.000 archivos secretos que revelan la intervención de la CIA y quien escribió el libro El archivo Pinochet: un expediente desclasificado sobre las atrocidades y las responsabilidades, señala: En 1970, el subdirector de planes de la CIA escribió en un memorando secreto: “Es política firme y continua que Allende sea derrocado mediante un golpe. Es imperativo que estas acciones se implementen de manera clandestina y segura para que el gobierno de EE.UU. y la mano estadounidense estén bien escondidos”. Ese mismo año el presidente Nixon ordenó a la CIA “hacer que la economía grite” en Chile para “evitar que Allende llegue al poder o para derribarlo”.
El golpe que instauro una dictadura militar de 26 años suprimió la democracia, los partidos políticos, la libertad de prensa y los libros y en lo económico la liberalidad absoluta, las inmensas ganancias de los grandes empresarios, la pobreza, la desigualdad y la privatización de todo el aparato productivo y según cifras oficiales, en Chile fueron asesinadas más de 3.000 personas, 1.200 aún están desaparecidas y más de 30.000 fueron torturadas.
Guerra contra Irak, 20 de marzo de 2003
Hoy es innegable que la Guerra de Irak se basó en mentiras, basadas en informes falsos preparados por la CIA de que Irak estaba fabricando
armas de destrucción masiva. Las autoridades gringas bajo la dirección del presidente George W. Bush y de su secretario de Estado, Colin Powell, bombardearon Bagdad e invadieron con miles de tropas al país árabe, depusieron a Saddan Hussein e instauraron un gobierno provisional títere. Powell presentó ante las Naciones Unidas imágenes falsas elaboradas por la CIA, donde se pretendía hacer creer que las armas de destrucción masiva se elaboraban en camiones circulando por las carreteras iraquís. El revelador documental de Michael Moore Fahrenheit 9/11 y cerca de 25 películas de Hollywood se han encargado de revelarle al mundo sobre esta gran mentira, convertida hoy en una tragedia humanitaria desoladora.
Se cree que un millón de iraquíes han muerto (en gran porcentaje niños y ancianos) como producto de esta acción violenta ejecutada por el país más poderoso del mundo; su economía e infraestructura semidestruida; la población en la más tenebrosa pobreza, carestía y desesperanza; el Medio Oriente convertido en un caos, gigantescas ganancias para los comerciantes de petróleo y miles de miles de millones a las arcas de los empresarios y países productores de armas y municiones.
El plan del gobierno de EE.UU. contra la soberanía de Venezuela conjuga estos dos modelos
Desde la misma elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela en 1998, los aparatos gringos de agresión en defensa del modelo imperial yanqui empezaron a idear el plan para la retoma de Venezuela por los partidos adeptos y abyectos como los que representaron a las oligarquías en la Acción Democrática (AD) y el Copei. Sus cálculos fallaron porque no tuvieron en cuenta el tremendo arraigo popular de la revolución bolivariana que encabezaba Chávez.
En abril del 2002, Fedecamaras, la representante de todos los gremios empresariales de Venezuela, instigó un paro empresarial y el día 11 una pseudo protesta. Contando con la complicidad de algunos jefes militares y de los medios de comunicación masivos lograron, por tres días, deponer al presidente legítimo y poner en su lugar, como presidente transitorio, al jefe de Fedecamaras, Pedro Carmona. Las grandes movilizaciones populares y la base militar leal instauraron de nuevo el gobierno popular de Chávez.
Once elecciones más, después de este episodio, que le otorgaron triunfos indiscutibles a la revolución bolivariana han comprobado el tremendo respaldo popular con que contó Hugo Chávez. El 5 de marzo de 2013, muere Hugo Chávez de un sarcoma. El excanciller y vicepresidente, Nicolás Maduro, asume el poder y enfrenta dos claras elecciones, en abril 2013, con un margen estrecho, le gana al candidato de la Mesa de Unidad Democrática, Henrique Capriles, y en mayo de 2018, con un amplio margen pero con alta abstención, triunfa sobre los candidatos de oposición. Estas elecciones fueron negadas por la oposición y esta postura fue acogida de inmediato por los EE.UU., sus aliados europeos y los países bajo su égida.
El fallido golpe de Estado y los resultados electorales, en especial los de Hugo Chávez, obligaron a los EE.UU. a diseñar un plan a largo plazo que incluyó la caída drástica del precio del petróleo, principal ingreso de Venezuela, acusaciones de corrupción y narcotráfico, compra y cooptación de funcionarios débiles, crisis de abastecimiento mediante el acaparamiento de productos de primera necesidad y medicamentos, que conducen a la superinflación, guerra mediática a niveles sin precedentes, instigación de protestas con usos de la violencia como las llamadas guarimbas, cierre de las fuentes financieras, declaración de "amenaza extraordinaria e inusual a la seguridad nacional y política exterior estadounidenses", instigación de desplazamiento masivos de la población en crisis económica, calificación de dictadores a los gobiernos de Chávez y Maduro, confiscación de los recursos petroleros, bloqueo de importaciones y exportaciones, sanciones económicas, rompimiento de relaciones diplomáticas y expulsión de funcionarios, y finalmente la maniobra preparada: la autoproclamación de un presidente provisional y la “ayuda humanitaria”.
Guaidó y la “ayuda humanitaria”
Creada la crisis económica y sus nefastas consecuencias para la población venezolana, vociferada a lo largo y lo ancho del mundo a través de los medios de comunicación masivo con dosis diaria e intensiva, propagada la gran mentira sobre Nicolás Maduro de que es un dictador y que en Venezuela no existe la democracia, reconocido el espurio presidente provisional por los Estados Unidos, la OEA y los principales aliados de Estados Unidos en América y Europa, ampliado el cerco económico y político contra la revolución bolivariana, están creando las condiciones necesaria para justificar una invasión armada a Venezuela para deponer el gobierno de Maduro, liquidar los partidos que lo sustentan, desaparecer la dirigencia chavista, someter a las fuerzas armadas leales a la Constitución y al gobierno legítimo, reprimir y asesinar los seguidores de la revolución bolivariana e instaurar un gobierno de facto.
El llamado concierto por Venezuela Aid Live del 22 de febrero en la ciudad colombiana de Cúcuta y la introducción de paquetes de ayuda humanitaria preparados por la CIA del sobrante alimenticio el 23 de febrero, son la antesala que los Estados Unidos y el llamado grupo de Lima, que se reunirán en Bogotá el 24 de febrero para "encarar la trágica situación humanitaria y la crisis de seguridad en Venezuela y los esfuerzos en marcha por parte de EE.UU. para entregar ayuda al país" estaban esperando para tomar la decisión anunciada y esperada de la invasión militar. Chile e Irak juntos. Muerte, destrucción y miseria.
Bolsonaro y Duque eran las piezas que faltaban en el engranaje que Trump, la tropilla de halcones de Washington y la CIA estaban montando contra la soberanía de Venezuela, lo demás es el decorado, estos países son la retaguardia para la invasión armada de los Estados Unidos.
Los demócratas y progresistas del mundo debemos unirnos contra esta amenaza a la paz mundial en una región que necesita es paz y progreso, esta vorágine arrastrará a toda América Latina al desconcierto y la confrontación armada, debemos levantar nuestra voz para impedir esta catástrofe violenta, seguir el llamado y el ejemplo de Bernie Sanders, candidato demócrata a la presidencia de los EEUU y Andrés Manuel López Obrador, presidente de México de rechazar tajantemente la intervención armada estadounidense.
En Colombia particularmente esta invasión nos arrastraría al recrudecimiento de la violencia y a la guerra fratricida contra el hermano pueblo venezolano, a más pobreza y desigualdad, a profundizar el modelo neoliberal y proterrateniete al mando, a cerrar los espacios democráticos y consolidar el autoritarismo. Duque debería reflexionar junto con Pence y el grupo de Lima y saber que tanto Maduro, como las fuerzas armadas bolivarianas y el pueblo venezolano no van a permitir que invadan su territorio, rompan su soberanía e instauren un gobierno de facto, sin presentar una oposición férrea y combativa de resistencia prolongada. La revolución bolivariana ha consignado avances democráticos y dignidad social con un fuerte arraigo en la población.
En nuestra patria con altos índices de pobreza y desigualdad, en la que a diario asesinan a un dirigente social y mueren niños de desnutrición, no necesitamos embarcarnos en esta aventura armada que no traerá sino dolor y desesperanza. Con todas nuestras fuerzas y acciones debemos oponernos a los mandatos del imperialismo yanqui, “he ahí el enemigo”.
Bogotá, 22 de febrero de 2019.