Editorial. ¡La unidad posibilita la victoria, la división asegura la derrota!

Las elecciones presidenciales y la consulta anticorrupción realizadas el año anterior dejaron dos grandes lecciones: la primera, que el país cambió, que hay una amplísima corriente democrática anidada en el corazón del pueblo, de una magnitud sin antecedentes, que si es convocada adecuadamente se moviliza para aportar en la búsqueda de transformaciones sociales importantes para el país; y la segunda, que esa corriente se moviliza en la medida en que se le presenten alternativas, propuestas y candidaturas unitarias. No sobra recordar que si las fuerzas democráticas y los movimientos sociales hubiesen tenido un sólo candidato en la primera vuelta presidencial era posible haber ganado las elecciones, ya que los votos de los candidatos alternativos sumaron más del 50% del total. Ya no es hora de lamentaciones, ni se puede pretender retroceder los acontecimientos, pero no se puede echar por la borda la lección que se deduce de los hechos: la unidad hace posible la victoria, la división nos lleva a una derrota inexorable.

Varios escenarios de confrontación se han presentado en estos eternos meses del gobierno de Duque. Las fuerzas políticas alternativas y de oposición se han enfrentado a las fuerzas uribistas en el Congreso en temas clave como la Ley de Financiamiento, el escándalo de Odebrecht, algunos nombramientos de funcionarios inhabilitados o que no cumplían con los requisitos de los cargos, el sabotaje oficial al cumplimiento de los Acuerdos de Paz y el proyecto de Plan de Desarrollo, entre otros. Las organizaciones sindicales y sociales, atropelladas por el nuevo gobierno, han respondido con importantes movilizaciones, paros y, en algunos casos, como la Minga caucana, con bloqueo de carreteras. Ya Fecode y los movimientos sociales han anunciado un paro nacional para el 25 de abril. Entre tanto, Duque parece más interesado en los problemas y la situación política de Venezuela que en los graves problemas nacionales, frente a los cuales se muestra inseguro, ausente, inexperto.

Mención especial amerita la decisión del presidente Duque, con el respaldo del “estado mayor” del uribismo y del fiscal corrupto, de objetar seis artículos de la Ley Estatutaria de la JEP y anunciar una reforma constitucional para modificar algunos puntos de los Acuerdos. Jamás previó el Gobierno la reacción de las mayorías nacionales frente al objetivo de “volver trizas los Acuerdos de Paz”. Académicos, dirigentes gremiales, líderes sociales y ciudadanos “del común” enviaron una carta a las Naciones Unidas y a la Corte Penal Internacional para denunciar “el intento de lesionar gravemente la implementación del Acuerdo, la estructura y funcionamiento de la JEP y el sistema para honrar los derechos de las víctimas”. Tajantes fueron las declaraciones del procurador Carrillo, del director del Partido Liberal y de todas las fuerzas que componen la bancada de oposición en el Congreso, de que se objetaba por inconstitucionalidad y no por inconveniencia como alegó el presidente. La gigantesca movilización nacional del lunes 18 constituyó la mejor defensa de la paz y de la JEP ante la embestida de los guerreristas anidados en el Centro Democrático.

Sin embargo, la prueba de fuego serán las elecciones territoriales de octubre. Se debe trabajar por lograr en todas las regiones y la mayoría de municipios del país amplias coaliciones, sin vetos ni exclusiones, de las fuerzas democráticas, alternativas y populares, que escojan por acuerdos o consultas interpartidistas, candidaturas unitarias fuertes que hagan factible la victoria. En ese rumbo, el PTC contribuirá, en la medida de sus posibilidades y su influencia, a fortalecer la indispensable política de unidad en toda Colombia.

La principal de estas batallas se librará, sin ninguna duda, en Bogotá. En la capital es perfectamente posible reconquistar para las fuerzas alternativas la alcaldía, el segundo cargo en importancia de la nación. En la Alianza Verde competirán por la candidatura, a través de una encuesta que inicia muy pronto, Claudia López y Antonio Navarro. Y la opción escogida participará en una consulta interpartidista para elegir la candidatura unitaria de todas las fuerzas de oposición a Duque y Peñalosa.

El PTC, integrante de la Alianza Verde, ha decidido cerrar filas alrededor de la candidatura de Claudia López por su capacidad y por las coincidencias programáticas que tenemos con ella frente a la solución de los graves problemas en que la administración Peñalosa ha sumergido a Bogotá. Claudia es garantía de carácter, liderazgo y obtención de resultados; y es persona capaz de construir un programa que integre las propuestas de las otras fuerzas alternativas, en el caso muy probable de ganar la encuesta interna y la consulta interpartidista. Tenemos una legítima preferencia por Claudia, pero Antonio Navarro o cualquiera de los otros candidatos alternativos que triunfe en las instancias acordadas para la escogencia final tendrá el respaldo militante del PTC, de su dirección, militantes y amigos, de su candidato al Concejo Francisco Castañeda y del equipo de candidatos y candidatas a las Juntas Administrativas Locales.

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