La Hoja 27
El triunfo de Lula en Brasil
Por La redacción
En medio de una feroz batalla contra la ultraderecha brasileña Luiz Inácio Lula da Silva se impuso como el ganador en la contienda presidencial para el nuevo mandato que iniciará en enero del año entrante.
A pesar de la táctica de engaño, superchería y amenazas desplegada por Bolsonaro, el pueblo brasileño llevó de nuevo al gobierno al obrero metalúrgico que hace veinte años le dio a Brasil una luz de esperanza al poner en marcha el más amplio programa de que se tenga noticia en América para sacar a millones de personas de la pobreza y la ignorancia.
Sus ejecutorias buscaron ser sepultadas adelantando contra Lula una intimidatoria campaña jurídica que lo tuvo entre rejas por unos años pero que a la postre se demostró que no fue más que una triquiñuela montada por la poderosa élite megamillonaria brasileña para empañar la imagen del hombre en el que el pueblo vio a su conductor hacia mejores condiciones de vida.
La ultraderecha latinoamericana está de luto pues desde el principio se identificó con el golpista Bolsonaro en sus posiciones económicas, sociales e ideológicas, y lo veían como uno de sus últimos fortines luego de que en Colombia se alcanzó el gobierno progresista bajo el liderazgo de Gustavo Petro. Ha de tomarse nota de que el presidente Biden, de Estados Unidos, estuvo entre los primeros en felicitar a Lula por la victoria.
Buena parte de los países más importantes de la región conforman ahora esa corriente que estuvo en pausa durante un lustro en la región, tiempo durante el cual el neoliberalismo y el fascismo hicieron lo que quisieron: represión, empobrecimiento, entreguismo al imperio, todo en medio de una corrupción sin precedentes. Lo que viene es retomar unas tareas que quedaron inconclusas por falta de tiempo, de experiencia y de condiciones para impulsar el desarrollo de los pueblos y naciones de América Latina.
Como señalara Marcelo Torres a nombre del PTC “la victoria de Lula confirma que la tendencia al cambio y a la independencia de nuestros países es más fuerte que el neoliberalismo y la tendencia fascista. Se alza la segunda gran ola de los Vientos del Sur. Gran paso adelante”.
Por la importancia del acontecimiento, La Bagatela pone en circulación una edición extraordinaria en la cual recogemos el discurso de la victoria, pronunciado por Lula da Silva.
Lula da Silva se dirige al país tras conocer los resultados de las elecciones
(Video en español)
Declaración en español del presidente electo Luiz Inacio "Lula" da Silva
Llegamos al final de una de las más importantes elecciones de nuestra historia, una elección que puso frente a frente dos proyectos opuestos, y que hoy tiene un único y grande defensor: el pueblo brasilero
Esta no es victoria mía, ni del PT, ni de los partidos que nos apoyaron en esta campaña, es la victoria de un inmenso movimiento democrático que se formó, por encima de los partidos políticos, de intereses personales y de ideologías, para que, la democracia salga vencedora.
En este 30 de octubre histórico, la mayoría del pueblo brasilero dejo bien claro que desea mas y no menos democracia, más y no menos inclusión social y oportunidades para todos, desea mas y no menos el entendimiento entre los brasileros, en suma, desea más y no menos libertad, igualdad y fraternidad
Hoy el pueblo brasilero expresó que más allá de ejercer el derecho sagrado de escoger quien va a gobernar su vida, desea participar activamente de las decisiones del gobierno, que más que protestar por tener hambre, estar desempleado con salario insuficiente para vivir con dignidad, sin acceso a la salud ni a la educación, sin techo para vivir y criar a sus hijos con seguridad sin perspectiva alguna en el futuro, quiere intervenir activamente en las decisiones del gobierno.
El pueblo brasilero quiere comer y vivir bien, tener buen empleo con salario reajustado por encima de la inflación, con salud y educación pública de calidad, quiere libertad religiosa, tener libros en vez de armas, ir al teatro, asistir a cine, tener acceso a todos los bienes culturales, porque la cultura alimenta nuestra alma, quiere volver a tener esperanza.
Así entiendo la democracia, no como una palabra bonita inscrita en la ley, algo palpable que sentimos en la piel que podemos construir en el día a día, fue esa democracia real y concreta que asumimos como compromiso a lo largo de nuestra campaña. Esa democracia que vamos a construir en cada día de nuestro gobierno, con crecimiento económico repartido entre la población, porque es así como la economía debe funcionar como instrumento para mejorar la vida de todos y no para perpetuar desigualdades.
La rueda de la economía volverá a girar, con generación de empleo, valoración de salarios y renegociación de deudas de las familias que perdieron su poder de compra, los pobres harán parte del presupuesto, con apoyo a los pequeños y medianos productores rurales, responsables por el 70% de los alimentos que llegan a nuestra mesa, con los incentivos posibles a los micro y pequeños emprendedores, para que puedan poner su extraordinario potencial creativo al servicio del desarrollo del país.
Además, es preciso fortalecer las políticas de combate a la violencia contra las mujeres y garantizar que ganen el mismo salario que los hombres por el ejercicio de igual función, enfrentar sin tregua el racismo, el preconcepto y la discriminación para que blancos, negros e indígenas tengan los mismos derechos y oportunidades, sólo así seremos capaces de construir un país de todos, un Brasil igualitario, cuya prioridad sean las personas que más lo necesitan. Un Brasil con paz, democracia y oportunidades
Mis amigas y amigos.
A partir del primero de enero de 2023 voy a gobernar para 215 millones de brasileros y no solo para aquellos que votaron por mí. No existen dos Brasil, somos un único país, un único pueblo, una gran nación, a nadie le interesa vivir en una familia donde ronda la discordia, es hora de reunir de nuevo a las familias, rehacer los lazos de amistad rotos por la propagación criminal del odio.
A nadie le interesa vivir en un país dividido, en permanente estado de guerra. Este país necesita paz y unión, el pueblo no quiere pelear más, está cansado de ver en el otro a un enemigo a ser tenido o destruido, es hora de dejar las armas, que jamás deberían haber sido empuñadas, las armas matan y nosotros escogemos la vida
El desafío es inmenso es preciso reconstruir este país en todas sus dimensione, en la política, la economía, la gestión pública, la armonía institucional, las relaciones internacionales y sobre todo en el cuidado de los más necesitados
Es preciso reconstruir la propia alma de este pueblo, recuperar la generosidad, la solidaridad, el respeto a las diferencias y el amor al prójimo, traer de vuelta la alegría que somos los brasileros, el orgullo que siempre tenemos del verde amarillo y la bandera de nuestro país, ese verde amarillo y esa bandera que solo pertenece al pueblo brasilero.
Nuestro compromiso más urgente es acabar de nuevo con el hambre. No podemos aceptar como normal que millones y de hombres, mujeres y niños de este país no tengan con que comer, o que consuman menos calorías y proteínas que sean necesarias
Sí somos el tercer mayor productor mundial de alimentos y el primero en proteína animal, sí tenemos tecnología y una inmensidad de tierras agrícolas cultivables, si somos capaces de exportar para el mundo entero, tenemos que garantizar que todo brasilero pueda desayunar, almorzar y comer todos los días. Este será, nuevamente, el compromiso número 1 de nuestro gobierno.
No podemos aceptar como normal que familias enteras estén obligadas a dormir en las calles, expuestas al frio, la lluvia y la violencia. Por eso vamos a retomar “Mi Casa Mi Vida” con prioridad para las familias de baja renta, y traer de vuelta los programas de inclusión que se llevaran a 36 millones de brasileros en extrema pobreza. Brasil no puede más convivir en ese barril sin fondo, ese muro de concreto y desigualdad que nos separa en partes desiguales que no se reconocen, este país necesita reconocerse reencontrarse consigo mismo
Además de combatir la extrema pobreza y el hambre, vamos a restablecer el dialogo, es preciso retomar el dialogo con las ramas legislativa y judicial, sin tentativas de exorbitar, intervenir, controlar y coaptar, para buscar reconstruir la convivencia harmoniosa republicana entre los tres poderes. La normalidad democrática está consagrada en la constitución que establece los derechos y obligaciones da cada poder, de cada institución, de las fuerzas armadas y de cada uno de nosotros. La constitución norma nuestra existencia colectiva y nadie, absolutamente nadie, está por encima de ella, nadie tiene el derecho de ignorarla o de afrentarla.
También es urgente retomar el dialogo entre el pueblo y gobierno, por eso vamos a tratar de volver a los diálogos nacionales, para que los interesados elijan sus prioridades y presenten al gobierno sus sugerencias de políticas públicas para cada área: educación, salud, seguridad, derechos de la mujer, igualdad racial, juventud y tantas otras
Vamos a retomar el dialogo con gobernadores y los alcaldes para que juntos definamos las obras prioritarias para cada población, no interesa el partido al que pertenezcan, nuestro compromiso será siempre por la mejoría de vida de la población de cada estado de cada municipio del país, también vamos a restablecer el dialogo entre gobierno, empresarios, trabajadores y la sociedad civil organizada, con la vuelta del Consejo de Desarrollo Económico y Social.
Las grandes decisiones que impacten la vida de los 215 millones de brasileros no serán tomadas en secreto, en la calada noche, sino después de un amplio dialogo con la sociedad, creo que los principales problemas de Brasil del mundo y del ser humano pueden resolverse con el dialogo y no la fuerza bruta, que nadie dude de la fuerza de la palabra cuando se trata de buscar el entendimiento y el bien común
Mis amigos y mis amigas.
En mis viajes internacionales y los contactos que mantengo con lideres de diversos países, lo que más escucho es que el mundo tiene nostalgia de Brasil, nostalgia de aquel Brasil soberano, que habla de igual a igual con los países ricos y poderosos y que al mismo tiempo contribuya al desarrollo de los países más pobres.
El país que apoyo el desarrollo de los países africanos, por medio de la cooperación, inversión y transferencia de tecnología, que trabajo por la integración de américa del sur, de américa latina y el caribe, que fortaleció Mercosur y ayudo a crear el G-20, a Unasur, al Celac y los BRICS
Hoy estamos diciendo al mudo que Brasil está de vuelta, que s grande demás para ser relegado a ese triste país paria del mundo. Vamos a reconquistar la credibilidad, la predisposición y la estabilidad del país, para que los inversores, nacionales y extranjeros retomen la confianza en Brasil, para que dejen de ver a nuestro país como fuente de lucro inmediato y predatorio, y pasen a ser nuestros socios en la retoma del crecimiento económico con inclusión social y sustentabilidad ambiental.
Queremos un comercio internacional más justo, retomar nuestros negocios con los Estados Unidos y la Unión Europea con nuevas bases, no nos interesa acuerdos comerciales que condenen a nuestro país al eterno papel de exportador a conveniencia de materia prima, vamos a reindustrializar al Brasil, invertir en la economía verde y digital, apoyar la creatividad de nuestros empresarios y emprendedores, queremos exportar también conocimiento.
Vamos a luchar nuevamente por una nueva gobernanza global, con la inclusión de más países en el Consejo de seguridad de la ONU y con el final del derecho al veto, que perjudica el equilibrio entre nuestras naciones, estamos listos otra vez al combate contra el hambre y la desigualdad en el mundo y orientar nuestros esfuerzos para promover la paz entre los pueblos.
Brasil está listo a retomar el protagonismo en la lucha contra la crisis climática, protegiendo todos biomasa, sobre todo la floresta amazónica, en nuestro gobierno fuimos capaces de reducir en un 80% de la deforestación de la Amazonía, disminuyendo en forma considerable la emisión de gases que provocan el cambio climático. Ahora vamos a luchar por la deforestación cero de la Amazonía, Brasil y el planeta necesitan una Amazonía viva. Un árbol en pie vale más que toneladas de madera tomada ilegalmente por aquellos que piensan solo en el lucro fácil, a costa de deteriorar la vida en la tierra.
Un rio d aguas limpias vale mucho más que todo el oro extraído a costa de mercurio que mata la fauna y pone en riesgo la vida humana. Cundo un niño indígena muere asesinado por la ganancia de unos depredadores del medio ambiente, una parte de la humanidad muere junto a él, por eso retomaremos el monitoreo y la vigilancia de la Amazonia, y combatir toda y cualquier actividad ilegal ya sea minería, tala de árboles u ocupación agropecuaria indebida. Al mismo tiempo, vamos a promover el desarrollo sustentable de las comunidades que viven en la región amazónica, vamos a probar una vez más que es posible generar riqueza sin destruir el medio ambiente.
Estamos abiertos a la cooperación internacional para preservar la Amazonía, sea en forma de inversión o investigación científica, pero siempre sobre el liderazgo de Brasil, sin renunciar nunca a nuestra soberanía. Tenemos compromisos con los pueblos indígenas, con los demás pueblos del bosque y con la biodiversidad, queremos la paz medioambiental, no nos interesa una guerra por el medio ambiente, más estamos listos defenderlo de cualquier amenaza.
Mis amigos y mis amigas.
El nuevo Brasil que construiremos el 1 de enero no sólo interesa al pueblo brasileño, sino a todos los que trabajan por la paz, la solidaridad y la fraternidad en cualquier parte del mundo. El pasado miércoles, el Papa Francisco envió un importante mensaje a Brasil, rezando para que el pueblo brasileño se libere del odio, la intolerancia y la violencia. Quiero decir que deseamos lo mismo y que trabajaremos incansablemente por un Brasil en el que el amor prevalezca sobre el odio, la verdad venza a la mentira y la esperanza sea mayor que el miedo.
Todos los días de mi vida recuerdo la mayor enseñanza de Jesucristo, que es el amor al prójimo. Por lo tanto, creo que la virtud más importante de un buen gobernante será siempre el amor: por su país y por su pueblo.
En lo que a nosotros respecta, no habrá falta de amor en este país. Cuidaremos mucho de Brasil y del pueblo brasileño. Viviremos en una nueva era. De paz, de amor y de esperanza, un tiempo en el que el pueblo brasileño vuelva a tener derecho a soñar y alcanzar las oportunidades de realizar sus sueños.
Para ello, invito a todos y cada uno de los brasileños, independientemente del candidato que hayan votado en estas elecciones. Más que nunca, vayamos juntos por Brasil, mirando más a lo que nos une que a nuestras diferencias.
Conozco la magnitud de la misión que la historia me ha reservado, y sé que no podré cumplirla solo. Necesitaré a todo el mundo: a los partidos políticos, a los trabajadores, a los empresarios, a los diputados, a los gobernadores, a los alcaldes, a las personas de todas las religiones, brasileros y brasileras que sueñan con un Brasil más desarrollado, más justo y fraterno.
Volveré a decir lo que he dicho durante toda la campaña, lo que nunca fue una simple promesa de candidato, sino una profesión de fe, un compromiso de vida: Brasil tiene un camino. Todos juntos, podremos reparar este país y construir un Brasil del tamaño de nuestros sueños, con oportunidades para transformarlos en realidad.
Una vez más, renuevo mi eterna gratitud al pueblo brasileño. Un gran abrazo y que Dios bendiga nuestro camino.
Lula, un respiro para el continente
El triunfo de Lula es crucial, un golpe para la extrema derecha neofascista en el mundo: Vox en España, Giorgia Meloni en Italia, Uribe en Colombia.
Por: Consuelo Ahumada
Tomado de Las Dos orillas, por autorización de la autora | noviembre 01, 2022
El resultado de las elecciones presidenciales de Brasil es trascendental, no solo para el país, sino para el mundo. Como lo señaló Lula insistentemente durante la campaña, la disputa no era entre izquierda y derecha, sino entre democracia y fascismo.
El presidente electo abanderó un amplio frente progresista al que se sumaron fuerzas de centro y centroderecha. A pesar de que el resultado fue bastante reñido, marcó un giro radical. Se trata de recuperar la democracia y de remontar el retroceso sufrido en estos años por el país más grande y poderoso de Latinoamérica.
Lula, ex dirigente sindical y fundador del PT, gobernó a Brasil entre 2003 y 2010. Durante ese período hubo avances notorios. Sacó a más de 30 millones de personas de la pobreza y multiplicó la inversión pública en alimentación, educación y salud, en campos y ciudades. Por supuesto que esto no fue suficiente, pero sí estableció una tendencia.
En los inicios de este siglo, Lula lideró, junto con Hugo Chávez, la primera ola de gobiernos alternativos de la región. El rechazo y saboteo, abierto o encubierto por parte de Washington, fue evidente. La llamada guerra contra el terrorismo ocupaba todos los espacios.
La defensa de los principios de soberanía y autodeterminación nacional, la búsqueda de un mundo multipolar y el impulso a relaciones diplomáticas y económicas más equitativas con el mundo entero, guiaron a estos gobiernos.
Sin embargo, durante la segunda década, con la crisis económica global sobrevino la caída de los precios de las materias primas, fundamentales para el sostenimiento de su proyecto.
Sin duda, también cometieron errores serios, algunos inevitables. En algunos países, pero en especial en Brasil, se relajaron las medidas contra la corrupción. No se trabajó suficientemente en la organización popular para presionar y respaldar al gobierno. Son lecciones aprendidas.
La extrema derecha aprovechó para recuperar el terreno perdido y desatar su ofensiva. Dilma Rousseff fue destituida en 2016, después de un juicio amañado, adelantado en el Congreso por sus enemigos políticos.
Se generaliza desde entonces el lawfare, es decir, la utilización de la ley como estrategia política en contra de estos mandatarios. Lula debió pagar 20 meses de cárcel y finalmente fue absuelto de todos los cargos.
Entretanto, en 2018 se produjo el triunfo electoral del “Mesías” Bolsonaro, precisamente cuando resurge el neofascismo en el mundo, auspiciado por Trump desde la Casa Blanca. Es también un período de afianzamiento del poder de las Iglesias cristianas, en especial las evangélicas.
Lo demás es parte de la historia. Bolsonaro, al igual que su ídolo, llevó al país al desastre económico, social y sanitario y al aislamiento internacional. Mostró los peores rasgos de una sociedad patriarcal y decadente: concentración del ingreso, menosprecio de la ley y de las instituciones, rechazo a la ciencia y negación del cambio climático, desprecio por los pobres y por las víctimas de la pandemia, misoginia, homofobia, racismo. Los negocios familiares y las armas como prioridad.
Si en Colombia el uribismo llamó a la gente a votar “emberracada” en contra de la paz en 2016, en Brasil esta estrategia se multiplicó
Tanto las elecciones anteriores como las pasadas pusieron en evidencia el enorme poder de manipulación de la opinión pública por parte del presidente y la extrema derecha. Si en Colombia el uribismo llamó a la gente a votar “emberracada” en contra de la paz en 2016, en Brasil esta estrategia se multiplicó.
Las “fake news” y el whatsapp, marcaron una campaña electoral llena de odio. La utilización sistemática de la maquinaria del Estado para mentir y propalar noticias que se convirtieron en delirio colectivo. El sentimiento antes que la razón. Contó con el apoyo de los militares y de la poderosísima Iglesia evangélica, en todas sus expresiones. Sus pastores se expresaron profusamente por las redes.
Fueron varias las noticias. Que Lula cerraría las iglesias. Al mejor estilo de Bannon, y Trump, se insistió en que el sistema electoral no era confiable, que habría fraude en su contra. Que el expresidente era satánico e impondría la ideología de género. Y la utilización del nacionalismo: se apropió de la “canarinha”, con el respaldo de algunas de sus estrellas.
Por ello, el triunfo de Lula es crucial. Es un golpe para la extrema derecha neofascista en el mundo entero. La de Vox en España y Giorgia Meloni en Italia. La de Uribe en Colombia.
Un punto central para el mundo es la defensa de la Amazonia, el 60 % de la cual está en Brasil. Bolsonaro se propuso destruirla y en los últimos años se incrementó mucho la deforestación. La explotación ilegal y tráfico de madera, es un gigantesco agronegocio que representa el 27 % del PIB del país. Hay además una relación entre violencia, deforestación y narcotráfico. Los ríos amazónicos son rutas de transporte de la cocaína.
Otro punto central para América Latina, es el fortalecimiento de la integración regional, que quedó suspendida con la desaparición de Unasur. La pandemia y la crisis económica mostraron la falta que hace.
Para Lula no será fácil. La perspectiva mundial es de recesión global y de guerra. Hay que superar el desastre de Bolsonaro y la derecha controla el Congreso. Pero América Latina cambió de color.
Entrevista a Darío Henao y Daniel Libreros con Canal 2 Cali
Resultado electoral en Brasil: Implicaciones para Colombia y América Latina - Informativo N.G.