El paro nacional del 21 de octubre. Unidad social, preludio de unidad política

El acierto y amplitud, no solo de las exigencias sino del tratamiento entre todos los sectores sociales que confluyen en la protesta social, determinó el éxito rotundo del 21 de octubre. Pero hubo dos en particular, próximas y ejemplares, la Minga indígena desplazada desde el Cauca a Bogotá, que dio una demostración de movilización pacífica y masiva por la defensa de la vida y el territorio ante la indiferencia del presidente Duque y que colmó la Plaza de Bolívar el lunes 19 y el paro nacional de Fecode de 48 horas (20 y 21 de octubre) por el respeto a los acuerdos y las reiteradas amenazas contra su dirigencia. Ni la estigmatización oficial de la protesta ciudadana, ni las amenazas desembozadas y veladas, ni la incomprensión detendrán la inconformidad. Por eso el Comité Nacional de Paro anunció la realización de otra jornada general el próximo 19 de noviembre.

Por Miguel Ángel Delgado Rivera
Comité de Redacción de La Bagatela

Con una fuerte movilización nacional convocada por el Comité Nacional de Paro, el 21 de octubre la protesta social volvió a recuperar la calle, después de siete meses de truncado el creciente descontento popular iniciado el 21 de noviembre del año pasado, por los efectos de la calamidad sanitaria mundial, que implica no solo el aislamiento social, sino cifras de contagio y muerte escalofriantes, que hoy colocan a Colombia en la no deseable escala de octava nación en el mundo en superar el millón de contagios y la número once en muertes (1).

¿A qué se debe entonces que la retoma de la movilización popular haya alcanzado una dimensión inesperada, teniendo en cuenta factores negativos pero obvios, como el temor al contagio de la enfermedad en boga y la preocupación de la población por conseguir o mantener sus fuentes de ingreso, en medio de la crisis económica desencadenada por la pandemia y el mal manejo dado por el gobierno para solventar el padecimiento de la absoluta mayoría de colombianos?

La respuesta, sin duda, radica precisamente en el desempeño de la administración del presidente Duque, iluminada por el Centro Democrático y la llamada coalición de gobierno.

No amainan los asesinatos de líderes sociales y reinsertados a la vida civil. Las cifras por el contrario son crecientes y desalentadoras ante la impavidez oficial y su accionar contra los acuerdos de paz, al punto que los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU se pronunciaron de manera oficial este 20 de octubre condenando “enérgicamente los múltiples asesinatos ocurridos en los últimos meses, incluyendo el de jóvenes y menores de edad”, respaldaron “la labor que ha desarrollado el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición que está integrado por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas”, llamaron a implementar “de manera urgente un plan de acción del Programa Integral de Garantías para Mujeres Lideresas y Defensoras de Derechos Humanos” para terminar destacando “la importancia de implementar todos los aspectos del Acuerdo Final de Paz, incluyendo la reforma rural, la participación política, la lucha contra las drogas ilícitas, incluyendo los programas de sustitución de cultivos, y la justicia transicional”. A buen entendedor…

La maniobra desatada en el Congreso por las mayorías gobiernistas para cercenar de tajo los derechos de la oposición al control político frente a la presencia de tropas norteamericanas y la aprobación a rajatabla de cuanto proyecto de ley presenta el Ejecutivo, la toma de los entes de control y el sistema acusatorio, el inminente asalto al Emisor y la constante amenaza y desprestigio contra las altas cortes, configuran los elementos esenciales para instaurar un régimen de corte fascista.

La “filtración” de una nueva reforma impositiva cuyo núcleo será la elevación del IVA a la totalidad de productos de la canasta familiar, las anunciadas reforma laboral y pensional al tenor de un piso exiguo de seguridad social, la desaparición de los beneficios prestacionales, el trabajo por horas que afectarán sobremanera a las jóvenes generaciones, la persistente obsecuencia ante los poderosos gremios económicos y empresas multinacionales, lo cual contrasta con la evidente desprotección a los productores nacionales del campo y la ciudad, y el desdén con los trabajadores, las comunidades originarias y raizales, configuran el aciago cuadro de la política social y económica de este gobierno.

Por paz, democracia y negociación del Pliego de Emergencia es la respuesta que el Comité Nacional de Paro levantó ante este desastroso panorama. A fe que acertó. Esta consigna recoge a plenitud las quejas de las masas desprotegidas del país y logró unir, en un haz de voluntades, todas las esperanzas maltratadas. Como bien lo anotó Francisco Mosquera, de quien nunca renegaremos, unir en un solo pleito todos los pleitos nacionales, retomó vigencia.

Este acierto y amplitud, no solo de las exigencias sino del tratamiento entre todos los sectores sociales que confluyen en la protesta social, determinó el éxito rotundo del 21 de octubre. Hubo antecedentes nacionales e internacionales que allanaron el camino en mayor o menor grado. Las caravanas vehiculares de agosto y septiembre. La resistencia de los trabajadores de la salud por condiciones laborales y de bioseguridad. La ira popular desatada por el asesinato del abogado Javier Ordoñez en Bogotá. Los fallos de la justica sobre protección a la protesta social. Las gigantescas marchas antirracistas en EE. UU., el triunfo fe la democracia en Bolivia. Pero hubo dos en particular, próximas y ejemplares, la Minga indígena desplazada desde el Cauca a Bogotá, que dio una demostración de movilización pacífica y masiva por la defensa de la vida y el territorio ante la indiferencia del presidente Duque y que colmó la Plaza de Bolívar el lunes 19 y el paro nacional de Fecode de 48 horas (20 y 21 de octubre) por el respeto a los acuerdos y las reiteradas amenazas contra su dirigencia.

Otro elemento que resulta fundamental y que contribuyó en buena medida al excelente balance de la demostración de inconformidad de esta jornada y que esta vez tomó importante relevancia, en la medida que se expresó en forma de una declaración pública, fue la confluencia con el Paro Nacional del 21 de octubre, con sus objetivos y con su carácter pacífico y civilista, de los sectores sociales con la mayoría de la bancada parlamentaria alternativa y de oposición. Es la antesala o el camino cierto de lo que necesita el país para detener el peligro fascista, el mal gobierno y poner en marcha el progreso soberano.

Ni la estigmatización oficial de la protesta ciudadana, ni las amenazas desembozadas y veladas, ni la incomprensión detendrán la inconformidad. Por eso el Comité Nacional de Paro anunció la realización de otra jornada general el próximo 19 de noviembre, complementada con la celebración cultural del 21N y el respaldo al día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres. Para continuar in crescendo con la lucha y la unidad popular y democrática.

Bogotá, 3 de noviembre de 2020

Referencias:

1. https://www.rtve.es/noticias/20201026/mapa-mundial-del-coronavirus/1998143.shtml

2. https://www.infobae.com/america/colombia/2020/10/21/onu-condeno-masacres-y-asesinatos-de-lideres-sociales-y-exguerrilleros-en-colombia/

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