El rentismo de las empresas tecnológicas.Parte II

 

Aunque la renta es una categoría económica que identifica a una sociedad feudal, y así fue reconocida en sus análisis por los economistas clásicos, Adam Smith y David Ricardo, sobre todo por este último, y por Carlos Marx, el economista francés Thomas Piketty considera que la renta es una expresión del comportamiento parasitario de las más importantes empresas capitalistas del siglo XXI (Microsoft, Google, Facebook, Apple y Amazon). ¿Será simple coincidencia que al mismo tiempo que ha aumentado extraordinariamente la riqueza de dichas empresas también se ha profundizado el grado de explotación sobre los trabajadores en los Estados Unidos? 

Por Higinio Pérez Negrete

Economista, profesor universitario

Aunque la renta es una categoría económica que identifica a una sociedad feudal, y así fue reconocida en sus análisis por los economistas clásicos, Adam Smith y David Ricardo, sobre todo por este último, y por Carlos Marx, el economista francés Thomas Piketty considera que la renta es una expresión del comportamiento parasitario de las más importantes empresas capitalistas del siglo XXI (Microsoft, Google, Facebook, Apple y Amazon), las cuales pese a que representan los avances de la tercera y la cuarta revolución industrial (sector de la información y las comunicaciones, la inteligencia artificial, la robótica), es mucho más lo que extraen de la economía que lo que aportan a ella. En efecto, como resultado de investigación, en su libro “El capital en el siglo XXI”, Piketty encuentra que la fortuna de Bill Gates, dueño de Microsoft, pasó de 4.000 millones a 50.000 millones de dólares entre 1990 y 2010, lo que significa que creció 14,4% promedio anual en términos nominales y 12,4% promedio anual en términos reales (descontada la inflación), 10 puntos por encima del crecimiento promedio anual del producto interno bruto (PIB) de los Estados Unidos, en el mismo período. 

Después de un análisis de lo encontrado en su investigación, Piketty concluye que la diferencia entre el crecimiento de la fortuna de Bill Gates y el del PIB de los Estados Unidos, demuestra que su riqueza ha crecido mucho más de lo que se podría explicar por el aporte de su empresa a la economía y a la sociedad. A esta diferencia es a lo que él llama renta. Esto también está ocurriendo, según Piketty, con los demás dueños de empresas tecnológicas, y ahí está la explicación de por qué Bill Gates se colocó en el primer lugar entre los más ricos del mundo durante mucho tiempo (de acuerdo con la revista Forbes), y por qué actualmente esa posición es ocupada por Jeff Bezos, dueño de Amazon. Otra conclusión de Piketty es que el exagerado crecimiento de la fortuna de estas empresas constituye un factor de mucha importancia en la explicación de la creciente desigualdad del ingreso en los Estados Unidos, donde la “clase media” (categoría acuñada por la teoría económica convencional, neoclásicos y keynesianos) tiende a desaparecer, hecho que había sido reseñado en un trabajo del premio Nobel de Economía, Angus Deaton. 

La indignación de Piketty frente a esta situación se acrecienta por el hecho de que Bill Gates ha sido destacado por dos economistas, profesores de prestigiosas universidades de los Estados Unidos, James Robinson y Daron Acemoglu, en su libro “Por qué fracasan los países”, como un empresario innovador que tiene bien ganada su fortuna, producto del mérito, a diferencia de la fortuna de Carlos Slim, lograda por medio de actividades especulativas, las cuales comenzaron cuando, con la intermediación corrupta del gobierno de Carlos Salinas de Gortari de México, compró a Telmex (la empresa de telecomunicaciones de ese país) por un precio muy inferior al indicado por el mercado. Esto le abrió el camino a Slim hasta convertirse en el propietario de la operadora de servicios de telefonía celular con mayor poder de mercado en Colombia y América Latina. Piketty, responde a dichos economistas:  “No sé casi nada de la manera exacta en que Carlos Slim y Bill Gates se enriquecieron y soy totalmente incapaz de disertar sobre sus respectivos méritos, pero me parece que Bill Gates también gozó de una situación de casi monopolio de facto sobre los sistemas operativos (como ocurre con muchas fortunas creadas en el sector de las nuevas tecnologías, desde las telecomunicaciones hasta Facebook)”, página 489. Lo que afirma un poco antes de manifestar su desacuerdo con Robinson y Acemoglu, es contundente: “Los empresarios tienden a transformarse en rentistas”. 

Es muy difícil atreverse a dudar del rigor de Piketty porque, además del reconocimiento a su investigación y a su obra, con muchos elogios, por parte de dos premios Nobel de economía, Joseph Stiglitz y Paul Krugman, está proponiendo un impuesto altamente progresivo sobre esas fortunas. Sin embargo: ¿Es riguroso considerar que el ingreso obtenido por un monopolio es una renta, y no una ganancia extraordinaria? ¿Será que los dueños de las empresas tecnológicas acumulan riqueza por ser propietarios, y no por ser capitalistas? ¿Será que sus ganancias provienen de la distribución del excedente (plusvalía, según Marx), y no de su producción en toda la economía? ¿Será simple coincidencia que al mismo tiempo que ha aumentado extraordinariamente la riqueza de dichas empresas también se ha profundizado el grado de explotación sobre los trabajadores en los Estados Unidos?

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