NECESARIAS CONSIDERACIONES FRENTE A UN DESAFORTUNADO ANUNCIO
Por Marcelo Torres
No es buena noticia el anuncio del retorno a la lucha armada por un sector de la dirigencia de las Farc que había aprobado los acuerdos de paz. Quiéranlo o no, y en eso reside su gravedad, lleva agua al molino de los enemigos de la paz de Colombia.
Nunca insistiremos lo suficiente en denunciar la perversa estrategia de engaño y tergiversación del gobierno Uribe-Duque sobre los acuerdos de paz y su implementación, que encubre su saboteo calculado y sistemático a ambos, así como la cruzada contra la JEP y la matanza de líderes sociales y exintegrantes de las Farc acogidos a dichos acuerdos ─que ya reviste proporciones de exterminio─ ante la completa e injustificable desprotección oficial. Pero por más que indigne la repudiada estrategia oficial, el anuncio del retorno a las armas abona el terreno del uribismo gobernante en su intento de convencer a una opinión pública confundida y timorata de que se requiere una política de tierra arrasada frente a todo asomo democrático y progresista.
No puede apoyarse la decisión de quienes anuncian volver a empuñar las armas; en cambio, debemos renovar el respaldo a quienes se mantienen en la observancia de los acuerdos de paz. A más de reiterar que la acción armada no convoca hoy al pueblo pues no tiene éste disposición de ánimo alguno para tal forma de lucha, amén de que contribuye a arrojar material inflamable a la hoguera de la violencia que los adversarios de la paz quieren generalizar, ha de insistirse en la principal responsabilidad que tiene el gobierno por su ostensible incumplimiento de los acuerdos pactados.
La prueba más fehaciente del ánimo guerrerista que el uribismo dicta al gobierno se concreta en que las denuncias sobre la decisión de revivir la práctica siniestra de los falsos positivos vienen siendo corroboradas por declaraciones de miembros de las Fuerzas Militares, que incluyen las de oficiales de alto rango. No en vano se ha hecho pública la existencia de una corriente de oficiales de máxima graduación, de carácter democrática y por ello espiada y perseguida por el alto gobierno, que defienden la paz y demandan la implementación de sus acuerdos y merecedores, por tanto, del respaldo de todos los colombianos.
La ultraderecha festeja el deplorable suceso del errático anuncio porque considera que facilita su propaganda y espera que favorezca sus resultados en estas elecciones. Aspira a contrarrestar con ello las trascendentes revelaciones sobre el conflicto que puedan aflorar en los tribunales, como también los paros y movilizaciones de protestas que hoy enfrentan la médula neoliberal del gobierno.
Las expresiones de la democracia colombiana, nunca deben prosternarse por las invectivas de las más retrógradas fuerzas que gobiernan el país, ante los momentáneos tropiezos de la defensa de la paz. Con dedicación y ahínco insistiremos en su ruta salvadora. Y contribuiremos a que Colombia conozca por fin toda la verdad.
Bogotá, 29 de agosto de 2019