El referendo contra la JEP: una nueva batalla de Uribe en contra de la paz

Por Consuelo Ahumada

Comité ejecutivo PTC

Ante los duros reveses que tuvo en el Congreso el Gobierno de Duque en su campaña por desmontar la JEP, acaba de ponerse en marcha una tenebrosa iniciativa por parte del uribismo. El periodista Herbin Hoyos, uno de sus voceros, inició la recolección de firmas para impulsar un referendo tendiente a derogar esta jurisdicción y todas las demás cortes y a reducir el tamaño del Congreso, entre otras medidas nefastas, tendientes a consolidar un Estado cada vez más autoritario. Para tratar de legitimar su iniciativa, nuevamente invocan la vigencia del supuesto “estado de opinión” sobre el estado de derecho. En entrevista en la W, su jefe el expresidente Uribe expresó que se trata de impulsar reformas de fondo, porque en el Congreso solo podrían hacerse reformas cosméticas, por cuanto su partido no cuenta con las mayorías necesarias para sacar su proyecto Sin duda, es una nueva arremetida a muerte contra el acuerdo de paz y contra el estado de derecho, precisamente cuando los organismos internacionales y los gobiernos del mundo expresan cada vez más duro su preocupación por el ataque a la JEP, el resurgimiento de los falsos positivos y el asesinato sin pausa de los líderes sociales y de los desmovilizados de las antiguas FARC en el país. A Uribe Vélez y a algunos de sus familiares se les siguen numerosos procesos, relacionados con múltiples casos de promoción de grupos paramilitares, masacres, despojo de tierras y favorecimiento al narcotráfico, entre otros. Todos ellos han sido objeto de denuncias, tanto en las cortes, como en el Congreso y los medios, nacionales e internacionales. Más recientemente, se ha presentado la amenaza y desaparición de testigos de algunos de estos procesos. Todo ello sucede a pesar del intento de callar por todos los medios estas denuncias y de haber contado con un Fiscal General como Néstor Humberto Martínez, quien, además de ocultar sus propios escándalos de corrupción, se puso al servicio de Uribe con el propósito de tratar de exonerarlo y de acabar con el acuerdo de paz.

A esto hay que sumar las recientes declaraciones ante la JEP de algunos militares como el Mayor(r) Gustavo Soto Bracamote, exjefe del Gaula de Casanare, quien reveló allí la cronología de ejecuciones extrajudiciales que aprobó para mostrarle resultados a Mario Montoya Uribe, comandante del ejército durante el gobierno de Uribe. “Montoya fue lo peor que le pasó al ejército”, señaló sobre este personaje nefasto, que les exigía a sus subalternos resultados de sus operaciones “en litros de sangre”.

A todo este prontuario, a Uribe hay que sumarle también su oposición a las medidas centrales de la Reforma Rural Integral, así como a la restitución de tierras a las víctimas del despojo y a su reparación. Pero además, su presidente de bolsillo, incondicional al gobierno de Trump, como su jefe, insiste en acabar con la política de sustitución de cultivos para dar paso a la fumigación aérea con glifosato, en contra de la sentencia de la Corte Constitucional y de las consideraciones de la Organización Mundial de la Salud sobre su probado efecto lesivo para la salud de los seres vivos.

En medio de todo esto, se presenta el caso de Jesús Santrich, el ataque a la JEP por su decisión de no condenarlo ni extraditarlo sin pruebas y las presiones sobre la Corte Suprema de Justicia para que lo extradite sin más consideraciones, solo porque el gobierno de Estados Unidos así lo exige. En este proceso hay todavía muchos cabos sueltos, pero eso sí queda claro propósito de sabotear el acuerdo de paz por parte del uribismo y el gobierno de Trump. Sin ningún pudor, la bancada de la Cámara de la Alianza Verde se prestó a hacerles el juego al oponerse de manera tan vistosa como ridícula a la posesión del ex guerrillero.

La iniciativa del referendo en contra de la JEP busca también ganar incautos en época de elecciones regionales, cuyo resultado es crucial para el país. La movilización social y política en defensa de la paz sigue más vigente que nunca.

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