Si alguien tiene el corazón a la izquierda es Yezid García
Yezid ha representado los sueños y luchas de miles de hombres y mujeres que creemos que la causa de los trabajadores, de los excluidos, debe estar en lo más alto del debate público y político.
Edwin Palma Egea
Querido Yezid,
No estoy diciendo nada nuevo cuando afirmo que la vida de los hombres y las mujeres sobre este planeta, hoy en vilo de hacerse inhabitable, es un viaje más o menos largo que siempre en algún momento nos lleva por rutas inesperadas, sorprendentes, no es una ruta recta y no necesariamente siempre vamos hacia adelante.
Así que el futuro no es predecible, tratamos de intuirlo, otros nos lo adivinan, o planeamos escenarios, ilusos que somos. Claro, sabemos que en algún momento ese viaje termina, pero no sabemos cómo o cuándo será. Es un prodigio físico que a pesar de cargar a diario con el fardo de saber de la finitud de la vida nos levantemos todos los días a luchar, amar, trabajar, vivir sabiendo al mismo tiempo que en un minuto todo puede cambiar o terminar.
En este auditorio veo esta noche a hombres y mujeres cuya vida es un ejemplo de esfuerzo diario y denodado, de lucha contra la adversidad, contra la muerte, el saqueo y la guerra que ha caracterizado a Colombia, hombres y mujeres enamorados de la vida, la paz, la justicia y la democracia que han logrado que esta sociedad no haya caído más hondo todavía ni perdiera la esperanza, por eso quiero reconocer en ustedes y en usted claro, esa lucha por una vida buena, sabrosa y mejor para todos y todas que ha caracterizado su existencia.
Los viajes y el gran viaje. Siempre que pienso en la región de donde usted proviene, donde la realidad y la imaginación se mezclan, recuerdo los recorridos de los juglares que recorrían La Provincia cantando las noticias y que fueron la semilla de donde germinó la música que es para usted Yezid y para mí el corazón de nuestra identidad.
Y están los viajes literarios ocurridos en esa región entre la Sierra, el Caribe y el Gran Río, que hoy son conocidos por cientos millones de libros que han viajado también por el mundo y por las redes gracias a las versiones en 48 idiomas de las novelas del nieto del coronel Nicolas Márquez. 26 meses duró el viaje de José Arcadio Buendía al lugar junto al río con piedras como huevos donde fundó Macondo, Fermina Daza casi muere ahogada en la goleta que la llevaba de Cartagena a Riohacha huyendo de su amor inevitable por Florentino Ariza, duele el cuerpo leyendo el triste viaje de la Nena Daconte y Billy Sánchez derretidos de amor en El Rastro de tu sangre en la nieve. ¿Cuánto duró el último viaje del coronel Aureliano Buendía para terminar la última guerra civil? No lo sabemos, pero parece más corto que hemos hecho nosotros para terminar este horrible conflicto armado. Y está el viaje real que el nobel cuenta en sus memorias y cambió su vida, acompañando a su madre doña Luisa Santiaga a vender la casa del coronel para descubrir que sobre Aracataca no había llovido sin parar tres años sino 22 después de la huelga bananera. Ese viaje cambió su vida y la nuestra, sin ese viaje no habríamos leído ningún otro.
Hoy venimos a celebrar este viaje suyo Yezid del que tantos y tantas hemos tenido el privilegio y el honor de compartir gracias a sus virtudes. Para mí la principal sin duda es la lealtad sin curvas a unos principios políticos y éticos, a una región del mundo, a una forma de vivir expansiva, intensa y generosa que no ha cambiado desde joven y que son la clave del respeto y la admiración que inspira entre tantos amigos y amigas, compañeros y compañeras de lucha, incluso todo entre sus contradictores.
Otra virtud sobresaliente del camarada Yezid es la de ser un hombre de partido y con identidad de clase, disciplinado y leal, cuatro palabras en crisis en la vida política de hoy pero que es urgente rescatar. Como líder estudiantil, sindical y político esos principios fueron puestos a prueba muchas veces y no solo por la oposición. Como tantos lo reconocen, Yezid ha sido leal aliado de las luchas por unas ideas compartidas que se han ido conformado a lo largo de 50 años de militancia política y social al lado de los trabajadores y trabajadoras.
No es difícil concluir que lo que más me gusta de Yezid es que es un hombre plenamente caribe a pesar de vivir hace años en la nevera. Su sonrisa enorme seduce y tranquiliza, su abrazo es siempre fuerte, cálido y amoroso, su lealtad sin fisuras con el Unión Magdalena despierta admiración por lo difícil que es ser hincha del equipo chico frente al desdén usual de los hinchas que creen que hay equipos grandes.
Si alguien tiene el corazón a la izquierda es Yezid García, como líder estudiantil en 1971, fundando o asesorando algunos de los más importantes sindicatos del país y participando en huelgas tan valientes e importantes como la de Telecom a comienzos del gobierno de César Gaviria. Ese corazón que le pone duras pruebas de las que también ha salido victorioso.
Como concejal de Bogotá, como líder sindical y como senador, Yezid es sobre todo un constructor de puentes, un ingeniero de los acuerdos progresistas y un defensor del diálogo para seguir luchando por que la constitución del trabajo se realice.
Yezid ha representado los sueños y luchas de miles de hombres y mujeres que creemos que la causa de los trabajadores, de los excluidos, debe estar en lo más alto del debate público y político.
Hace unos meses presentando La huelga después de la huelga Yezid reivindicó a Lenin, a Francisco Mosquera, a la huelga de los trabajadores petroleros de 1948, a Raúl Eduardo Mahecha como fundador de la USO, y manifestó la urgencia de contar con más “Obreros cultos” para seguir defendiendo la causa del trabajo decente, sin duda es un digno representante de los obreros cultos colombianos activos en las últimas décadas.
Pero sin duda es sobresaliente que Yezid nunca viajó para huir de su deber, de sus creencias o de los movimientos a los que ha pertenecido. Por eso este homenaje y estas palabras son el reconocimiento más que merecido al luchador de todas las horas, al amigo generoso y amoroso, a uno de mis mejores maestros. Y por eso, aunque muchas veces sea difícil decir estas cosas mirando a la cara, vuelvo a recodar al nieto del coronel Nicolas Márquez para decirle a Yezid por segunda vez lo que le dijo a Álvaro Mutis “Sin falsos pudores, sin mentadas de madre por miedo de llorar, y sólo para decirle con todo el corazón, cuánto lo admiramos, carajo, y cuánto lo queremos”.
Lo quiero mucho Yezid y no es propaganda de Petro.