Posconflicto. LOS CULTIVOS ILÍCITOS AMENAZAN LA PAZ

Fernando Guerra Rincón

Economista y profesor universitario*

Para la milenaria tradición inca, la coca era una planta sagrada. Antes de la aparición de la economía capitalista las drogas eran, con alguna rara excepción, un aspecto normal de la cultura, de la religión y de la vida cotidiana en cada sociedad, no un problema.(1) Las grandes potencias hicieron del uso de la hoja de coca y de la cocaína un sistema criminal funcional a sus intereses, que utilizaron construir un sólido instrumento de intervención internacional (2), que limitan la capacidad de los diferentes países para enfrentar en forma diferenciada sus problemas de consumo de sustancias psicotrópicas (3). Los sucesivos gobiernos nacionales han diseñado y ejecutado la política contra el narcotráfico y las drogas ilícitas obedeciendo a Washington y a las instituciones multilaterales, donde ha imperado el criterio del prohibicionismo (4). El Plan Colombia obedece a esa filosofía. Sin éxito. Tras ocho décadas, la cruzada universal contra las drogas ha sido tal vez la guerra más larga y más infructuosa que ha vivido la humanidad. La guerra contra las drogas en Colombia ha sido completamente inútil, dejándonos solo un pozo de sangre. A 2017, el país es el mayor productor de cocaína del mundo con 188.000 hectáreas de hoja de coca sembradas y el cuarto mayor consumidor en América latina de sustancias como cocaína, marihuana, bazuco, a pesar de haber matado a los grandes jefes del narcotráfico, de extraditarlos o enjaularlos en las cárceles colombianas, del terror en campos y ciudades, de tanta sangre vista, de la devastación ambiental, de los US $17.000 millones gastados desde el año 2000 en actividades punitivas, de haber asperjado con glifosato 1.800.000 hectáreas, la actividad del narcotráfico sigue siendo una formidable fuente de ingresos para los carteles y, para los sectores olvidados de la población, migajas salpicadas de violencia, ya que la economía ilegal es, prácticamente, su única fuente de ingresos.

El narcomenudeo representa el 0,75%, del PIB, 6 billones de pesos que arrojan unas ganancias del 346,2% que se traducen en el dramático registro de la violencia en las calles y barrios de nuestras principales ciudades y campos, donde lo consumen 1.480.000 adictos. Para el resto del entramado ilegal las ganancias son del 260%. Un negocio que se estima en 3,8% del PIB, $20,5 billones de pesos anuales (5) y del que se obtienen tan extraordinarios márgenes, tendrá siempre quién satisfaga las necesidades de los consumidores del mercado interno y externo, al costo que sea, incluida la violencia.

En la actual coyuntura del proceso de paz, la ilegalidad del narcotráfico se yergue como una de las mayores amenaza para el desarrollo de los acuerdos y la consolidación de la paz. Lo que se observa con preocupación es como los espacios dejados por la Farc, que en varias regiones de la geografía del país coinciden con el mapa de la siembra de coca, de la minería ilegal y de la violencia, vienen siendo copados por los ejércitos irregulares, del ELN y por disidencias del grupo guerrillero que optaron por persistir en el lucrativo negocio. En ese contexto, desde el 2016 van 156 líderes sociales ultimados en esas zonas. Para el Gobierno Nacional éste no es un plan sistemático. Una explicación insuficiente que llena de inseguridad el proceso. En Colombia, eliminar la disidencia es recurrente.

El presidente Santos en relación a la política antidrogas parece montado en una bicicleta estática, a pesar de sus múltiples declaraciones exigiendo un cambio de esta inocua política. El gobierno nacional no se atreve a concitar una discusión nacional seria sobre su legalización, única forma de acabar con este perturbador y costoso flagelo. Se persiste en soluciones que han fracasado. Estamos en mora de encabezar una cruzada internacional a favor de la legalización de las drogas, incluida la cocaína. Para ello se puede aprovechar lo consignado en el acuerdo de paz de donde se obliga a la realización de una conferencia internacional para “reflexionar, hacer una evaluación objetiva de la política de lucha contra las drogas” (6).

La sustitución de cultivos ilícitos y los desarrollos económicos alternativos, la principal estrategia del Gobierno Nacional en asocio con las Farc, choca contra la dura realidad económica y social del campo. El actual modelo económico va en abierta contravía de los propósitos de lograr una transformación estructural del campo hacia el desarrollo de una agricultura próspera y sostenible, con equidad, igualdad y democracia, el punto uno del acuerdo, al que está ligado el punto cuarto, solución al problema de las drogas ilícitas. El narcotráfico se alimenta del atraso y de la ilegalidad. No requiere de carreteras, sus autopistas son la selva tupida y el mar abierto. Las vías terciarias son claves. Así haya cultivos rentables para la sustitución, la falta de infraestructura vial inviabiliza su comercialización y sostenibilidad. La importación masiva de alimentos les quita el trabajo a nuestros campesinos y los empuja hacia los cultivos ilícitos. Entre 2000 y 2015 las importaciones del sector crecieron el 107%. Por la austeridad inteligente, el Ministerio de Hacienda recortó drásticamente el presupuesto del sector rural: $ 4,2 billones en el 2014 a $ 2,1 billones en el 2016, lejos de la inversión anual recomendada por la Misión Rural de $13,2 billones anuales (7). La sola implementación de las zonas veredales de concentración muestra la inmensa realidad del atraso y ha hecho que el gobierno nacional incumpla lo pactado en la Habana.

Para alcanzar las metas planteadas en el acuerdo de paz, el Gobierno Nacional debe modificar radicalmente su política económica y su concepción del desarrollo. Las obligaciones son de tal magnitud que no se pueden cumplir si se mantienen los actuales lineamientos de política, centradas en la austeridad inteligente y en la regla fiscal, que le impide al gobierno hacer las inversiones millonarias de todo orden que se requieren para transformar el campo.(8) El petróleo, nuestro principal ingreso, vive horas aciagas, víctima de una onda larga de bajos precios, producto de la eficiencia en la extracción del crudo y de una persistente recesión de las principales economías del mundo. Las reservas internacionales que pudieran dar una mano, dado el alto nivel de endeudamiento del país (9), son intocables para el gobierno. Utilizar una porción pequeña de estas podría ayudar mucho en la actual coyuntura, sin comprometer la estabilidad macroeconómica (10).

De persistir por este camino, el país seguiría su tránsito hacia escenarios sin Farc, pero con narcotráfico y la secuela de una persistente violencia. La respuesta del ejército nacional para copar esos territorios es bastante insuficiente y solo llegan con el garrote porque los recursos para la sustitución no están garantizados.(11) La paz se esfumaría por la falta de entereza del gobierno nacional de encarar este desafío que imponen la hora y las circunstancias con un criterio de colocar por delante los intereses más estratégicos del país. En Colombia hay segmentos de la opinión que insisten en la fumigación con glifosato como el Fiscal General de la Nación y el Centro Democrático, encabezado por el expresidente Álvaro Uribe, empeñado en hacer fracasar el proceso de paz, como lo demuestra la insólita carta del expresidente dirigida al Congreso de los Estados Unidos, con el expreso propósito de concitar una intervención contra el país.

Si, como es previsible, no funciona la estrategia de erradicar este año 100.000 hectáreas de coca, volver a la práctica de la fumigación área es bastante factible dado que ese es el imperativo de Washington. En esa circunstancia, es probable que muchos de los combatientes de las Farc abandonen el proceso de dejación de armas y los campesinos cocaleros defiendan con uñas y dientes una de sus muy escasas fuentes de ingresos y desestimularía al ELN de entrar al redil de la paz. La guerra contra las drogas, como ha sido hasta hoy, se convertiría en una guerra contra la gente, como de hecho está sucediendo en varias regiones cocaleras (12).

La experiencia en los Estados Unidos con el cultivo legal de la marihuana para usos médicos y recreativos puede indicarnos el camino correcto. En ese país, con la progresiva legalización de la marihuana para usos médicos (26 Estados) y para uso lúdico (8 estados) hizo de la cannabis el mayor negocio agrícola, US$31.000, al año, por encima del maíz y el mayor exportador mundial. En Colorado, sus productores y consumidores pagan impuestos que pueden ser mayores que los ingresos por turismo (13). Aquí nos quedamos con los muertos y con la tierra yerma. Allá con el negocio y satisfaciendo sus hondas aspiraciones. (14) De hecho, la producción de cocaína colombiana es exportada en un 55-60% al mercado norteamericano y el 40-45% a los mercados europeos. Un reciente informe del Financial Times de Londres afirma que los ejecutivos usan drogas ilícitas para desatar el flujo de la creatividad y la productividad, una especie de traba que los coloca en la zona, disfrutando del dominio de una tarea específica.(15)

En Colombia, a partir del nuevo ordenamiento legal que permite el uso de la marihuana para propósitos médicos y científicos hay experiencias que podríamos tener en cuenta para la hoja de coca y la cocaína. En Rionegro y Bogotá, las empresas PharmaCielo y Ganja Farm están produciendo medicamentos con base en la cannabis. Los cultivadores de marihuana del norte del Cauca formaron la cooperativa Caucannabis (16). Con la hoja de coca, Coca Nasa es un proyecto de los indígenas Nasa que la usan para tratos medicinales y de práctica industrial. Incluso el acuerdo de la Habana lo contempla al plantear que “la política debe mantener el reconocimiento de los usos ancestrales y tradicionales de la hoja de coca como parte de la identidad cultural de la comunidad indígena y la posibilidad de la utilización de cultivos de uso ilícito para fines médicos y científicos y otros usos que se establezcan” (17). El pago de impuestos por una actividad legalizada de la hoja de coca podría ayudar a financiar el desarrollo de los acuerdos y aclimatar la paz territorial.

  • Economista, Magister en Estudios Políticos y Económicos de la Universidad del Norte de Barranquilla, autor del libro La geopolítica del petróleo y el cambio climático, Universidad de Antioquia, 2010.

Notas

  1. Arlacchi Pino, El sistema mundial de la droga, revista Debate, Septiembre de 1989, Pág. 70.
  2. Davenport-Hines, Richard, La búsqueda del olvido, Fondo de Cultura Económica, México, D.F. 2003, Pág. 414.
  3. Uprimy Yepes, Rodrigo, “Drogas y prohibicionismo: Una política ineficaz y equivocada”. Revista Foro No 23, noviembre 1993, Bogotá, Pág.66.
  4. Para la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), por ejemplo, las medidas tendientes a despenalizar el consumo de marihuana, autorizar su uso médico lo mismo que la dosis personal y a cultivar privadamente la cannabis, constituye una severa contravención al orden internacional. Alerta por países que permiten cultivos personales de marihuana, El Tiempo, 5 de marzo de 2017, primer plano, pág.3.
  5. De ese valor $300.000 millones corresponden a las ganancias de la red dedicada al cultivo y producción, $2,5 billones a la banda delincuencial que la distribuye y $3,2 billones a los expendedores de droga que la ponen en las calles para el consumo. Ver: Narcomenudeo, un lucrativo negocio que mueve $6 billones anuales, Departamento Nacional de Planeación, Bogotá2016.
  6. Punto cuatro del acuerdo de paz. Apartado 4.3.5.
  7. PIB agropecuario: expertos esperan el despegue en el 2017, Portafolio, 27 de febrero de 2017, pág. 10.
  8. Ver: González Jorge Iván, Paz y política económica, La República, septiembre 30 de 2016.
  9. El endeudamiento externo, a abril de 2017, es del orden de US$ 114.699 millones que compromete el 42,4% del PIB. Fuente. Banco de la República.
  10. Para el Banco de la República, el manejo de las reservas internacionales no es un asunto de discusión pública. Equivocado. Ver: González, Jorge Iván, El nivel óptimo de reservas, La República, opinión, 10 de noviembre de 2014.
  11. Algo no va bien del todo. Revista Semana, edición No 1824, 16-23 de abril de 2017, págs. 26-27.
  12. En lo que va del año, los campesinos cocaleros han manifestado con 51 bloqueos y paros su oposición a la erradicación de los cultivos de coca en distintos lugares del país. Ver: Asonada contra erradicación de coca bloquea entrada a Tumaco, El Tiempo, Debes saber, pág.6, 31 de marzo de 2017, Rebelión contra la erradicación de la coca, El Tiempo, economía y negocios, 29 de marzo de 2017, pág.5; Bloquean operativo militar contra cultivos ilícitos en el Catatumbo, 22 de febrero de 2017. ohttp://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/erradicacion-de-cultivo…
  13. La marihuana será más rentable que el turismo para Colorado, http://www.portafolio.co/internacional/marihuana-sera-rentable-turismo-…
  14. odo listo para los primeros millonarios de la marihuana, El País de España, septiembre 23 de 2016. http://internacional.elpais.com/internacional/2016/09/11/actualidad/147…
  15. “Cuando alcanzo el flujo obtengo dos horas adicionales de trabajo realizado, y las otras doce son muy, muy productivas” Ver: Ejecutivos usan drogas e hidromasajes para activar su creatividad y productividad, Financial Times, Portafolio, 18-19 de marzo de 2017, págs. 14-15.
  16. Campesinos del norte del Cauca crean cooperativa de marihuana medicinal, Portafolio, 22 de julio de 2016. http://www.portafolio.co/negocios/emprendimiento/campesinos-del-valle-d…. Ver páginas Web de las empresas señaladas.
  17. Punto cuatro del acuerdo de paz.
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