La Hoja 13

Del facebook de Yezid García

¿Por qué unos presuntos delincuentes importan tanto y los otros miles sólo despiertan la indolencia oficial?

El 29 de julio hice en las redes sociales este comentario, en relación con el marcado y extraño interés del presidente Duque y la canciller Marta Lucía Ramírez por la suerte de los exmilitares acusados en Haití de asesinar al presidente de la República: "¿Por qué tanto interés del Gobierno Duque en los exmilitares presos en Haití? Hasta queja en la OEA anunció Defensoría del Pueblo con el respaldo de la Presidencia. ¿Será que temen que hablen más de la cuenta en los interrogatorios? Calma, calma, uribistas, por lo menos disimulen la preocupación". Pero cinco días más tarde hay nuevos y públicos hechos en la misma dirección. La canciller exige al cuerpo consular colombiano en la isla que visite tres veces a la semana a los mercenarios presos, envía durísima y "patriótica" carta al embajador de Haití en Bogotá pidiendo respeto a los derechos y debido proceso para los detenidos, además está considerando la posibilidad de pedir su extradición a Colombia. Claro que es deber de la Cancillería apoyar a sus connacionales en dificultades en otros países; lo enormemente raro es que ese comportamiento de la sra. Ramírez lo omite en todos los demás casos de colombianos presos en el exterior. ¿Por qué unos presuntos delincuentes importan tanto y los otros miles sólo despiertan la indolencia oficial?

El Pacto Histórico en Boyacá

Ante 150 personas, delegadas de diferentes partidos y organizaciones sociales y políticas, y con las debidas medidas de bioseguridad, se efectuó en Paipa, Boyacá, el lanzamiento del Pacto Histórico y se protocolizó la Coordinadora Departamental. Exitosa asamblea presidida por dirigentes nacionales y los precandidatos presidenciales del Pacto Histórico. En el mejor ambiente unitario se acordó ampliar el llamamiento a fortalecerlo con otros sectores y mirar con optimismo los próximos debates electorales. En nombre del PTC y de nuestro candidato al Senado Edwin Palma, el dirigente sindical Fabio Arias presentó un fraternal saludo. Nuestra delegación al evento estuvo encabezada por Ciro Queipo Jiménez, dirigente regional de Boyacá.

Notas electorales

Encuentro de los trabajadores, trabajadoras y sindicalistas con Edwin Palma. 
Hora: 7 ago. 2021 04:00 p. m. Bogotá 

Unirse a la reunión Zoom: https://us02web.zoom.us/j/81976803590?pwd=K1MreTFib2hGUEhmQ2ZvWEpUMnM3Q…;

ID de reunión: 819 7680 3590 / Código de acceso: 847184

Nuestra guerra ajena

A raíz de la muerte del escritor Germán Castro Caycedo reproducimos esta reseña de su libro Nuestra guerra ajena, publicada inicialmente en la revista Nueva Gaceta en el año 2015.

Por Pascual Amézquita Zárate. Castro Caycedo demuestra con hechos, declaraciones y cifras, que la guerra contra el narcotráfico no es tal, sino una mampara que vela el real propósito: Instalar en América Latina hombres, bases y tecnología que permitan a la potencia del norte controlar el recurso más preciado y que, como es lugar común señalar, será la causa de la tercera guerra mundial: el agua.

El libro fue escrito antes de que el petróleo pasara a ser un objeto de segundo orden en las prioridades de Washington, es decir, antes de que Estados Unidos se pusiera a la cabeza de los grandes productores del aceite. Si aún para ese entonces Castro ya puso de presente cómo para ellos la prioridad era el agua, qué decir hoy cuando el mundo nada, literalmente, en petróleo. Que Venezuela y Ecuador se queden con su petróleo. Pero no con el Orinoco ni el Amazonas.

Castro documenta cómo para los intereses gringos los recursos de la cuenca del Amazonas son la base de su existencia como potencia en este siglo XXI y de ahí que haya apelado a la guerra contra las drogas como forma para inmiscuirse en los países de la región y obtener el control de la zona. Sin embargo, los Vientos del Sur barrieron con sus planes, excepto en Colombia, que se ha convertido en cabeza de playa para sus propósitos.

En las investigaciones Castro pone de manifiesto la gran riqueza hídrica de la región y, hay que agregar, de Colombia, poseedora de más del 50% de los páramos del mundo. Buena parte de los restantes quedan en los países andinos. De igual manera, el Amazonas (sin contar con otros depósitos bajo tierra a lo largo de Sur América) contiene el 20% del agua pura del mundo y el 25% del oxígeno.

Si no es descabellado proponer trastear el agua desde Alaska, menos irreal lo es suponer su extracción desde el Amazonas.

Así que la primera excusa con la cual invito a que nuestros lectores conozcan la obra del escritor zipaquireño es la sequía que azota la costa oeste del imperio y que significa una nueva amenaza para nuestros países como lo muestra el libro reseñado.

Además está el anuncio de la Organización Mundial de la Salud, OMS, de que el glifosato es cancerígeno. Verdad sabida desde hace años: En Nuestra guerra ajena el autor trae muchas declaraciones de especialistas que coinciden con OMS. Por supuesto que gobierno de Colombia ha negado desde el primer momento que tal efecto ocurra. Al respecto vale la pena recordar una anécdota que trae el libro: Un alto mando militar, justificando el uso del veneno para erradicar las matas de coca, argumentó que la mejor prueba de que el glifosato es inocuo es que ningún piloto había enfermado de cáncer ni cosa parecida, a lo que se le contestó: El piloto que arrojó las bombas atómicas sobre Hiroshima también murió de viejo.

Castro hace en las primeras cincuenta páginas del libro un pormenorizado y doloroso recuento del uso del glifosato en la Guerra de Vietnam cuando se aplicó en su presentación conocida como agente naranja y que sirvió para arrasar millones de árboles en aquel país para intentar derrotar al pueblo vietnamita en su lucha de liberación. Es el mismo componente del glifosato y otras presentaciones, entre otras unas matamalezas de amplio uso hoy en Colombia con nombres comerciales.

El gobierno nacional, dice Castro Caycedo, sabe lo que ocurre, pero se hace el de la vista gorda. ¿Qué pasará ahora que la OMS certificó que el compuesto básico de todos esos venenos es cancerígeno? Por el momento ya hay pistas de lo que va a pasar […] las fábricas gringas, empezando por Monsanto ya iniciaron una contracampaña desinformativa y de confusión sobre el dictamen y… Acá aparece [otra razón] para reseñar un poco tardíamente la obra del periodista: El manto de silencio en la gran prensa.

Sucedió que el libro lo entregó Castro Caycedo a su editor de siempre, Planeta (que ha hecho negocio con las grandes ventas de sus 15 o 16 libros anteriores). Corrían los años del gobierno de Uribe y los dueños de Planeta eran inversionistas españoles (también propietarios de El Tiempo). Pues bien, esa editorial se negó a publicarlo argumentando que contenía un ataque al Estado colombiano. Razón no le faltó, pues ciertamente el libro desnuda que la guerra contra la droga no es nuestra guerra sino la guerra de los gringos por controlar los recursos latinoamericanos, pero también muestra con muchos ejemplos cómo el Estado colombiano no solo se hace el de la vista gorda sino que además presta todos sus recursos para esa guerra ajena. Tal el Plan Colombia.

Cuando la censura de Planeta cayó sobre Castro, uno de los mejores escritores y periodistas del país, nadie dijo nada.

Así que otra razón para invitar a nuestros seguidores a que lean Nuestra guerra ajena de Germán Castro Caycedo (Planeta Colombia, 2014) es para que tengan una razón más para denunciar la hipocresía: hoy la gran prensa de Colombia, de España y de Estados Unidos se desgañita vociferando sobre la falta de libertad de prensa en Venezuela o en Ecuador y la corrupción en Brasil o en Chile, pero el fariseísmo de estos defensores de la libertad de prensa de nuevo cuño no les da para desvelar el manto de silencio que cae sobre los daños del glifosato y de toda la corrupción que campea detrás del monumental negocio de la aspersión aérea del veneno sobre el país. Tampoco les dio cuando acallaron a un periodista insigne del país.

Ataque cibernético contra las fuerzas democráticas

Por Deyanira Ortiz. El 27 de julio del presente año Joe Biden presidente de los Estados Unidos, manifestó frente a los ciberataques que “Si terminamos en una guerra, en una verdadera guerra armada, con otra gran potencia, será a causa de un ciberataque”, estas son palabras mayores.

La verdad es que en el contexto geoestratégico mundial los adelantos tecnológicos han llevado en forma paralela el crecimiento de herramientas y la creación de grupos de Hackers, interesados en el robo de propiedad intelectual industrial, en el ciberterrorismo, en la filtración de la información a personalidades políticas mundiales y en la difusión malintencionada de información con fines políticos de personalidades del ámbito político internacional.

Las acusaciones van y vienen de cada lado.  En los reportes presentados por empresas dedicadas a ciberseguridad se dio a conocer como la NSA (La Agencia de Seguridad Nacional de los EUA), en los años 2012 y 2014, espió a la canciller Angela Merkel, al entonces ministro de Exteriores y actual presidente alemán Frank-Walter Steinmeier y al exlíder de la oposición alemana Pear Steinbrueck, además confirmó el reporte, la intervención de las comunicaciones de altos funcionarios de Suecia, Noruega y Francia. Por su lado, Biden acusa a Rusia de estar preparando hackeos para intervenir en las elecciones legislativas a celebrar en Norteamérica en el 2022.

Estos ataques a la seguridad de las naciones no son ajenos a nuestro país. Ahora que se van a adelantar las elecciones es necesario prestar atención a la andanada de noticias falsas que circularán en la red, atacando al Pacto Histórico y en especial a la figura de  Gustavo Petro.  Ha de tenerse cuidado de no desgastar baterías entablando peleas para demostrar la falsedad de estas, sino que debe hacerse en su justa dimensión. Debemos preocuparnos por utilizar los medios más usados por los colombianos para difundir ante el panorama tan gris que se vive en el país, como la crisis humanitaria, moral e institucional que nos pueden llevar a nuevos conflictos armados, situación que beneficiaría a los amigos de la guerra que están claramente identificados en las filas del uribismo y la derecha recalcitrante.

Sabemos y conocemos que las entidades encargadas de la ciberseguridad en el país están lejanas a cumplir las funciones para las que fueron creadas y tienen  un desbalance proclive al sector gubernamental. Seguiremos escuchando que las investigaciones se llevarán hasta las últimas consecuencias y viviremos episodios penosos nacional e internacionalmente como las contrataciones de Min tic con empresas dedicadas a actividades ajenas a la tecnología y favorecidas con contratos multimillonarios para la implementación de tecnología en el país.

No conoceremos resultados de las investigaciones que están obligados a hacer estas instituciones de control cibernético,  como los hechos vividos en la noche del 21 de noviembre del 2019 y que creó pánico y desinformación en el toque de queda,  que fueron difundidos por los medios de comunicación y en las redes sociales, hecho que avivó la creación de grupos de defensa vecinales. No cesarán los intentos de crear caos ante la avalancha de cambios exigidos en la calle y utilizarán todos los medios y servicios de la internet para crear enemigos de guerra, única herramienta que buscan para conseguir sus objetivos, recordemos que los últimos años el éxito de los gobiernos estuvo supeditado a los resultados de las fuerzas armadas y que ocasionaron el miserable escenario de    6.042 “falsos positivos”, que a la fecha no han sido esclarecidos.

 Los perfilamientos a líderes de  oposición, periodistas y personas contradictoras al régimen, promovidas por “bodegas” especializadas como la del Centro Democrático serán usadas  para la implementación de  sucias campañas en el ciberespacio para desprestigiar el avance de las fuerzas democráticas del país. Agosto del 2021.

Jamás los olvidaremos

Por Alberto Herrera. De pie, en medio de la sala de exposición donde se exhibe la foto de cada una de las víctimas, acompañada de un párrafo que da a conocer nombre, origen, ocupación, el día de su muerte y las circunstancias de su asesinato, se piensa en ese brutal encuentro entre una población de todas las condiciones sociales y edades que se moviliza inerme e indignada, y un gobierno que responde con la fuerza de las armas portadas por la policía que sale, no a “proteger la protesta” como lo cacarea el ministro, sino a disparar a la cabeza y al tórax para dar de baja al manifestante que escoja, o al ojo para dejarlo marcado el resto de su vida.

La exposición “Vidas Robadas”, certifica que varias decenas de ciudadanos, jóvenes de 17 a 26 años en su mayoría, cayeron abatidos en medio de la protesta en la calle que emergió en toda Colombia. Fue el 21N, una multitudinaria movilización de muchachos bajaba por la 19 en Bogotá, perseguidos por el ESMAD, cuando un oficial ataviado de un arma de cacería, le dispara en la cabeza a Dilan Cruz, quien falleció cuatro días después. Ese hecho profundizó un quiebre y produjo el mayor distanciamiento entre el errante Duque y la población que busca un rumbo diferente al que arrastra la nación. A Dilan siempre lo recordaremos.

Desafortunadamente la cuenta no se detuvo ahí, y aun no se detiene. El paro fue un estadillo que sorprendió por su fuerza y que plasmó un enfrentamiento lejos de estar resuelto. La mirada de la exposición en la sala de Fragmentos estremece a quien la realiza, más cuando se está involucrado en la disputa y se siente cada pérdida humana.

La exposición cumplió su objetivo y se clausuró. El homenaje a quienes perdieron la vida en un desigual y violento enfrentamiento por una causa justa, continúa. Jamás los olvidaremos.