Un recorrido por las doctrinas económicas en los tiempos del covid-19
Un recorrido por las diversas teorías económicas, desde los clásicos hasta el surgimiento del neoliberalismo. Ante la crisis mundial por el covid-19 se considera conveniente darles una mirada a dichas doctrinas desde una perspectiva histórica y ver si esta pandemia nos deja lecciones para no caer en una inacción que haga que las medidas que se han tomado por causa de ella se diluyan ocultando la necesidad de dejar atrás políticas vetustas que han chocado contra las realidades que se ven todos los días, no sólo en Colombia sino en todo el mundo.
Por Diego Escobar
Economista y matemático
Muchos se preguntan si cuando se logre superar la pandemia o al menos aminorarla sustancialmente, la pospandemia nos llevará a plantear un manejo de la economía en forma diferente a lo que se ha venido pregonando y aplicando hasta hace ya un tiempo. Por ello se considera conveniente darles una mirada a las doctrinas económicas desde una perspectiva histórica y ver si esta pandemia nos deja lecciones para no caer en una inacción que haga que las medidas que se han tomado por causa de la pandemia se diluyan ocultando la necesidad de dejar atrás políticas vetustas que han chocado contra las realidades que se ven todos los días y no sólo en Colombia sino en todo el mundo.
La economía clásica, la economía marxista y la neoclásica
Los clásicos como Smith, Malthus y Ricardo [1] se preguntaron por el origen de la riqueza, el crecimiento y su distribución en un sistema de producción capitalista. Según Smith, los individuos sirven a los intereses colectivos precisamente porque se guían por sus propios intereses. Para Smith, el “laissez-faire” fue un programa para la abolición de las leyes que limitan el mercado, es decir la economía sin la intervención del Estado.
Ricardo plantea que es el trabajo el origen de la riqueza, establece por primera vez la ley del rendimiento marginal decreciente de la tierra pues una clase parasitaria (los rentistas) absorben parte de la riqueza creada y sólo habrá equilibrio cuando estos beneficios desaparezcan.
Marx [2] toma el desarrollo de Ricardo sobre el valor donde se establece claramente que es el trabajo la fuente de la riqueza (más concretamente la plusvalía que, dicho en forma simple, es el valor del trabajo del cual se apropia el dueño de los medios de producción). Pero precisamente es el marxismo (que conlleva una serie de implicaciones políticas, radicales según algunos) el que hace que se desarrollen y se enfaticen otras escuelas de pensamiento desviando la atención de lo planteado por los clásicos.
Para estas nuevas escuelas lo que importa es la asignación de recursos, y el trabajo lo convierten en uno de los factores de producción igualándolo a otros como el capital o la tierra. Es el reino de la escuela marginalista encabezada por Marshall, Jevons y Menger, ampliada por la teoría del equilibrio general de Walras y complementada por la Escuela Austríaca, con Mises y Hajek. Esta se va lanza en ristre contra el empirismo, adoptando el principio de falsedad con el cual se descalifica una teoría como científica si no puede probarse que es falsa.
Además para esa escuela, la formación de precios no es función del trabajo incorporado en su producción sino es función de la intensidad de las preferencias subjetivas del consumidor. La utilidad marginal determina la demanda y el costo marginal la oferta. Los costos de producción no se determinan por las condiciones físicas de la producción sino como una utilidad no realizada. Es el manejo del dinero o política monetaria la que en últimas define el nivel de producción y la cantidad de empleo.
Este enfoque es la fundamentación de la macroeconomía por medio de la microeconomía. Las decisiones son de tipo individual, aparece el “hombre económico” como representante de todo el sistema económico. Las decisiones a nivel macro se rigen por la ley de Say que establece como axioma que la oferta crea su propia demanda y que por lo tanto a nivel macro todo está en equilibrio. El culmen es el subastador (auctioneer) de Walras que reemplaza la “mano invisible” que hace que todos los mercados, incluyendo el mercado laboral, estén en equilibrio y se esté o se llegue siempre a una situación de pleno empleo.
Nótese el énfasis, en todo lo expuesto, que se le da ‒inclusive hasta hoy‒ al mercado. Es este que solito regula todo. Siempre hay una situación de equilibrio (incluido el mercado laboral donde sólo existe el desempleo voluntario o el que llaman friccional (cuando, por ejemplo, hay desempleados por causa de la rotación). Como todo está en equilibrio, el Estado no tiene ningún papel que jugar. Si acaso le permiten que actúe como regulador.
El surgimiento de la economía keynesiana
Pero ¿qué sucede? Después de la primera guerra mundial, en los años 1929 a 1933 aparece a nivel mundial la Gran Crisis. Decenas de quiebras, una inflación galopante, un desempleo jamás visto y las doctrinas no tienen respuestas que expliquen lo que pasó. Tuvo que venir Keynes al rescate, un liberal formado en Cambridge en la escuela marginalista de uno de sus tutores, Marshall. En su Teoría General [3] del año 1936 destruye la ley de Say, plantea que los mercados no están siempre en equilibrio y sobre todo el mercado laboral que contiene un empleo involuntario. Keynes en la Inglaterra de aquellos tiempos no era laborista, pertenecía al partido liberal y puso sobre el tapete la discusión del papel del Estado. Su Teoría General era para salvar el sistema capitalista. Afirma categóricamente la necesidad de la intervención del Estado para hacer crecer la demanda agregada y eliminar el desempleo para restituir el equilibrio.
Como la intervención del Estado tenía un cierto tufo de planificación y ya se había dado la revolución socialista en 1917 en Rusia, había que trancar esa tendencia y aparece un personaje como Hajek que se embarca en una profunda controversia con Keynes pero teniendo siempre en mente y en la mira evitar a toda costo que se contemplara aun mínimamente al Estado como un actor principal. Se establece la necesidad de desreglamentar, de privatizar, de disminuir programas contra el desempleo, de eliminar subsidios –en particular en el sector inmobiliario– reducir los gastos en seguridad social y limitar el poder sindical (Fundamentos de la libertad [4]). Hajek es la raíz del monetarismo que a su vez es la raíz del neoliberalismo y el Consenso de Washington. Dado el garrotazo que recibió la escuela neoclásica, se fundó por iniciativa de Hajek la sociedad que vino a llamarse ‘Mont Pèlerin [5] donde concurrieron personajes como Hajek, Von Mises, Robbins, Popper, Friedman y Stigler, entre otros.
El keynesianismo fue la política económica predominante después de la Segunda Guerra Mundial en todo el hemisferio occidental. Se desarrolla en los países nórdicos y en parte en Gran Bretaña la Economía del Bienestar que se enfoca en el bienestar de la gente desarrollando sistemas de salud, educación y seguridad social amplios. Gran Bretaña abandona este enfoque con Margaret Thatcher y en los países nórdicos se pierde el impulso.
El resurgimiento de la economía neoclásica (neoliberal)
Pero ¿qué pasó? Todas esas escuelas de pensamiento económico que estaban al acecho de que fracasara la intervención del Estado en la economía, que se interviniera el mercado, se encontraron con que en los años 80 del siglo pasado ocurrió a nivel general un fenómeno donde se presenta un estancamiento de la producción y el crecimiento y en forma simultánea altas tasas de inflación. Fue un boccato di cardinale para la guerra contra el keynesianismo y su política de intervención del Estado que fueron arrojados al baúl de los recuerdos.
Se desvirtúa la teoría que sustenta la curva de Phillips (relación inversa entre desempleo e inflación) que ya no vale y, por lo tanto, no hay razón para bajar el desempleo por medio de admitir cierto grado de inflación. El monetarismo de la Escuela de Chicago entra a predominar con su tesis de que sólo la política monetaria es la que define todo. Por lo tanto, vuelve a ser el mercado el que lleva a un equilibrio y naturalmente no hay papel para la política económica del Estado.
Se define una “tasa natural del interés” que para esta escuela es el precio relativo de los bienes presentes y futuros. Si en la realidad la tasa está por encima de “la natural” hay exceso de oferta de bienes y exceso de demanda de dinero. Si está por debajo hay exceso de demanda de bienes y exceso de oferta de dinero. En el primer caso los precios suben y en el segundo bajan. Todo el cuento es entonces que no haya desviaciones. Con este sustento la política fiscal queda reducida a su mínima expresión y, claro, no intervención del Estado en la economía.
Ahora bien, quizás lo que mejor caracteriza la época es el llamado Consenso de Washington. Se establecen las siguientes pautas:
- Disciplina fiscal.
- Eliminar subsidios y direccionamiento para educación, salud e infraestructura, preferiblemente privada.
- Evitar déficit con respecto al PIB.
- Manejo de la tasa de interés.
- Reforma fiscal.
- Desregulación financiera y de los mercados.
- Tipo de cambio competitivo.
- Liberalización del comercio exterior y de la inversión extranjera.
- Privatización de las empresas públicas.
- Garantía de derechos de propiedad.
Es la globalización de las finanzas y es el capital financiero el que dictamina el rumbo de la economía.
Y ahora ¿qué pasó? Se vino la crisis financiera de 2008 que se origina en gran medida por la quiebra de Lehmann&Brothers (burbuja inmobiliaria) y ¿quién acude al rescate ahora? ¡El Estado! Se ven forzados a introducir de nuevo regulaciones en el mercado financiero y de bienes.
Se supera lentamente la crisis por medio de préstamos del tesoro americano a los bancos, pero ahora la pregunta es ¿quién pasa a batear? ¿De nuevo el keynesianismo? ¡No todavía! Se arma lo que se conoce como ‘Nuevo Consenso’ que conlleva:
- Existencia de niveles “naturales” para el producto y la tasa de interés.
- La introducción de rigideces e imperfecciones se manejan microeconómicamente fundamentadas con Expectativas Racionales.
- Análisis de corto plazo son desviaciones entre variables actuales y las “naturales”.
- Impuestos bajos para crear empleo.
- Ahorro en el gasto público.
Se llega entonces a un carácter contracíclico de la política monetaria que predomina sobre la fiscal y a estabilizar la inflación alrededor de sus metas. El producto real alrededor del producto “natural”.
En el entretiempo, más o menos a comienzos de los años 90 entra en furor el Consenso y en nuestro país se produce a nivel de la economía lo que se conoció como la Apertura. El análisis sobre el efecto de esta concepción privatizadora y antiintervencionista se presenta en la próxima edición de La Bagatela.
Notas
[1] Smith A. Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones (1776). Fondo de Cultura Económica 1997; Malthus T.R. Essay on the Principles of Population (1798); Ricardo D. Principios de Economía Política y Tributación (1817). Ediciones Orbis,1985;
[2] Marx C. Das Kapital, Dietz Verlag 1974. Tomo 23 de Mega.
[3] Keynes J.M.: The General Theory of Employment, Interest and Money (1936). Edición de la Royal Economic Society de 1973.
[4] Hajek von F. A. Los Fundamentos de la libertad, 1960. En: https://www.academia.edu/38030131/Los_Fundamentos_de_la_Libertad_-_Friedrich_A_Hayek
[5] https://en.wikipedia.org/wiki/Mont_Pelerin_Society y Wapshott N., Keynes Hayek, The Clash that defined Modern Economics, Norton,2011.