El creador del Petronio
Luis Guillermo Restrepo Satizabal
Tomado de elpais.com.co 13/08/2016
Corría 1995. A la gobernación del Valle llegó Germán Patiño como asesor y hombre de confianza del gobernador Germán Villegas. Desde ese momento, su propósito de darle importancia a la cultura del Pacífico se transformó en obsesión que culminó en el festival folclórico más importante de Colombia y el de mayor convocatoria en América.
Germán poseía la más ecléctica de las formaciones. Marxista y uno de los fundadores del Moir, su espíritu libre y crítico le permitió pasar por encima de los dogmatismos y los guettos que han hundido a la izquierda colombiana en las divisiones eternas. Su filosofía libertaria le llevó a viajar por el interior de Colombia, a conocer la cocina y la literatura de todos los rincones del planeta y hasta tener un bar de salsa en Cartagena después de ser cadete de la Armada Nacional.
Y volvió al Valle luego de haber andado medio mundo, de haber estudiado en la Universidad de los Andes, donde lo conocí, y de haber probado todos los saberes, los sabores y las comunidades posibles. Fue así como descubrió la riqueza de la cultura negra que vivía casi enterrada en la indiferencia de la otra Colombia, la de los blancos y mestizos que ignoraban casi a propósito el tesoro del litoral y de su gente.
Entonces cambió la salsa por el sonido mágico del Chocó con sus chirimías, del Valle, Cauca y Nariño con las marimbas y los cununos, del Patía y el norte del Cauca con los violines y las cuerdas. Entonces se le convirtió en obsesión el contar lo que había visto, el estudiar lo que descubría, el entender lo que hay detrás de un alabao, de un abozao, de un aguabajo. De las novenas, de las alegrías, de los San Pachos.
En fin, de la felicidad, el amor y la cultura que permite a millones de personas superar con dignidad y altivez el abandono secular. Divulgar lo que descubría se convirtió en un deber para Patiño que no perdió la oportunidad de cumplirlo cuando el gobernador Villegas lo designó gerente cultural del Departamento. En ese momento lanzó su idea de hacer un festival, una fiesta de varios días con todos los recursos posibles para construirle a la cultura de los negros colombianos el lugar que le corresponde en nuestra Nación.
Así nació el Festival Petronio Álvarez, dedicado a quien fue símbolo de esa cultura. Y convenció a quienes trabajamos con él sobre la importancia y la grandeza de su empeño. Así lo emitimos desde el principio por Telepacífico, consiguiendo grandes audiencias. Cuando le preguntaron por qué no se realizaba en Buenaventura, Patiño contestó que esa cultura había que sacarla del Litoral y ponerla en Cali, la segunda ciudad de Colombia y la que, según él, es la capital natural del Pacífico.
Tuvo razón en todo. Tiempo después fue nombrado secretario de cultura de Cali, y se trajo la organización del Petronio. Desde entonces, el Festival se ha multiplicado hasta convocar a más de cien mil espectadores en sus presentaciones. Y aunque hay aspectos que deben ser corregidos, sigue siendo la mejor muestra de esa cultura negra que Patiño se empeñó en divulgar.
Veinte años han pasado desde el nacimiento del Festival Petronio Álvarez en el teatro al Aire Libre Los Cristales. La música y la cultura la siguen haciendo los negros del Pacífico, sus músicos asombrosos, sus cantaoras y sus tradiciones. Pero a nadie se le puede olvidar el apostolado que ejerció Germán Patiño Ossa para construir el espacio que lo hace posible.