Peñalosa: ¡No son mentiras, es verdad!
Debido a la tremenda importancia implicada en la decisión que deben tomar los bogotanos sobre la revocatoria o permanencia del alcalde Enrique Peñalosa, La bagatela reproduce el artículo publicado en facebook, por el secretario General (e) del PTC, Yezid García Abello, como un imprescindible material de reflexión de nuestros lectores, dada la decisiva repercusión que en el curso del movimiento democrático del país han tenido los sucesos de la lucha política en la capital durante los últimos lustros.
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La propiedad del sector financiero sobre los principales medios de comunicación es un hecho en crecimiento en el mundo de hoy, y Colombia no es una excepción. El más importante diario del país, El Tiempo, hace varios años ya dejó de ser “el periódico de la familia Santos” para convertirse en el “periódico del Grupo Financiero Sarmiento Angulo”. Y, por ello, sin pudor alguno, los editorialistas a sueldo del magnate juzgan amañadamente los hechos, condenan a algunos y absuelven a otros, según sus particulares intereses, según el rumbo de sus inversiones y según la prosperidad de sus negocios. Es decir, según las leyes, para ellos inexorables, del mercado.
En editorial reciente, titulado “La Revocatoria”, El Tiempo sale lanza en ristre a defender la administración de Peñalosa en Bogotá, haciendo afirmaciones y acusaciones sin sustento que solo son realidad en las mentes calenturientas del hombre más rico de Colombia y de su grupo financiero, quienes lo hacen convencidos de que aún en Colombia, como lo fue en el siglo anterior, una mentira escrita en El Tiempo se convierte automáticamente en “una gran verdad” para una opinión pública desprevenida y “fácilmente manipulable”.
Dice el editorial de marras que “hay derecho a disentir, a criticar y a revocar al alcalde” pero que “no resulta aconsejable recurrir a la mentira abierta y a la manipulación del electorado”, refiriéndose claramente a los ciudadanos, que en gran número y diversidad gremial, social y política, han decidido, libre y autónomamente, hacer uso de la Constitución y la ley, que contemplan la revocatoria del mandato de los alcaldes a través de la recolección de firmas y la convocatoria de un referendo al respecto. Es decir, según El Tiempo, las firmas se le solicitan a la ciudadanía con “mentiras y engaños”.
No es mentira, ni engaño a los firmantes de la revocatoria, que la venta de la ETB y del 20% de la acciones de la Empresa de Energía de Bogotá, no hizo parte del Programa de Gobierno que Peñalosa inscribió ante las autoridades electorales.
No es mentira que el valor de la ETB se incrementó considerablemente como consecuencia de las inversiones y programas de modernización que realizó la administración anterior como se puede corroborar con el precio de sus acciones en bolsa; y que el “doctor” y el actual gerente de ETB están empeñados en marchitar la calidad de servicios y la imagen corporativa de la empresa para feriarla al capital privado.
No es mentira que Peñalosa hizo aprobar en el Concejo de Bogotá vigencias futuras para la financiación de un Metro elevado sobre el cual no existen estudios financieros, ni técnicos ni diseños de ingeniería; y que por su culpa, la mayoría del Concejo prevaricó, como lo investiga actualmente la Fiscalía.
No es mentira que la actual administración liquidó el programa “Territorios Saludables” y despidió a miles de trabajadores de la salud, lo que se ha traducido en una drástica reducción de la calidad de la salud pública en la capital y ha contribuido a incrementar la congestión en las urgencias de los hospitales de la red pública hospitalaria.
No es mentira que el Alcalde, en acción que beneficiará a propietarios de terrenos, urbanizadores y financistas, pretende acabar con la reserva forestal Thomas Van Der Hammen, a través del cambio de uso del suelo de la reserva y la urbanización de buena parte de ella, en contravía del criterio de científicos, ambientalistas y ciudadanos del común, que defienden la existencia de esta reserva como fundamental para preservar el agua y la vida en el frágil territorio bogotano y para que Bogotá pueda enfrentar las consecuencias del cambio climático.
No es mentira que varios secretarios del Gabinete, altos funcionarios distritales y empresas que financiaron la campaña de Peñalosa tienen propiedades en la reserva Van Der Hammen y sus terrenos se valorizarían exponencialmente si la CAR, a pedido de Peñalosa, cambia el uso del suelo. Como tampoco es engaño a los firmantes de la revocatoria afirmar que varios secretarios aparecen mencionados en los Panamá Papers y los Panamá Data, y que todavía hoy no ha habido ninguna explicación al respecto.
No es mentira que hay abundancia de vendedores ambulantes en Bogotá porque hay desempleo, porque ha habido desplazamiento por la violencia, porque un modelo económico neoliberal llamado la “apertura económica” arruinó sectores clave de la industria y la producción agropecuaria nacional y, por ello, las leyes exigen concertación y soluciones previas antes de proceder, como lo hizo Peñalosa, al desalojo violento e irracional de una población vulnerable, que en precarias condiciones se gana la vida en las ventas callejeras y sólo solicita al Estado oportunidad de trabajar.
No es mentira que la inversión social, en términos reales, ha disminuido dentro del presupuesto distrital, especialmente en los aportes oficiales en primera infancia, adulto mayor, juventud, madres gestantes y embarazo adolescente.
No es mentira que los nuevos colegios que se van a construir en esta administración serán entregados en concesión a la educación privada, consolidando así la nefasta tendencia a debilitar la educación pública y a desconocer los avances pedagógicos y laborales del magisterio distrital.
No es mentira que el servicio de transporte público, especialmente, el Transmilenio, está sobresaturado, es crecientemente incómodo e inhumano, no ofrece seguridad a los usuarios y se ha convertido en un foco de inconformismo que, en cualquier momento, puede explotar.
No es mentira que el Alcalde ha declarado que Bogotá tendrá que padecer por 100 años el servicio de transporte en buses de Transmilenio, que esos buses hacen “lo mismo que el Metro” y cien estupideces más para tratar de convencer a la opinión pública de que el Metro es muy costoso y los trenes y los tranvías, que usan energías limpias, están reservados para otras latitudes.
No es mentira que cuando se critica cualquier aspecto de la administración del “doctor” esta responde, sin argumentos ni realizaciones, diciendo que “todo es culpa de la administración anterior, culpa de Gustavo Petro”.
Si el editorialista de El Tiempo tuviera en cuenta sólo los pocos aspectos y temas de interés ciudadano que se trataron brevemente en estas líneas entendería, como entiende a cabalidad la ciudadanía, por qué todas las encuestas, de todas las firmas encuestadoras, “rajan” a Peñalosa y lo sitúan como el mandatario de ciudad capital con menor aceptación y mayor reprobación del país.
¡Unidos revocamos a Peñalosa!
Bogotá D.C., 19 de enero de 2017.