Sergio Cabrera: “Vive la vida de tal forma que viva quede tras la muerte”
Desde España, su lugar de residencia desde hace algunos años, el director de cine y televisión antioqueño, Sergio Cabrera, a quien muchos seguramente recuerdan por sus películas, “Técnicas de duelo”, “La estrategia del Caracol”, “Perder es cuestión de método” o por series televisivas como “Escalona”, “La Pola”, “Garzón”… ha accedido a hablar con nosotros para rememorar algunos episodios de su vida y recordar sus mejores películas.
Por Luis Guillermo Cardona
Desde España, su lugar de residencia desde hace algunos años, el director de cine y televisión antioqueño, Sergio Cabrera, a quien muchos seguramente recuerdan por sus películas, “Técnicas de duelo”, “La estrategia del Caracol”, “Perder es cuestión de método” o por series televisivas como “Escalona”, “La Pola”, “Garzón”… ha accedido a hablar con nosotros para rememorar algunos episodios de su vida y recordar sus mejores películas.
Luis Guillermo Cardona: Los maestros dicen que “la tríada es la ley constitutiva de la vida y del universo”. Mirando un poco la cadena con la que se ha formado el universo, podemos comprobar que esto puede ser verdad: Se ha dicho que el universo lo creó un ser todopoderoso que se ha constituido en Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Creador hizo por su parte tres lumbreras: el sol, la luna y las estrellas. También creó tres reinos en la tierra: el reino Animal, el reino Vegetal y el reino Mineral. Surgieron tres seres vivos: El ser Humano, el ser Animal y el ser Vegetal. El ser humano fue constituido con Espíritu, Mente y Cuerpo. Su cuerpo se divide en Cabeza, Tronco y Extremidades; y está constituido de piel, carne y huesos. La mente tiene tres estados: Consciente, Preconsciente e inconsciente. El espíritu, por su parte, es Creador, Laborioso y Entusiasta, por eso decimos que las personas que no actúan de esta manera, son pobres de espíritu.
En este orden de ideas, conozco una familia que ha vivido con el lema: “Vive la vida de tal forma que viva quede tras la muerte”, y para no olvidarlo, esta frase hace parte del escudo familiar. Es la familia Cabrera Cárdenas. El padre, Fausto Cabrera, fue un escritor, poeta, actor… y director de teatro. Fundador, entre otras cosas, del Teatro Bellas Artes en Medellín. Además, fue un buscador y un luchador con una gran conciencia que influiría en sus hijos: Sergio y Marianella.
Sergio nació en Medellín y ha sido actor, escritor, director de fotografía, guionista, realizador de cortos y largometrajes cinematográficos…
Siguiendo el cuento de las tríadas hay tres clases de hombres: 1. Aquellos cuya vida transcurre sin mayor significado para sí mismos, para su familia o para la sociedad porque no tienen grandes aspiraciones, ni compromisos. 2. Aquellos que dejan un legado de sufrimiento, tristeza y/o tragedia, y para la humanidad representan una especie de obstáculo, un bloqueo a nuestro proceso evolutivo. Y 3. Aquella suerte de hombres que deciden buscar la trascendencia, dejando un valioso legado que contribuye a la evolución del mundo. Sergio, ¿estás de acuerdo con esta posición?
Sergio Cabrera: Sí, básicamente creo que es verdad.
L.G.C.: ¿Qué motivó que en ti surgiera ese propósito de ser también un hombre de trascendencia?
Sergio Cabrera: Nunca lo he pensado en esos términos. Nunca he pretendido ser una persona que tenga trascendencia. Casi diría que es resultado del azar por haber tenido éxito en algunas de mis aventuras teatrales, cinematográficas o políticas, pero nunca he buscado trascender. He buscado vivir, tener una voz. Soy una persona bastante tímida y he encontrado que, a través del cine, uno puede hablarle a la gente y hacerla reflexionar, pensando que las ideas son como las semillas y se puede sembrar la importancia de cosas como la tolerancia, la generosidad… No conozco otra forma de vivir que no sea intentando ayudar o hacer reflexionar a la gente.
L.G.C.: Tú tuviste dos tipos de formación fundamentales: La primera fue una formación de tipo político, que heredaste de tu padre, antiguo revolucionario español que huyó del franquismo y que tenía una conciencia de clase muy marcada y además influida por tu viaje a China donde te formaste en la Revolución Cultural; y la segunda formación, fue la espiritual. Imagino que pasaste por el I-Ching, el Tao Te King, y ese gran cúmulo de maestros orientales. Pienso que de aquí concluiste que este mundo andaba muy mal y que era necesario transformarlo.
Sergio Cabrera junto a su padre Fausto Cabrera durante el rodaje de “La Estrategia del Caracol”.
Sergio Cabrera: En parte sí, pero yo destacaría la influencia artística de mi padre, la cual siempre fue una base sobre la que he construido mis ideas y mis sueños. Pero, en la parte política, en aquella época el I-Ching y el Tao te King, no se publicaban porque el pensamiento contemporáneo de Mao Tse Tung ocupaba todo el espacio filosófico y cultural. A mí me tocó vivir en China entre los años 1963-1973, que es precisamente el período de la revolución Cultural donde todos los vestigios clásicos fueron prohibidos o escondidos… incluso la ópera clásica estaba prohibida. Efectivamente, yo sí me interesé en los libros que mencionaste, pero era casi un pecado contra la Revolución. Fue un período muy político que, en todo caso, terminó influyendo en mi pensamiento y alentó esa cierta rebeldía que siempre he tenido, y que me permitió escarbar en la filosofía clásica china a sabiendas de que era “pecado”.
L.G.C.: Además de esa laboriosidad, esa disciplina y ese ingenio que casi todo el mundo admira de los chinos, ¿Qué huella te dejó realmente la Revolución China?
Sergio Cabrera: En términos generales, la Revolución China me dejó una huella profunda de lo que es posible hacer cuando un pueblo está unido, tiene un sueño común, y decide sacar adelante a su país a toda costa. Cuando nosotros llegamos, China era un país muy pobre. El aeropuerto de Pekín era apenas tan grande como mi colegio en Bogotá: un pequeño edificio con una pista y sembrados de trigo a lado y lado… y en el hangar había dos aviones más el que nos llevó. En este momento, creo que Pekín tiene el aeropuerto más grande del mundo. China es un país que ha evolucionado y que ha tenido un cambio gigantesco gracias a ese sueño común. Esa ha sido una gran enseñanza para mí. En la época en que estuve militando como guardia rojo, el poder de las masas era deslumbrante.
L.G.C.: Alguna vez declaraste que el comunismo nunca había existido. ¿Qué razones te llevaron (o te llevan) a afirmar eso?
Sergio Cabrera: Eso es un hecho. No ha existido ningún país comunista porque (Karl) Marx señala claramente que, en el desarrollo histórico hay unas etapas económicas que se tienen que cumplir para poder pasar a la siguiente. Mao también lo dijo: Del esclavismo se pasa al feudalismo; del feudalismo se pasa al capitalismo; del capitalismo se puede pasar al socialismo, pero, para pasar del socialismo al comunismo, el mundo entero tiene que ser socialista. No sería posible aplicar el pensamiento comunista, como lo anheló Marx, si hay otros países que no lo son. El socialismo es “a cada cual según sus capacidades” y el comunismo es “a cada quien según sus necesidades” y no se puede llenar esa formulación del comunismo si todavía hay países con necesidades. Mientras no se supere la etapa socialista en el mundo, difícilmente podrá haber un país comunista.
En los países capitalistas hablan de los países socialistas como si fuesen comunistas, pero es un error. China es una república socialista lo mismo que Cuba. La Unión Soviética era un país socialista, y ahora Rusia, técnicamente es un país capitalista. Han retrocedido.
L.G.C.: Pasando ya al tema de tu cine, cuando se dio la ocasión de que realizaras tu Opera Prima, “Técnicas de Duelo”, ¿qué circunstancias favorecieron que llegaras a esa realización?
Sergio Cabrera: Más o menos en el año 1984-85, empecé a escribir el guion de “La Estrategia del Caracol”, con un amigo llamado Ramón Jimeno, pero, como no teníamos la experiencia de escribir rápido, nos demoramos más o menos dos años. Yo quedé muy contento con el guion, pero, me di cuenta de que sería muy difícil de rodar ya que exigía un presupuesto grande y se requería una habilidad y una experiencia que yo no tenía. Entonces comencé a buscar un guion más sencillo que no me ofreciera una dificultad mayor de la que yo pudiera manejar. En esas, hice amistad con Humberto Dorado, y un día, mientras almorzábamos, el me contó que había escrito un guion para Pepe Sánchez, pero que había desistido de rodarlo. Yo le pedí que me lo dejara leer y era el guion de “Técnicas de Duelo”. A mi me gustó mucho, le sugerí algunos cambios… y tres meses después fui a Focine (la empresa que se encargaba de los asuntos del cine) y hablé con la directora, María Emma Mejía y aunque estuvo un poco reticente al principio por mi inexperiencia en la dirección, finalmente me dijo que si conseguía un coproductor me apoyaría, y entonces conseguí que el ICAIC me apoyara; yo mismo puse otro dinero… y al fin pude rodar la película que fue mucho más idónea para alguien de mi experiencia.
L.G.C.: A mí la película también me gusta mucho. La disfruté muchísimo más la segunda que la vi recientemente, porque me pareció muy interesante y muy sensata, la manera como tú manejas toda esa situación del político que está en el poder -seguramente de derecha- el cual comienza a planear una serie de marrullas para deshacerse de la oposición. Eso sigue siendo absolutamente actual y me encanta el tono de comedia que mantienes todo el tiempo a pesar de que lo que estás planteando es bastante serio. Esto debería ser tenido muy en cuenta por la gente de ahora. ¿Había un propósito claro en ese tema que tú planteas en la película?
Sergio Cabrera: Sí, claro. La razón por la que me interesó esa película la acabas de resumir de alguna forma, es porque es una ilustración de como la izquierda se divide. El alcalde conservador está feliz de que la oposición se esté enfrentando entre sí y eso es lo que pasa en nuestro país permanentemente: la izquierda atomizándose y la derecha uniéndose alrededor de cualquier idea. De alguna forma para mí era un retrato del país.
L.G.C.: Después vino esa magnífica película con la que tú partiste la historia del cine colombiano: “La Estrategia del Caracol”. Como sé que lo fue, “Técnicas de Duelo”, también “La Estrategia…” parte de un hecho real. ¿Puedes contarnos acerca de ese suceso?
Sergio Cabrera: Cuando estaba estudiando cine en Londres, en un momento en que estábamos trabajando el Neorrealismo italiano, supimos que estaba basado, en gran parte, en noticias de prensa y en cosas muy de la calle. Un día, pedí a mi familia que me mandaran periódicos colombianos, y en un periódico, El Tiempo, había una noticia sobre un juez que, al ir a efectuar un desalojo, se había encontrado con que solo estaba el lote. La casa había desaparecido. Comencé a pensar en eso y tratando de imaginar por qué había desaparecido esa casa. El artículo sugería que la casa había estado habitada por reducidores y ladrones los cuales se habían robado su propia casa. Pero, como a mí me interesaba era contar una historia de esfuerzo y solidaridad, con ramón Jimeno fuimos reconduciendo la historia de tal forma que pudiera contar un poco mi experiencia en la vida revolucionaria y, para ese entonces, ya había pasado por la Revolución Cultural China, había estado cuatro años en la guerrilla del EPL y había visto muchas cosas que merecían ser condensadas en una película y eso es lo que intento hacer en, “La Estrategia del Caracol”. Por un lado quería contar un poco la historia de mi familia y por otra parte mostrar cómo se hace una revolución. Ya que no pude hacer la revolución que quería, pensé en hacer una revolución en miniatura y lo que sucede en la película es un proyecto de revolución. Los personajes van siguiendo todos los pasos que necesita una gran organización para triunfar: Desde establecer un plan, conseguir adeptos, establecer vínculos de confianza, preparar el proyecto de confrontación… todo responde un poco a mi experiencia revolucionaria… fallida.
L.G.C.: Pero lograste muy bien recrear en micro la estructura de un cambio social y queda muy bien plantada la célebre proclama: “Los pueblos unidos jamás serán vencidos”. En la película le das a tu papá, Fausto Cabrera, la oportunidad de mostrarse tal cual es. ¿Hablaron acerca de eso?
Sergio Cabrera: Sí, hablamos mucho de eso. Mi padre quería que el personaje fuera comunista, pero a mí me gustaba más que fuera anarquista. Comunistas y anarquistas no terminan de llevarse bien. Entre los comunistas, ser anarquista es casi un insulto, porque ellos siguen reglas y programas muy definidos. Yo quería que fuera anarquista, primero porque me gusta, me interesa el proyecto anarquista, y el personaje que él hacía era de corte anarquista. Él terminó aceptando y le encantaba su personaje porque se asocia con su pasado.
L.G.C.: Sin duda, “La Estrategia del Caracol” es una de las más bellas historias que se han contado en el cine colombiano. Sin embargo, luego decidiste dejar de contar las historias que se te ocurrían y comenzaste a adaptar a algunos escritores como Álvaro Mutis, Santiago Gamboa y Wendy Guerra. ¿Cuáles son las ventajas y desventajas que tú encuentras al embarcarte en una adaptación cinematográfica?
Sergio Cabrera: Escribir un guion original es muy difícil, toma mucho tiempo y no ofrece las más mínimas garantías. Cuando tú trabajas sobre una novela o sobre una obra teatral, ya hay una mínima garantía y es que te ha gustado a ti. (Stanley) Kubrick, recomienda que uno solo debe hacer adaptaciones literarias. Toda su obra son adaptaciones de novelas, y él decía, “ojalá que sean novelas que no hayan tenido mucho éxito”. Eso permite que la película pueda ser mejor que la obra. Cuando uno hace una adaptación, el resultado son dos cosas muy diferentes. La gente prefiere la obra literaria porque es mucho más completa, por eso recomendamos que primero se vea la película y después se lea la obra literaria. Cuando el ejercicio se hace al revés, generalmente uno queda decepcionado, porque al leer uno va haciendo su propia película y al ver que lo que el director imaginó es muy diferente de la idea que ya se tiene, hay decepción.
No es que sea fácil adaptar una novela, puede ser incluso más difícil que escribir un guion, porque tienes que encontrar las claves que te permitan crear las emociones y las sensaciones que tú sentiste cuando leías.
L.G.C.: Cuando se parte de una novela, yo diferencio dos estilos. En uno, se hace “Adaptación de… la novela tal”, que es buscar que la película sea lo más fiel posible al autor y a la novela misma. Y en el otro, se hace, “Basado en…”, que es cuando el director coge una novela -como tú hiciste con Álvaro Mutis-, pero la quiere contar a su manera: lo que siente, lo que cree, lo que interpreta... y se da inclusive el atrevimiento de hacer cambios, incluir nuevos personajes o eliminar los que no le parecen interesantes… o que siente que debe dejarlos de lado por la dimensión de la novela. Aunque es válido hacer una adaptación de la novela para ser fiel a una obra muy importante -por ejemplo, todos querríamos que nos cuenten, “Los Miserables”, en la versión de Víctor Hugo y no en la del director tal o cual, porque es una obra… para mí la más grande de la historia de la literatura- pero también valoro muchísimo y me gusta en muchos casos más el “basarse en… la novela”, porque el director tiene todo el derecho del mundo de hacer una obra que sea de él y no que sea la novela del escritor tal. Así como ha habido desaciertos, también ha habido grandes aciertos. Pienso, por ejemplo, en Richard Brooks, en Luis Buñuel o en Claude Autant-Lara, que han hecho películas “basadas en…” de una manera bastante brillante. El director tiene que arriesgarse a ponerle su sello personal a la película por más inspirada que esté en una obra famosa... pero tú has sido muy inteligente y te has basado en novelas que no han sido precisamente best-sellers y que han tenido un éxito muy moderado. ¿Volverías a adaptar alguna otra novela o te basarías en…?
Sergio Cabrera: Los dos proyectos en que estoy trabajando son guiones originales, pero no descarto la posibilidad, en el futuro, de volver a trabajar en una novela que me haga sentir deseos de traducirla a cine.
L.G.C.: Después hiciste una película que me gusta mucho por los aspectos formales de su realización y porque, además, la trama vuelve a mostrar una problemática muy marcada en la realidad colombiana y latinoamericana, “Perder es cuestión de método”. ¿Qué fue lo que te interesó de la novela de Santiago Gamboa?
Sergio Cabrera: Esa historia tiene mucho que ver con mi paso por la Cámara de Representantes. Me eligieron, y me nombraron, luego, como Vicepresidente segundo. Eso me daba la posibilidad de una cercanía muy grande al poder… ¡y ver como se manipulaba ese poder y cómo los congresistas son una especie de vasallos a la espera de instrucciones de cómo votar y qué hacer, pero al mismo tiempo intentando hacer sus propios negocios y legislar para ellos mismos! Todo eso lo vi y lo viví de cerca… y cuando salí de la Cámara de Representantes, leí la novela de Santiago Gamboa que habla mucho de eso, pero refiriéndose al Concejo de Bogotá donde igual manipulan y hacen chanchullos… y me pareció interesante porque era vivir en otro tono lo que había vivido en la Cámara de Representantes. Era, un poco, una radiografía de la corrupción colombiana.
L.G.C.: Una última pregunta, Sergio: ¿Volverías a Colombia? ¡Estás como muy amañado en España!
Sergio Cabrera: Si tengo proyectos que me interesen, televisión o cine, volvería, pero mientras tanto prefiero estar aquí porque tengo tres hijos, mi esposa (Silvia Jardim)… en cambio, en Colombia solo tengo una hija y mi hermana. Básicamente, lo que me gusta de España es estar cerca de la familia, pero siempre listo para ir a Colombia cuando haya un proyecto que me parezca interesante.
Entrevista realizada el martes 5 de octubre de 2021