21 de noviembre: le llegó el turno a Colombia
Al paro y a las marchas cada vez se suman nuevas fuerzas y sectores. La convocatoria se inició con las centrales obreras, la coordinadora de organizaciones sociales, las organizaciones universitarias, los indígenas, la Cumbre Agraria y se han venido sumando, los partidos de la oposición representados en la bancada alternativa, muchos congresistas de los partidos independientes, personalidades del mundo académico, deportivo , periodístico y artístico, el movimiento de Defendamos la Paz, la iglesia Católica, la nueva reina nacional de la belleza, pequeños y medianos productores y comerciantes del campo y la ciudad, entre otros.
Por Fabio Arias Giraldo
Fiscal de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) / @fabioariascut / Tomado de www.las2orillas.co
Hay conmoción en nuestro vecindario. En julio una fuerte, variopinta y rápida movilización social hizo renunciar al presidente de Puerto Rico. Desde septiembre se agita la huelga general en Haití exigiendo la renuncia de su presidente. En Ecuador en el mes de octubre se desencadenó una extraordinaria protesta social contra su presidente y su paquetazo neoliberal. En Chile desde el pasado 14 de octubre hasta hoy se desarrolla una portentosa movilización social exigiendo una asamblea nacional constituyente que cambie la actual constitución Pinochetista. En medio de esta febril actividad social, los argentinos después de largas y extensas movilizaciones y protestas lograron derrotar en las urnas el gobierno neoliberal y regresar a un gobierno progresista. Y en Bolivia se desata una fuerte lucha social, abiertamente reprimida por el ejército y la policía, contra el golpe de estado agenciado desde Washington.
Y ahora en Colombia nos aprestamos a realizar una fuerte movilización social y política el próximo 21 de noviembre con la realización de un paro nacional y desbordadas marchas a todo lo largo y ancho de su territorio.
¿Qué está pasando? Pues que, con la excepción de Bolivia, frente a una nueva oleada de medidas típicamente neoliberales, todas ellas del recetario de FMI, el BID y la OCDE, que tantos estragos ha causado en la región, las naciones y los pueblos vienen reaccionando, en el entendido que dichas medidas causarán mayor precariedad, ahondando sus ya gravosas condiciones económicas, sociales y laborales.
Y esto es lo que ha determinado la amplia convocatoria y participación anunciada para el paro del 21 de noviembre en Colombia, a pesar de que el gobierno insista en sostener contra toda evidencia, que no hay razones para el paro y que lo que se quiere es crear caos y violencia para desestabilizar el gobierno.
Pues empecemos diciendo que las razones de esta protesta en Colombia las motiva el hecho de que el gobierno no tiene respuestas para defender la vida de líderes sociales, indígenas y desmovilizados de la guerrilla de las Farc. Incumple los acuerdos de paz, cuando no intenta hacerlos trizas. Y ofrece o anuncia un típico paquetazo del FMI y la OCDE en el que se incluyen reforma tributaria, laboral y pensional. Privatizaciones como la venta de ISA, Ecopetrol y Cenit para cuadrar caja. Los sobrecostos en la tarifa de energía eléctrica para socializar las pérdidas de la corrupta Electricaribe. Etcétera, etcétera.
Y a pesar de que sostenga que no hay textos de la reforma laboral y pensional, la ministra de Trabajo de una parte y de la otra el ministro de Hacienda, se han encargado, en sendas entrevistas con Yamit Amat publicadas en el diario de Luis Carlos Sarmiento Angulo, El Tiempo, una el 7 de octubre donde la Dra. Alicia Arango afirma que se requiere una reforma laboral cuyas bases sean " contratar (laboralmente) de muchas maneras y vinculación por horas" y el 21 de octubre el Dr. Alberto Carrasquilla afirmó hablando de pensiones "La gente se pensionará con lo que ahorre" es decir, se elimina el régimen solidario de prima media de Colpensiones. Esto muestra que si hay intenciones de esas reformas y de esas maneras, que han quedado pendientes para el próximo año, dado que al gobierno le declararon inexequible la ley de financiamiento y como debe cumplirles a la plutocracia nacional y extranjera, debe nuevamente presentarla, en medio de un congreso adverso y en medio de una gran debilidad dado la estruendosa derrota sufrida en las elecciones territoriales del pasado 27 de octubre y reflejada en las encuestas, donde se muestra hasta un 70 % de desfavorabilidad de este gobierno de Iván Duque.
En estos últimos días de la víspera del paro del 21 de noviembre, el gobierno, adicionalmente, se ha dedicado a generar un clima de zozobra y terror, anunciando facultades a los gobiernos territoriales para que puedan declarar medidas de excepción como ley seca y/o toques de queda y el gobierno nacional anunciando fiscales especiales para la judicialización de quienes protestan por imaginables acciones violentas y la militarización del país, en vez de ofrecer las garantías para la protesta que la constitución y la ley ordenan.
Se trata de desestimar la protesta
Afortunadamente cada vez se suman nuevas fuerzas y sectores al paro y a las marchas. Se inició con las centrales obreras, la Cumbre Agraria, la coordinadora de organizaciones sociales, las organizaciones universitarias, los indígenas y se han venido sumando, los partidos de la oposición representados en la bancada alternativa, muchos congresistas de los partidos independientes, personalidades del mundo académico, deportivo, periodístico y artístico, el movimiento de Defendamos la Paz, la nueva reina nacional de la belleza, pequeños y medianos productores y comerciantes del campo y la ciudad, así como también la Iglesia católica, entre múltiples personalidades.
Se ha generado un verdadero ambiente de inconformidad creciente, que con los llamados reiterados a la movilización pacífica de los convocantes y los múltiples yerros del gobierno, se consolidará la más fuerte movilización social de los últimos treinta años en Colombia, expresando un mensaje cada vez más esperanzador de que otra Colombia es posible.
Y no es por voluntad del Foro de São Paulo, como lo vende ahora el partido del presidente Duque, sino por la inconformidad frente a estos gobiernos que no atienden a la mayoría de la población que se debate entre la precariedad y la desesperanza de sus jóvenes.
Definitivamente, le llegó el turno a Colombia.