Copa Libertadores en medio del paro: “Sin justicia social no hay fútbol”

¨El alcalde de Barranquilla confirma que le pusieron reggaeton
en el vestuario al plantel de River
para que no escucharan los tiros en las cercanías al estadio.
Cada vez más parecido a lo que sufrió el pueblo argentino en el 78.
Fútbol y circo, para tapar la realidad¨.

Twit del periodista argentino Pablo Carroza

Las jornadas de protestas sociales que se han expresado en las portentosas movilizaciones en todo el país con el protagonismo de la juventud, revelan que los jóvenes luchan por sus derechos y por reales oportunidades para la realización de sus proyectos de vida que hoy se les niega. En la tercera encuesta sobre el Estudio de percepción de jóvenes, realizada por la Universidad del Rosario, Cifras y Conceptos y El Tiempo, arrojó que el 63% de los jóvenes encuestados se ha manifestado de alguna forma en estas movilizaciones y el 84% se sienten representados por el paro nacional.

Esta indignación ha tenido un nuevo epicentro, el fútbol, pero que no surgió en este paro, sino que, por el contrario, viene gestándose a la par con la exclusión de la juventud de los espacios laborales y educativos. En las barras de los diferentes equipos se encuentran los jóvenes de todas las condiciones sociales a los cuales los unen, no sólo su afición por el equipo, sino también los problemas que les son comunes. También los jugadores colombianos están expresando abiertamente sus posturas, la mayoría de ellos a favor del paro y la burbuja que rodea al fútbol explotó dejando claro que el juego no es ajeno al contexto histórico y social en que se juega.

La indignación de los jóvenes, expresada en el apoyo y la participación en el paro, reflejan la profunda deuda social que el Estado tiene con la juventud colombiana y por ello luchan contra el no futuro. El desempleo los impacta con más fuerza, principalmente a las mujeres jóvenes: en el trimestre noviembre 2020-enero 2021 hubo un incremento de 299 mil mujeres desocupadas entre 25 y 54 años frente a 224 mil hombres desocupados en el mismo rango de edad en las 13 ciudades y áreas metropolitanas.

Esta indignación ha tenido un nuevo epicentro, el fútbol, pero que no surgió en este paro, sino que, por el contrario, viene gestándose a la par con la exclusión de la juventud de los espacios laborales y educativos. En las barras de los diferentes equipos se encuentran los jóvenes de todas las condiciones sociales que los unen, no sólo su afición por el equipo, sino también los problemas que les son comunes. Al respecto, Jhon Londoño en su libro “Juventud sin oportunidades. Las barras ultras: un paradigma de indolencia estatal” (2015), indaga sobre la percepción de los jóvenes integrantes de las barras y sobre la identidad, la pertenencia de los hinchas y la estructura de las barras ultras, concluyendo: “En consecuencia, el difícil acceso a la educación, a la salud, al trabajo y, además, la falta de escenarios de recreación y de práctica deportiva, son aspectos bastante cuestionados por los entrevistados; pues la falta de intervención e inversión por parte del Estado, mantiene la desigualdad, la exclusión y la estigmatización, especialmente de los miembros jóvenes de las barras ultras”.

Es en este complejo y crítico escenario de exclusión y marginamiento a los jóvenes, que se suma a la estigmatización hacia las barras, que se manifiesta en su participación en el paro como forma de expresión de un importante sector de la juventud, en el que ocurren las protestas contra la realización de los partidos por Copa Libertadores en las ciudades de Barranquilla y Pereira.

La decisión del alcalde Jaime Pumarejo de autorizar la realización de los partidos Junior-River Plate y América de Cali-Atlético Mineiro, pese a la oposición expresada por diversos sectores de la ciudad, incluidas las barras del Junior y de las organizaciones sociales que participan en el paro, conllevó a la convocatoria de un plantón en las inmediaciones del estadio Romelio Martínez, para manifestarse en contra de que se jugaran estos partidos. La respuesta del alcalde fue la de autorizar al Esmad reprimir violentamente a los manifestantes con bombas aturdidoras y gases lacrimógenos, que se escucharon en todo el sector y con más fuerza en el estadio, perjudicando la realización del juego en varias oportunidades incluido el minuto de silencio en homenaje a las víctimas de la pandemia, afectó a los jugadores, cuerpo técnico y a los árbitros. El resultado de la agresión policial dejó como resultado al menos 77 personas heridas, principalmente jóvenes, así como ataques a la misión médica y a los defensores de derechos humanos.

Lo sucedido fue transmitido por los canales de televisión que cubren el torneo y se convirtió en el tema principal de todos los medios informativos en todo el mundo quienes, en su mayoría, reprocharon la realización de estos partidos. Al respecto, Diego Latorre en la transmisión del partido Junior-River Plate dijo: “El futbolista participa de la sociedad, es parte de la comunidad. No es solo un futbolista, es una persona que juega al fútbol. Por eso hablaba de la sensibilidad, sobre todo por el poder que tiene. Parece un acto de irrespeto hablar del fútbol cuando están pasando cosas graves que importan de verdad, al igual del fútbol, en otra escala”. Por su parte, Mariano Closs, también se refirió a la situación social: “En las afueras de este escenario todavía hay movimientos sociales de los amigos colombianos” (…) “No debe ser fácil un partido con una atmósfera complicada. Ustedes en sus casas y nosotros acá también estamos sintiendo lo que pasa afuera”. Una vez finalizado el partido, el técnico del equipo River Plate, Miguel Gallardo planteó que “Uno no se puede abstraer de lo que está pasando (...) No es normal jugar un partido en una situación tan inestable”.

Por su parte, los periodistas brasileños también expresaron críticas a lo sucedido en el partido América de Cali-Atlético Mineiro. Gabriel Vaquer, de UOL Esporte señaló: “América de Cali y Atlético, ruedan al son de bombas de gas disparadas por la Policía colombiana. Qué cosa tan extraña y lamentable”, publicó el periodista. Igualmente, el periodista argentino Pablo Carroza publicó en twitter: “América - Mineiro se demoró unos minutos por las detonaciones y los gases lacrimógenos provenientes de las cercanías al estadio de Barranquilla. Afuera se están matando. Adentro se está jugando un partido de fútbol. La gente parece no importar. El show debe continuar.”

En el contexto del partido jugado en Pereira entre Atlético Nacional y Nacional de Uruguay, en el que no hubo agresión por parte del Esmad y por el contrario se conformó una mesa de diálogo entre la alcaldía de la ciudad y las organizaciones sociales, se destaca la posición del equipo uruguayo quienes habían negado a jugar el partido hasta que tuvieron que hacerlo por orden de la Conmebol. Al respecto, Gonzalo Vega, jugador de ese equipo se refirió diciendo que “Pasaron muchas cosas antes del partido. Estábamos en una incertidumbre, no sabíamos bien qué estaba pasando, pero jamás le dimos la espalda al pueblo colombiano y creo que entendemos su situación”.

Luego de estos partidos se realizó una reunión entre los capitanes de los equipos que integran la liga profesional colombiana de la que salió un comunicado de la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) en el que se solidarizan con los colombianos que exigen un país mejor indicando que “nos unimos a esas voces que piden un país más justo, equitativo e inclusivo, en el que se nos garanticen a todos, sin distinción, las condiciones mínimas para vivir con dignidad”. Al mismo tiempo solicitan al gobierno nacional que “tramite sin dilación, promoviendo los mecanismos que garanticen un verdadero diálogo social” y finaliza proponiendo que “hasta tanto no se resuelva la actual situación de orden público que afecta a todo el país y pone en riesgo nuestra integridad, no se programen los partidos de las competencias en los torneos locales”.

Lo ocurrido en Barranquilla y Pereira también “tiene repercusiones respecto de la realización de la Copa América en la que Colombia comparte sede con Argentina. El Tiempo, en nota publicada el 13 de mayo, informó: en la mañana de este miércoles 12 de mayo tres de los más importantes patrocinadores de la Copa América le habrían dicho a la Conmebol que ellos “no iban a participar en un torneo en un país de tan difícil situación de orden público y cuestionado por importantes organismos internacionales de no respetar los derechos humanos”. Por su parte, el uruguayo Edinson Cavanni, jugador de la Selección de ese país, lanzó duras críticas a la Conmebol: “La Copa América no debería jugarse en Colombia. Conmebol está pensando únicamente en dinero y haciéndole un favor al Gobierno encubriendo con fútbol toda la ineptitud que ha causado durante los últimos años”.

Lo ocurrido en Barranquilla y Pereira revivió el contexto de lo sucedido en el mundial de Argentina 78 organizado por la dictadura militar José Rafael Videla para tapar los crímenes y desapariciones de miles de argentinos víctimas de la represión, como lo expresó en twitter el periodista argentino Pablo Carroza: “El alcalde de Barranquilla confirma que le pusieron reggaeton en el vestuario al plantel de River para que no escuchara los tiros en las cercanías al estadio. Cada vez más parecido a lo que sufrió el pueblo argentino en el 78. Fútbol y circo, para tapar la realidad”. También se revivió lo sucedido en Chile cuando el dictador Augusto Pinochet convirtió el Estadio Nacional de Chile en el campo de concentración donde se torturó y asesinó a prisioneros políticos durante y después del golpe militar en septiembre de 1973.

Los colombianos también recordamos que en 1985, durante los peores momentos de la retoma del Palacio de Justicia, la entonces ministra de Comunicaciones Nohemí Sanín ordenó a Inravisión transmitir el partido Millonarios-Unión Magdalena por los dos canales nacionales, enlazado con las emisoras radiales, para evitar que el país siguiera conociendo lo que estaba sucediendo, especialmente las súplicas del presidente de la Corte Suprema de Justicia Alfonso Reyes Echandía al presidente Belisario Betancur de detener la acción militar para garantizar la vida de los magistrados y demás personas que estaban dentro del Palacio, lo que finalmente no sucedió con el consiguiente saldo trágico en personas asesinadas y desaparecidas por el Ejército.

Indudablemente que la realización de los partidos del 12 y 13 de mayo tuvieron como propósito el de desviar la atención de lo que sucede en el país pero lo ocurrido demuestra que el resultado fue completamente distinto: la indignación del pueblo colombiano se conoció aún más a nivel internacional y la prensa deportiva del continente se solidarizó con la lucha de los jóvenes y el pueblo de Colombia.  Los jugadores colombianos están expresando abiertamente sus posturas, la mayoría de ellos a favor del paro y la burbuja que rodea al fútbol explotó dejando claro que el juego no es ajeno al contexto histórico y social en que se juega.