Política y pandemia: Algunas reflexiones respecto a un artículo de Susan Watkins
En reciente artículo de Susan Watkins, se abordan diversos aspectos relevantes en torno a la relación entre dos variables: política y pandemia. Watkins analiza la situación de pandemia en un número apreciable de países y el autor hace una comparación con el caso colombiano, donde concluye que es muy relevante lo que tiene que ver con el casi nulo apoyo del Estado a la ciencia y tecnología de punta, lo que deja al país en una constante dependencia del exterior. Si bien es importante resaltar el talento humano y técnico de muchos profesionales de nuestra nación, que lograron diseñar ventiladores y descubrir aspectos del virus, es inocultable la poca capacidad tecnológica del país y su absoluta dependencia de otros. Y finaliza afirmando que Colombia en la actual coyuntura de desazón e incertidumbre, debe consolidarse en respuestas sociales a gobiernos perversos como el de Duque.
Por Esteban Morales Estrada
Magister en Historia y docente
En un reciente artículo, aparecido en New Left Review (n° 125, noviembre/diciembre de 2020), escrito por Susan Watkins, se abordan diversos aspectos relevantes en torno a la relación entre dos variables que hasta hace un tiempo no parecían tener conexiones recíprocas: política y pandemia. Considero relevante señalar algunos aspectos de dicho texto, para al final, llevar a cabo algunas reflexiones de plena validez para nuestra atormentada y cómica realidad política nacional.
Un primer elemento que conviene señalar es que Watkins parte de la intención de contestar un artículo de Francis Fukuyama, que en resumen plantea que el desempeño de los gobiernos “populistas” ha sido en general perverso, por el solo hecho de su carácter populista, mientras cree que lo ideal habría sido enfrentar la pandemia por medio de un gobierno de expertos. Sin embargo, Watkins comienza proponiendo abordar el problema desde otra óptica. En primer lugar, nos propone que la manera más adecuada de medir los impactos del covid-19 es calculando el número de muertes por millón de habitantes; de lo cual deduce que los gobiernos populistas de Brasil y EE. UU. (dirigidos por Trump y Bolsonaro), no fueron los más afectados por la pandemia, sin olvidar sus pésimas gestiones de la misma. En segundo lugar, Watkins propone abordar el problema de la relación política-pandemia desde un ángulo multinivel, usando conceptos como “coyuntura” o “larga duración”, buscando ver las conexiones, contactos o puentes entre “el acontecimiento exógeno de la pandemia, las coyunturas políticas nacionales e interestatales sobre las que gira y las dinámicas competitivas subyacentes de la economía capitalista mundial” (pág. 8). Lo anterior no hace más que hacer un llamado en torno a analizar las situaciones pre-pandémicas, así como los diversos niveles estructurales que tienen que ver con que a un país le vaya mejor que a otro. La pandemia es como una carrera contrarreloj, en la que algunos competidores llegaron mucho más agotados que otros y partieron con claras desventajas fácticas. No se trataría entonces de lanzar juicios totales, al estilo de Fukuyama, que indirectamente está interesado en mostrar una antinomia o dicotomía clara entre “caos o competencia liberal” (pág. 9).
Watkins propone un análisis con base en los elementos señalados arriba de varios países, que por razones de espacio no mencionaré en su totalidad aquí.
Para el caso del Perú (que presenta grandes similitudes con Colombia), la pandemia llegó en medio de problemas estructurales de graves características:
- Un sector minero afectado profundamente por la desaceleración económica desde 2014.
- Sector pesquero con graves problemas de sostenibilidad debido a la crisis climática.
- Élite cleptocrática, con profundos problemas de corrupción.
- Tasas apabullantes de informalidad.
- Un marco de seguridad social débil y esquelético.
- Programas sociales limitados y poca cobertura de los mismos.
- Conflictos internos marcados entre las distintas élites políticas.
Sin duda, en un escenario como este, la pandemia no fue enfrentada de la mejor manera. Sumado a algunos aspectos como las altas tasas de informalidad, o los limitados programas de respaldo a los sectores más necesitados, en Colombia se dio una crisis sanitaria abrumadora en medio de una administración que no tiene experiencia suficiente en el manejo del Estado y con posiciones ambivalentes.
Para el caso de la India, el gigante enigmático de oriente, Watkins muestra que, también la gestión de la pandemia fue un desastre, pero condicionada por situaciones previamente patentes de manera permanente:
- Gobierno de extrema derecha, con un partido de masas fuerte y cuadros políticos entrenados eficientemente.
- Aplicación del recetario neoliberal dictado por la “política global”.
- Procesos complejos de segregación y persecución de la comunidad islámica en el país.
- Una gestión “hipercentralizada” de Modi (primer ministro de la India).
- Una gigantesca masa de trabajadores informales y en precariedad.
- Modi ha aprovechado la coyuntura para “forzar la aprobación de la desregulación de la agricultura y de otras medidas favorables al libre mercado” (Pág. 13).
- Medidas de apoyo social tardías.
- Problemas en torno a la confiabilidad de las cifras, debido a los problemas inherentes a una inmensa población, sumado a un vasto territorio.
Para este caso, podemos ver también similitudes con Colombia. Quisiera destacar las limitadas ayudas sociales que ha brindado el gobierno nacional a la población que vive del rebusque y del día a día, sumado a la concentración creciente de poder en manos del Ejecutivo, que ha usado sistemática y permanentemente la situación actual de anormalidad para colocar en puestos claves del Estado a amigos, más que a competentes funcionarios y tecnócratas. Para el caso de la India, Watkins cierra diciendo que “igual que con Bolsonaro, la incompetencia de la extrema derecha ha encontrado crecientes niveles de apoyo” (Pág. 14).
Alemania, es otro de los países analizados por Watkins. En el caso del país europeo, el balance es más positivo, lo que también se explica por aspectos anteriores al covid:
- La autora resalta que pese a la relevancia mediática que ha adquirido Merkel en torno al manejo eficiente, salomónico y técnico de la pandemia, su papel no ha sido tan central en la práctica, debido a la importancia de los poderes locales en la estructura política alemana, con un modelo o sistema descentralizado.
- Alemania también tuvo un punto a su favor en lo referente a la versátil, dinámica, importante y poderosa infraestructura de “ingeniería de alta calidad”, que pudo desplazarse tranquilamente “hacia la producción de suministros médicos”.
- El país europeo también contaba con un eficiente y financiado sistema de infraestructura y atención sanitaria, lo que le permitió salir mucho mejor librado de la emergencia actual de pandemia.
A diferencia de los casos anteriores, vemos que Colombia tiene pocas cosas en común con el caso alemán. Muy relevante sobre todo el segundo punto, que tiene que ver con el casi nulo apoyo del Estado a la ciencia y tecnología de punta, lo que deja al país en una constante dependencia del exterior. Si bien es importante resaltar el talento humano y técnico de muchos profesionales de nuestra nación, que lograron diseñar ventiladores y descubrir aspectos del virus, es inocultable la poca capacidad tecnológica del país y su absoluta dependencia de otros. Al parecer, según el modelo de desarrollo imperante, Colombia es solo productor de carbón, café, esmeraldas y caña…
Finalmente, la autora dedica a EE. UU. un detallado análisis:
- Watkins comienza recordándonos que el covid llegó al país norteamericano en medio de un gran malestar económico, con algunas “recuperaciones incapaces de crear empleo, crecimiento anémico, desindustrialización” (Pág. 17).
- Para la autora, Trump no es la causa, sino un síntoma del declive y los grandes conflictos presentes en EE. UU., siendo un “enérgico agente de la polarización” (Pág. 18).
- Pese a las constantes irresponsabilidades y bribonadas de Trump, según Watkins, EE. UU. presenta cifras importantes “que arrojan índices de utilización [de mascarillas] mucho más elevados que los registrados en Dinamarca o Suecia” (Pág. 18), lo que muestra que hay que matizar afirmaciones respecto a la influencia de las posturas anticientíficas y desafiantes del saliente mandatario en la población norteamericana, al tiempo que se debe evitar y limitar la idealización de los países del norte de Europa.
- Para Watkins, el elemento más nefasto de Trump en torno al covid, fue haber menospreciado el peligro de la pandemia presente.
- Algunos problemas que precedieron a Trump, y que continuarán siendo un problema en la sociedad norteamericana en los próximos años, aumentaron el impacto de la pandemia, entre los que la autora destaca el desastroso y perverso sistema sanitario del país, problemas laborales (salarios bajos), raciales (segregación) o sociales (epidemia de obesidad).
- En Estados Unidos, ambos partidos (tanto republicanos como las mayorías demócratas) han mostrado una propensión a favorecer al capital, y tendencias plutocráticas, lo que sumado a las graves fisuras y conflictos de dicha sociedad (venta de armas en aumento, movilizaciones sociales de varios sectores y grupos, agresión policial) constituyen una mezcla compleja.
Después del análisis de estos países (y otros como China y Brasil), uno de los aspectos más destacables es que las naciones que mejor afrontaron la pandemia (según Watkins), Corea del Sur, Taiwán, Japón, Vietnam, Alemania etc., unen dos aspectos muy importantes y bastante escasos para el caso colombiano: una eficiente administración pública, y unos “niveles comparativamente bajos de desigualdad social” (Pág. 19).
Dos aspectos señalados por Watkins deben despertar la reflexión. En primer lugar, el ascenso de múltiples escenarios de confrontación social por todo el mundo, que han afectado a Colombia en la actual coyuntura de desazón e incertidumbre, debe consolidarse en respuestas sociales a gobiernos perversos como el de Duque. Partiendo de este punto, considero que dos tareas centrales en este periodo deben ser la crítica frontal, argumentada, constante y permanente al gobierno actual, y la ampliación de la influencia del PTC en la población colombiana (a lo que contribuyen cosas como las Charlas en Cuarentena, la aparición periódica y constante de La Bagatela y los esfuerzos de difusión de la misma, así como la participación permanente en las actividades de movilización social, y un papel en la consolidación y búsqueda de la unidad de las fuerzas alternativas). En segundo lugar, retomando a Watkins y su texto, “la cuestión en perspectiva no es tanto la desaparición del populismo, sino en realidad que nuevas formas políticas pueden tomar estas protestas de masas incipientes durante la década de 2020” (Pág. 21). Este aspecto, aterrizado al medio colombiano, debe despertar la reflexión en torno a la participación del PTC en las coyunturas venideras. En ese sentido, es urgente consolidar una participación en los ámbitos regionales y legislativos, que permitan el crecimiento y la consolidación del partido, así como la revisión de las posturas respecto a las coyunturas posibles, intentando hacer un pronóstico acertado, y movilizarse en una ruta ideológica realista y sostenible. En resumen, en medio de un escenario de movilizaciones sociales y de desazón con el actual gobierno, la tarea central del partido debe ser definir qué papel jugará en ese ámbito complejo y dinámico.