“No puedo respirar”
La paciencia del pueblo norteamericano se desbordó; un atropello más, la muerte de George Floyd un afrodescendiente brutalmente privado de vida por asfixia traumática y/o estrangulación, fue la chispa que provocó un alud de indignación de los ciudadanos norteamericanos, que se inició con el incendio del cuartel de policía en Minneapolis. Las protestas se han multiplicado después del fatídico 25 de mayo cuando los métodos de inmovilización policivos quitaron la vida a Floyd. En la primera semana cerca de 160 ciudades fueron escenario de movilizaciones históricas, no solo por el riesgo que corren los manifestantes de contagiarse del coronavirus, (EE. UU. es el país con más muertos y afectados en el mundo), sino porque las protestas se convirtieron en un enfrentamiento directo con la administración que ha exacerbado al extremo la discriminación racial, el odio al extranjero y el uso de la violencia militar imperial, en este caso contra los propios ciudadanos estadounidenses.
Por Redacción de La Bagatela
Fueron 8:46 angustiosos minutos en que George Floyd tuvo el peso de la rodilla de un gigantón de un policía sobre su cuello hasta que murió. De nada valió su reiterado clamor: “I can´t breathe” al agente entrenado con métodos para intimidar, para quitar la vida, quien no se inmutó y mostró la efectividad del entrenamiento rutinario, de su brutalidad y de su habilidad criminal.
La paciencia del pueblo norteamericano se desbordó; un atropello más, la muerte de George Floyd un afrodescendiente brutalmente privado de vida por asfixia traumática y/o estrangulación, fue la chispa que provocó un alud de indignación de los ciudadanos norteamericanos, que se inició con el incendio del cuartel de policía en Minneapolis, sede del crimen, y se extendió por todo el país. La población por su cuenta y por dos semanas ha salido día y noche a las calles en todo el país, hasta aferrarse a las rejas de la Casa Blanca exigiendo el final de todas las prácticas excluyentes y violentas propiciadas por el actual gobierno.
Las protestas se han multiplicado después del fatídico 25 de mayo cuando los métodos de inmovilización policivos quitaron la vida a Floyd. En la primera semana cerca de 160 ciudades fueron escenario de movilizaciones históricas, no solo por el riesgo que corren los manifestantes de contagiarse del coronavirus, (EE. UU. es el país con más muertos y afectados en el mundo), sino porque las protestas se convirtieron en un enfrentamiento directo con la administración que ha exacerbado al extremo la discriminación racial, el odio al extranjero y el uso de la violencia militar imperial, en este caso contra los propios ciudadanos estadounidenses. Cientos de videos muestran a los oficiales de policía empujando, golpeando y derribando a la gente, rociándolos con gas pimienta y lacrimógenos, disparando balas de goma y atropellándolos con caballos y patrullas. Miles de manifestantes han sido detenidos. Los manifestantes han dado una muestra de valor, de persistencia y determinación y han enseñado a la humanidad el camino a seguir: enfrentar los gobiernos autoritarios y violentos que rigen en buena parte del planeta.
La respuesta de Trump ante la indignación popular no ha variado a lo que ha sido su mandato. Se puede afirmar que ha enfrentado al mundo en su afán por retornar a la época de ser EE. UU. la potencia indiscutida en el universo. Su fin es “hacer EE. UU. grandioso de nuevo”, con esta consigna ganó la mayoría y obtuvo la presidencia. Ha retirado a EE. UU. de pactos ya firmados y de compromisos sobre diversos asuntos de interés mundial, (ambientales, armas nucleares de Irán, OMS), enfrentado a naciones (China, Venezuela, Cuba), promovido golpes de Estado (Bolivia) y desplegado tropas para intervenir en asuntos internos de naciones (frontera con México, recientemente a Colombia). Ante el rechazo generalizado al desenfreno policial contra los manifestantes, adoptó la “ley de insurrección” emitida en 1807 que le “permite” enfrentar a la población en la calle, utilizar el Ejército para sofocar las protestas, incluso pasando por encima de la voluntad de los gobernadores; luego se metió al bunker presidencial debajo de la Casa Blanca. Hasta el exsecretario de Defensa de esta administración, James Mattis, criticó al presidente por hacer un “esfuerzo deliberado” por dividir a la nación y se opuso a la medida. El viernes 5 de junio ya eran 41.500 miembros de la Guardia Nacional en las calles de 33 estados para reprimir las marchas. Esa misma tarde, la alcaldesa de Washington pidió a Trump retirar la Guardia Nacional de las calles de la capital, pues el toque de queda estaba suspendido y las marchas han transcurrido con calma. El fin de semana la protesta en las calles, según CNN, alcanzó 350 ciudades en los EE. UU. y ha cobrado un impulso inusitado en todo el mundo. En Washington, la manifestación duró todo el día y contó con la presencia de la alcaldesa. En Los Ángeles, los manifestantes organizaron un mitin de caravanas de automóviles. Cientos de personas que no pudieron participar en las largas marchas, como adultos mayores y personas con discapacidades, condujeron sus automóviles a la sede del departamento de policía de Los Ángeles. Se han escrito cientos de crónicas sobre las ejemplares movilizaciones de ese día. Al unísono, gran número de personas salieron en los cinco continentes en solidaridad con el movimiento Black Lives Matter (la vida de los negros importa). En Londres los manifestantes pusieron rodilla en tierra por 8:46 minutos enfrente a la embajada de los EE. UU., en Bristol, Inglaterra, una multitud de manifestantes derribó la estatua de un comerciante de esclavos del siglo XVII y la arrojó al río. Los manifestantes también han llamado la atención sobre el legado del colonialismo y la perpetuación de las injusticias raciales en sus propios países.
El pleito no termina ahí
El asunto tiene connotaciones adicionales. El otro monstruo que activó este período presidencial son los grupos de supremacía (grado supremo de la superioridad) blanca, que consideran que “las personas blancas deben dominar por sobre todas las etnias”. El término tiene además una connotación política: “perpetuar el dominio social, político, histórico o institucional de los blancos”. Antes de este conflicto, se les veía patrullando por los espacios públicos de algunas localidades, portando armas de grueso calibre. El Ku Klux Klan es la organización supremacista mas conocida. Sin embargo desde el inicio de las protestas, las páginas de dos de ellas fueron cerradas por Facebook pues detectó mensajes que proponían llevar armas a las manifestaciones, y ante la fuerza de las movilizaciones contra el racismo y la represión policial, les ha tocado “pasar de agache”.
Época electoral
Aunque se puede decir que las protestas no tienen una dirección política partidaria, se desarrollan en medio de una disputada campaña presidencial y han servido para intensificar el enfrentamiento entre los dos partidos. A primera vista se deduce que Trump está quedando sin aire, así lo muestran las encuestas. El errático manejo de la pandemia del covid-19 con gran afectación a la población también conspira contra la relección del presidente, quien ha dado prelación a la reactivación económica, decisión que en los EE. UU. favorece fuertes intereses con influencia en vastos sectores de la población. Sin embargo el manejo de la economía, el fuerte de la campaña de Trump, también tiene sus detractores, y ha tenido un fuerte bajón. El solo dato del desempleo en el mes de abril conspira contra su pretensión, alcanzó niveles históricos al alcanzar el 14,7% que equivale a más de 40 millones de desempleados. Trump se defiende mostrando que en mayo se consiguieron 2,5 millones de empleos y que el futuro es halagador.
¿Todo seguirá igual?
En medio de la incredulidad a que la justicia castigue a los uniformados que han actuado violentamente contra la población, el fiscal de Minnesota ha formulado acusación al asesino de Floyd de homicidio intencional, agravando el cargo inicial que apenas era de homicidio involuntario, despertando expectativa entre la población. Ante el debate sobre el retiro de financiación a la policía que se promueve en algunos estados, el presidente Trump durante una mesa redonda con miembros de la policía en la Casa Blanca el lunes 8, salió en defensa de la institución: “No habrá desfinanciamiento, no habrá desmantelamiento de nuestra policía, que nos ha estado dejando vivir en paz “; términos propios de gobernantes que defienden de los desafueros de las fuerzas militares; y remató que el 99% de los oficiales de policía son “grandes, excelentes personas”. Mientras tanto un importante grupo de los principales parlamentarios demócratas en el Congreso se arrodillaron en el Emancipation Hall del Capitolio, y guardaron silencio durante 8:46 minutos para honrar a Floyd y a otras personas negras estadounidenses que han muerto o han sido víctimas de la brutalidad policial. “Estamos aquí para observar ese dolor, estamos aquí para respetar las acciones del pueblo estadounidense para hablar en contra de eso, específicamente manifestado en la brutalidad policial. Estamos aquí para honrar a George Floyd”, dijo la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, antes del minuto de silencio.
Son menos de cinco meses lo que restan de campaña. El mundo enfrenta una pandemia sin precedentes, la recesión de la economía mundial es evidente, lo esperanzador es la firmeza del pueblo norteamericano demostrada en las calles. Su consolidación permitirá que la escaramuza electoral se incline hacia vientos de inclusión, respeto y democracia.
PD. El asesinato en manos de la policía de otro muchacho, Rayshard Brooks, afrodescendiente que se quedó dormido en su carro en la fila de un restaurante en Atlanta provocó una nueva oleada de protestas contra el racismo y la brutalidad policial. El inconformismo se expande por el globo, caen estatuas de esclavistas, compañías se solidarizan con las minorías. Black lives matter es una movilización mundial.
Bogotá, junio 7 de 2020.