El nobel de Economía 2024 frente a la reforma agraria en Colombia
El Nobel de Economía James Robinson muestra una gran debilidad teórica en el análisis del problema agrario en Colombia y su solución. En ninguno de sus trabajos se ocupa de mirar detenidamente la racionalidad de la economía campesina y termina colocándose al lado del paramilitarismo.
Por Higinio Pérez Negrete
Daron Acemoglu, Simon Johnson y James Robinson son los ganadores del Premio Nobel de Economía 2024. De los tres economistas es Robinson el que despierta el mayor interés en Colombia, por sus vínculos con la Universidad de los Andes, donde ha trabajado durante muchos años como profesor de la Escuela de Verano, y más aún por su continuo estudio sobre la realidad económica y política nacional, concentrando su atención en la pregunta: ¿Se necesita una reforma agraria en Colombia? En el gobierno del presidente Gustavo Petro la reforma agraria está avanzando a un paso cada vez más rápido. Por eso es importante saber qué piensa el Nobel de Economía Robinson al respecto.
Robinson escribió un artículo (¿Colombia: Otros cien años de soledad?, revista Ensayos de Economía, Julio-diciembre de 2013, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín) que muestra cómo se fue formando y consolidando el poder terrateniente en Colombia, reforzado desde finales del siglo XX con el paramilitarismo, y cómo este poder impidió que avanzaran los intentos de reforma agraria: “Lleras Restrepo, probablemente el más competente presidente colombiano del siglo pasado, tenía unas capacidades técnicas impresionantes y trabajó la reforma en un ambiente de cooperación internacional, en el contexto de la Alianza para el Progreso lanzada por el presidente John F. Kennedy. Aun así, la reforma agraria falló, en gran parte porque Lleras no pudo lograr el apoyo de las élites locales”.
Un año después, Robinson escribió otro artículo (¿Cómo modernizar a Colombia?, El Espectador, 13 de diciembre de 2014) donde pasó de reconocer la importancia del intento de reforma agraria del presidente Lleras Restrepo a estar del lado de quienes asesinaron y desplazaron campesinos para apropiarse de sus tierras: “El Gobierno colombiano está todavía promoviendo la noción de que la solución del problema agrario pasa por la restitución y la redistribución de baldíos y tierras mal habidas. De esta manera, crecen las esperanzas de la gente -cuando todos sabemos que esto es en realidad imposible de conseguir- y se aplaza la posibilidad de que la gente tome la decisión de rendirse y hacer algo distinto”.
Como si fuera poco, Robinson manifestó en este mismo artículo estar de acuerdo con Vicente Castaño Gil (quien fue paramilitar y narcotraficante colombiano) en su propuesta de cómo pacificar el país, y cita lo expresado por Castaño: “En Urabá tenemos cultivos de palma de aceite. Yo mismo he persuadido a empresarios para que inviertan en esos proyectos en diferentes zonas del país. Cuando los ricos lleguen allí, las instituciones del Estado vendrán detrás. Infortunadamente, las instituciones estatales solamente participan en estas aventuras cuando los ricos están metidos. Tenemos que llevarlos a todas las esquinas del país y esa es una de las misiones de nuestros comandantes”.
Es de anotar que a Robinson le entregan el Nobel de Economía por sus aportes en el tema de las “instituciones” (reglas del juego). Hay instituciones que promueven el desarrollo (crecimiento económico y bienestar de la población) y hay instituciones que promueven el atraso. De acuerdo con su artículo de 2014, Robinson considera que es la institucionalidad terrateniente, y no las reglas del juego que favorezcan a la economía campesina, la que puede garantizar el avance del desarrollo en Colombia.
Robinson aparece con otra publicación dos años después (La miseria en Colombia, revista Desarrollo y Sociedad, Primer semestre de 2016, Universidad de los Andes) donde reconoce que: “Colombia tiene más desplazados que Irak y la República Democrática del Congo juntos. Esta quizás es la medida más clara de la naturaleza extractiva de las instituciones en Colombia. Refleja la inseguridad tanto de los derechos humanos como de los derechos de propiedad, pues el desplazamiento interno está asociado con la expropiación masiva de tierras y bienes”.
Queda mal parado el Nobel de Economía Robinson por su inconsistencia argumentativa. En sus publicaciones reconoce que desde la época del colonialismo español en nuestro territorio se impuso la institucionalidad feudal del desplazamiento forzado y expropiación de tierras de campesinos para la extracción de renta (que pertenece a lo que él llama instituciones extractivas), pero su falta de formación teórica en el terreno de lo que es la economía campesina, lo ha llevado a patinar en sus análisis sobre la reforma agraria y colocarse al lado de la delincuencia paramilitar.
A diferencia de Robinson, Albert Berry, profesor de economía de la Universidad de Princeton en Estados Unidos, aporta un riguroso análisis sobre la economía campesina y un sustento de la importancia de la reforma agraria en Colombia. En su último libro (El papel clave de la pequeña agricultura familiar en Colombia, Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, 2023) demuestra que la agricultura familiar es más productiva que las grandes propiedades, no sólo en el caso en que estas estén dedicadas a la ganadería extensiva, sino también en el caso de las grandes explotaciones agrícolas tecnificadas. En la introducción del libro afirma: “No ha habido un conocimiento a fondo de las virtudes económicas de la agricultura familiar a pequeña escala, en parte por falta de entendimiento de la teoría económica pertinente y en parte por unos sesgos intelectuales fuertes contra la idea de que esa agricultura podría llevarle la ventaja a una agricultura comercializada moderna”. Para mayores detalles sobre Berry y sus argumentos para demostrar que la economía campesina contribuye mucho más al desarrollo que las grandes explotaciones del campo, véase mi artículo (Economía campesina: Eficiencia y equidad, La Bagatela, 28 de marzo de 2023).
En conclusión, el Nobel de Economía James Robinson muestra una gran debilidad teórica en el análisis del problema agrario en Colombia y su solución. En ninguno de sus trabajos se ocupa de mirar detenidamente la racionalidad de la economía campesina y, aunque reconoce que el asesinato, desplazamiento forzado y expropiación de campesinos es parte fundamental de las llamadas por él instituciones extractivas (extracción de renta) y “refleja la inseguridad tanto de los derechos humanos como de los derechos de propiedad” en el país, termina colocándose al lado del paramilitarismo. En este tema el Nobel de Economía es Albert Berry. En Berry encuentra sustento la reforma agraria que está adelantando con paso firme el Gobierno del Cambio del presidente Petro.