Tres notas, con un hasta siempre, para dos camaradas: Ramiro Torres y Hernando Florez
Despido a Ramiro y a Hernando con su recuerdo en el corazón, de pie, con un hasta siempre
Ramiro Torres en compañía de su hijo Alexis recientemente en el Banco, Magdalena.
Por Marcelo Torres Benavides
Acabo de enterarme de una noticia muy triste. El fallecimiento de Ramiro Torres, un inolvidable compañero de lucha con el cual, junto a un puñado de cuadros, entonces muy jóvenes, fundamos el Ptc. Aquel suceso le dio el nombre a lo que fue el evento fundacional del Ptc y que entre nosotros se distingue como El Pleno de Cachipay.
Ramiro Torres era entonces un mocetón en la flor de la vida. Oriundo de El Banco, Magdalena, se había constituido en uno de los más apreciados colaboradores de Francisco Mosquera, el líder y fundador del Ptc, en la región Caribe.
Acompañó Ramiro Torres aquellos memorables pasos iniciales de una corriente revolucionaria que habría de perdurar en Colombia. Haciendo eco de la orientación de Mosquera fue uno de los más tempranos pioneros empeñado en abrirle camino entre la izquierda del país, que por aquel tiempo iniciaba una nueva época, la comprensión de la necesidad de librar la lucha electoral.
También contribuyó en las labores del impulso a una corriente en el movimiento sindical que, frente a la por entonces generalizada inclinación de la izquierda hacia la lucha armada, Ramiro puso el acento en la tesis de Mosquera sobre la importancia primordial de la lucha política y el trágico yerro que implicaba la lucha insurreccional en ese momento en Colombia.
Aunque vivió con su familia durante años en Bogotá, hizo conocer el Ptc en El Banco y su zona de influencia y jugó un destacado lugar en la región como el líder político que siempre fue.
Su entusiasmo por la política petecista y su cálido humor caribeño lo recordamos con afecto cuantos le conocimos y trabajamos a su lado.
Mis condolencias a toda la familia de nuestro inolvidable Ramiro Torres, y mi abrazo de solidaridad para sus hijos, en especial para Alexis y Ramiro.
Una de sus últimas imágenes de Hernando Florez en su casa de Cali.
Coincidencia triste la de hoy, en la cual hemos sabido del fallecimiento de dos compañeros: Hernando Flórez y Ramiro Torres.
Hernando, llamado afectuosamente entre nosotros como "el gordo Flórez", formó parte de esa hornada temprana de cuadros del Ptc, correspondiente a ese primer gran impulso de nuestra corriente en el país, de la cual formaron parte formidables hombres y mujeres del Valle del Cauca. Sus bastiones fueron el sindicato de Empresas Públicas Municipales de Cali y la Universidad del Valle. Hernando Flórez, quien llegó a ser dirigente de Sintraemcali, engrosó nuestras filas atraído por la prédica lúcida y orientadora de Francisco Mosquera.
Le tocó en suerte a nuestro entrañable Hernando que su bautismo de fuego en el movimiento sindical fuera nada menos que los acontecimientos desencadenados a raíz del fraude electoral perpetrado contra el triunfo de Rojas Pinilla el 19 de abril del 70.
Aunque las enormes dificultades del momento no permitieron una airosa participación del movimiento sindical que se independizaba de la influencia de las viejas centrales, ni la realización de la acertada consigna de Paro Patriótico, lanzada por Mosquera, Hernando asimiló para toda la vida aquella tremenda lección de táctica. En realidad, el movimiento obrero no pudo jugar el papel que habría podido, apoyar el triunfo electoral de Rojas y movilizarse contra el fraude, porque la abrumadora mayoría de la dirección sindical de izquierda -excepto el PTC- estaba presa del prejuicio infantil del abstencionismo.
Hernando también hizo parte de aquella memorable movilización nacional de cuadros que llamamos de los descalzos. Se fue al campo, al municipio de Curillo en Caquetá, a desarrollar la política petecista de entonces de vincularse a las duras circunstancias del campesinado, no para descabelladas empresas insurreccionales, para las cuales no existían condiciones entonces ni han vuelto a surgir hasta ahora, sino ayudándole a mejorar sus condiciones de producción y mercadeo de sus productos, y con ello sus condiciones de vida, como medio para ganarse el corazón de la gente trabajadora del campo y sobre todo, para elevar su nivel político.
Hernando le sirvió honrada, tesonera y abnegadamente, durante un largo tiempo, al campesinado de esa zona del Caquetá. Sabemos que el turbión de violencia que se enseñoreó de Colombia obligó a nuestros cuadros a la retirada penosa que hubimos de efectuar de esas zonas, en algunos casos cargando nuestros muertos, víctimas de la brutalidad y la barbarie. Hernando tuvo así que abandonar aquella región y regresó a su Cali.
Desde entonces, con su hablar picaresco y su enorme sonrisa, Hernando siempre acompañó con su presencia y su valioso esfuerzo, los ires y venires del Ptc. La última vez que estuve en Cali y participé en una amplia reunión de camaradas tuve la grata experiencia de verlo, darle un abrazo y conversar con él.
Ahora que Hernando se ha ido quiero saludarlo como se saluda a los valientes, a los leales, a quienes como él y como Ramiro Torres, acompañaron esta causa durante toda su vida: con su recuerdo en el corazón, de pie, con un hasta siempre.
El Ramiro Torres Mozo que yo conocí
Por Luis Arrieta Meza
Secretario Político Ptc Regional Magdalena
Corría la década de los años 70 cuando arribé a la ciudad de Santa Marta, después de haberme recibido como licenciado en Filología e Idiomas en la Universidad del Atlántico. Vine con mi gran amigo y compañero de luchas Juan José Arango Londoño, “Juancho”, como cariñosamente, todos le decíamos. Juancho ya era conocido nacionalmente por haber sido miembro del Gobierno Provisional establecido en la Universidad Nacional de Colombia, después del histórico paro universitario de 1971; experimento este, único en la historia del país y que tuvo como propósito lograr una educación superior, democrática, gratuita y de masas. Otro día habrá la oportunidad de referirnos a este histórico evento con mayor precisión y detalles.
Cuando llegamos al Magdalena oímos hablar de Ramiro Torres Mozo como un auténtico luchador de innumerables contiendas en las regiones del sur de este departamento. Siempre que llegábamos a El Banco, éramos recibidos fraternal y cariñosamente por él y por su madre “Ucha”, doña Ursulina Mozo viuda de Torres, como era su nombre real y por Edilma su hermana. Nunca nos faltaba nada: comida (bagre en abundancia), dormida y toda clase de atenciones. En una ocasión le dije:
―Ucha, no se preocupe que yo traigo viáticos― ante lo cual me respondió solícita y abiertamente.
―Mijo guarde esa plata para que invite a las muchachas, que aquí en El Banco hay cantidades y muy bonitas.
En esta ocasión, Ramiro había organizado y dirigido el paro cívico de 1972, que fue conocido en el país como una verdadera hazaña. Francisco (Pacho) Mosquera, fundador y Secretario Nacional del Moir en esa época, reconoció a Ramiro como un verdadero líder de indiscutible talla nacional. Refiriéndose a ese evento, nos comentaba Ramiro que al llegar a la plaza, sitio de inicio de la marcha no encontró a nadie. Esperó prudentemente la llegada de los organizadores, pero al ver que nadie aparecía, decidió buscarlos y fue de casa en casa, para el cumplimiento de la tarea. Nos decía que la manifestación se fue nutriendo y en un momento cuando él miró hacia atrás, nos dijo: ¡Quedé asombrado al ver la “carrandanga” de gente que desfilaba!
Así era y así hablaba Ramiro, de manera espontánea y castiza. Nunca se rebuscaba para expresarse, aunque poseía un lenguaje abundante y fluido; y cuando había que demostrarlo así lo hacía. Cuando íbamos a El Banco gozábamos con sus ocurrencias, siempre geniales y nos divertíamos mucho en su compañía.
Fue un luchador incansable. Excelente padre y amigo de sus hijos: Luis Ramiro, Doris Patricia, Rafael Alexis, Camilo Ernesto, Kary Krupskaya y Luis Alfredo, los cinco primeros son de su primer matrimonio y el último fue con su segunda y última compañera. Algunos de estos nombres reflejan la afinidad de Ramiro con personajes de la revolución colombiana y universal: Camilo, Ernesto, Krupskaya.
En El Banco, su tierra natal y sitio habitual de su residencia, siempre fue considerado como un líder político natural. No había faena justa que no contara con su presencia y participación, pues indiscutiblemente era un jefe con gran carisma.
En cierta ocasión visitamos al doctor Trino Luna Morón, que fue gobernador del Magdalena y varias veces parlamentario y nos comentó con cierta gracia:
“Figúrense lo de Ramiro, viene aquí a la casa y me dice que lo ayude para una propaganda y luego pone carteles contra la clase política incluido yo. Esas vainas de Ramiro, me divertían mucho”.
Cuando llegaba a Santa Marta nos presentaba gente de la clase política, que a pesar de nosotros ser residentes, no conocíamos. Posteriormente las dificultades e inconvenientes fueron haciendo menos frecuentes los encuentros. Cuando comenzó a padecer el mal que lo aquejó en sus últimos días, aquí en Santa Marta y particularmente en mi casa recibió toda la atención que nos fue posible brindarle. Hoy Ramiro ya dejó de acompañarnos físicamente, pero su recuerdo y semblanza serán imperecederos.
Ramiro, ¡paz en tu tumba y gloria eterna a tu recuerdo y tu memoria!
¡Gloria eterna al camarada y amigo Ramiro Torres Mozo!
Por Juan Simón Rico
Después de ese mayo del 68 que convulsionó París conocí en plenas movilizaciones estudiantiles aquí en Bogotá a Ramiro Torres Mozo, quién para esa época mantenía un estrecho contacto con las luchas de los trabajadores afiliados a Fenaltracar que participaban también en apoyo a las movilizaciones estudiantiles en la capital de la República.
Con él me inicié como militante del PTC en 1970, y posteriormente nos encontramos en la primera campaña electoral de este partido en 1972 en los pueblos de la ribera del Río Magdalena, cuyo centro fue El Banco. Con su orientación adelantamos esa campaña y nos vinculamos a las luchas de los campesinos por la tierra.
De él aprendí su entrega incondicional a las luchas por los derechos de los humildes y de su sentido práctico para resolver problemas. Ahora, en la hora en que se funde con las estrellas y vuelve a la tierra, cuánta falta va hacer Ramiro en estos momentos por los que pasa la sociedad colombiana.
Su vida y ejemplo de revolucionario quedarán eternamente en la memoria de los habitantes humildes de ese Viejo Puerto por el que tanto luchó, y en el corazón y el alma de nuestro partido.
Reciban sus hijos: Ramirito, Patricia, Alex, Camilo, Krúpskaya y Luis Alfredo; su hermana Edilma, y su compañera María de las Nieves, mi abrazo fraterno y solidario en este momento de dolor.