Para no olvidar: Malvinas, Irak, Siria
En este 2023 se cumplen veinte años de la feroz invasión de tropas de Estados Unidos a Irak bajo el pérfido argumento de que Saddam Hussein tenía un arsenal nuclear. En los balances que se están haciendo en estos días hay casi plena coincidencia en que fue un mayúsculo error de la potencia pero se amortiguan las críticas diciendo que la causa era justa porque en ese momento no había duda de que había tales armas. Falso de toda falsedad. Hace veinte años se sabía que no había armas nuclear en Irak, pero con la horrorosa felonía del gobierno de Álvaro Uribe y su representante en la ONU, Alfonso Valdivieso, se dio la coartada perfecta para la invasión. El artículo que se reproduce fue publicado en La Bagatela hace siete años pero mantiene su vigencia para no olvidar la traición orquestada en Bogotá.
Por Edmundo Zárate
A raíz del infame respaldo del gobierno Santos al bombardeo a Siria y ante los tambores de guerra desplegados por Trump contra la República Popular de Corea y la República Bolivariana de Venezuela, conviene hacer memoria de un hecho vergonzoso y lacayuno a cuál más: La complicidad del gobierno de Uribe en el bombardeo a Irak en el año 2003.
Corría el año 2002, recién iniciado el nefasto gobierno de Uribe en Colombia y con Bush en la presidencia de Estados Unidos. En el Medio Oriente figuraba Sadam Hussein quien durante décadas había martirizado al pueblo iraquí a ciencia y paciencia de los gobiernos de Occidente, pero a quien mantenían en su puesto gracias a la seguridad que ofrecía para los intereses petroleros, empezando por los de la familia Bush.
Por problemas que escapan al alcance de esta crónica, el dictador Hussein fue enfrentándose a Estados Unidos y a usar el poder petrolero para doblegar a las potencias. Fue entonces cuando la Casa Blanca decidió deshacerse de su examigo. Para ello puso en marcha una de esas falsas verdades (la llamada posverdad es más vieja de lo que se quiere hoy reconocer): Que el dictador tenía armas de gran capacidad de destrucción, atómicas y biológicas.
Acá aparece el Estado de Colombia, el mismo que se ha caracterizado por cohonestar atropellos como el de Gran Bretaña en la Guerra de Las Malvinas o la Guerra de Corea. Pues bien, para ese año, debido al azar, Colombia ejercía la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (compuesto por cinco miembros permanentes y diez rotatorios, uno de los cuales era nuestro país en ese momento). El embajador colombiano ante la ONU y por carambola presidente del Consejo, era Alfonso Valdivieso, designado por Uribe. El período de Colombia terminaba el 31 de diciembre del 2002.
Retomando la historia de Hussein, Estados Unidos, dispuesto a bombardear a Irak para deshacerse de su incómodo exagente de la CIA, aceptó que se creara una comisión de la ONU de muy alto nivel, la Unmovic, compuesta por científicos de diversos países, para que inspeccionaran fábricas y armerías en Irak para determinar si había o no las tales armas. En caso de que el informe lo confirmara, se procedería a bombardear al país.
Se estableció un cronograma el cual determinó que los científicos entregarían su informe al presidente del Consejo de Seguridad, en sobre cerrado, el cual sería transmitido en un mismo día a los cinco miembros permanentes para tomar la decisión del caso. Como posteriormente se sabría, sin la menor duda, los científicos establecieron que no había trazas de armas de destrucción masiva. Se acababa así la excusa para bombardear a Irak.
Pero, en acto deplorable de sumisión, y sin importar las consecuencias que ello traería para el pueblo iraquí, el gobierno colombiano entregó el informe a Estados Unidos a espaldas de los otros miembros.
No cabe la menor duda de la participación directa de Uribe en este engaño: Años después en entrevista a El Tiempo, se le preguntó a Valdivieso: “Cuando el escándalo, usted ya pertenecía al gobierno del presidente Uribe. ¿El Presidente fue consultado y estuvo de acuerdo con ese procedimiento?” A lo que respondió: “Por supuesto. La Canciller estaba ese día en New York y con ella evaluamos tanto la solicitud inicial, como las opiniones de los miembros del Consejo. Así se lo transmitió la Ministra al Presidente por teléfono, y en por lo menos dos oportunidades. Por tanto, la decisión que adopté no fue caprichosa ni personal” (El Tiempo, 2 de febrero de 2003).
Era tan vital para los intereses imperiales lograr que Uribe autorizara la violación al acuerdo que el secretario de Estado Collin Powel visitó Bogotá a principios de diciembre de 2002. Hervin Hoyos indicó:
“George W. Bush que tenía intereses petroleros en Irak junto con su socio Dick Cheney, envió a Collin Powel, Secretario de Estado, a Bogotá a negociar con el gobierno de Colombia para que autorizara a Alfonso Valdivieso Sarmiento a que entrega el informe del Dr. David Kelly. (…) Con esta visita lograron que el informe del Dr. David Kelly cayera en manos del gobierno de Estados Unidos, antes de llegar al Consejo de Seguridad de la ONU”.
La inglesa BBC informó: “Según el corresponsal de la BBC en Washington, Justin Webb, la diplomacia estadounidense habría presionado a Colombia (a cargo de la presidencia temporal en diciembre) para que le permita hacerse cargo del proceso de fotocopiado argumentando que tenía mucho mejor tecnología que Naciones Unidas. Estaba acordado de antemano que sería la ONU la encargada del fotocopiado y distribución del informe completo y a todos por igual, por lo que de algún modo esta movida diplomática podría ser considerada como un ‘minigolpe’ en el Consejo de Seguridad, opina Webb” (BBC 15 de diciembre de 2002).
Con esta información privilegiada, Washington inició una arremetida contra el comité de científicos, acusándolos de estar parcializado e infiltrado por el gobierno de Irak. En consecuencia, informaba la Casa Blanca, desconocería cualquier resultado de la comisión.
Cuando los otros miembros del Consejo de Seguridad conocieron el informe ya Estados Unidos había puesto en marcha su maquinaria para bombardear Irak tres meses después. De los otros cuatro miembros del Consejo de Seguridad solo el británico, con Tony Blair a la cabeza, apoyó a los gringos, actuación que siempre le ha valido fuertes críticas de sus connacionales.
Marginalmente habría que mencionar las contradicciones en que incurrió Valdivieso en las múltiples declaraciones que dio a diarios y revistas nacionales e internacionales durante el mes de diciembre del 2002, según puede constatar cualquier interesado.
Una faceta no menos rocambolesca y mafiosa de esta historia corrió por cuenta de uno de los científicos que conformó la comisión, el doctor Kelly:
“Tomaron el informe del Dr. David Kelly, científico británico enviado a Irak, lo adulteraron, lo manipularon y lo cambiaron en su totalidad. Cuando el Dr. Kelly vio a Tony Blair en televisión diciendo que según el informe del Dr. David Kelly se demostraba la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. De inmediato el Dr. Kelly salió en la BBC a decir que él nunca había escrito eso. Destacó que, al contrario, en su informe estaba sustentado técnica y científicamente que Irak no tenía la capacidad de producir ningún tipo de arma, tampoco armas biológicas y menos aún armas de destrucción masiva, debido a que el país había tenido un bloqueo económico impuesto por la misma ONU desde 1991, lo que no le permitía, ni siquiera tener alimentos y medicinas para su pueblo, menos aún, producir o fabricar armas químicas y menos aún producir armas de destrucción masiva, como ahora lo estaba mostrando Tony Blair desde Londres y desde Washington George W Bush. Después de haber aparecido el Dr. David Kelly en la BBC de Londres, lo encontraron muerto en London Central Park, con una nota de suicidio en su bolsillo. Su familia denunció, que la nota no era hecha de su puño y letra. Ver muerte Dr. David Kelly: https://www.youtube.com/watch?v=1H0bM9sQlC8”. (Información tomada de (http://www.lasvocesdelsecuestro.com/articulos_detalle.php?id=7950, consultado 0704-2017).