Derrotar el golpismo, inundar de pueblo las calles de Colombia
Las declaraciones de Nicolás Petro y Daysuris Vásquez a la Fiscalía proporcionaron el motivo para darle pretendido piso legal o aparente fundamento institucional a un escándalo que permitiera dar inicio a la ejecución de los planes conspirativos encaminados a deponer al presidente Petro. La campana de la ultraderecha andaba a la caza precisamente de un motivo de esta clase. El engranaje mediático convirtió estas declaraciones, diligentemente recepcionadas y divulgadas por la Fiscalía, en un gran escándalo amplificado día y noche por los principales medios del país.
Informe del Comité Ejecutivo Central del PTC sobre la situación del país a la reunión nacional del 7 de agosto de 2023
Derrotar el golpismo, inundar de pueblo las calles de Colombia
Logros en la economía y medidas sociales progresivas
Hay que fijarse en que el escándalo sobreviene precisamente cuando hay noticia de varios logros del gobierno Petro: el genuino reconocimiento y aplausos suscitados a nivel internacional por las posiciones del presidente sobre el cambio climático y otros asuntos mundiales de fondo, y a nivel nacional, la mejora de dos variables clave del nivel de vida como son la disminución de la inflación (12% esperado para julio) y la reducción del desempleo a menos de un dígito, el 9,3%. Se pactó el cese bilateral del fuego con el Eln por 6 meses. A todo lo cual debe agregarse las progresivas medidas tomadas en el terreno económico-social, de las cuales entresacamos la reforma tributaria que puso a tributar los megarricos, la entrega de tierras realizada a miles de familias de agricultores pobres ─casi 326.000 hectáreas entregadas al campesinado─, la negociación con Fedegan para la compra de 3 millones de hectáreas, la jurisdicción agraria y rural, la renta ciudadana, la declaración de emergencia y la presencia presidencial en la Guajira, el aumento del presupuesto nacional de educación, la matrícula cero y las mejoras del Icetex para educación superior.
Con el hecho del escándalo, la conspiración pasó de la fase de planeamiento y preparación a la del inicio de su ejecución: el llamado “golpe blando” o lawfare ─la guerra judicial─ en marcha. Para Colombia significa un aumento del grado de agudización, de polarización, del escalamiento político y social de la confrontación entre las minorías oligárquicas opuestas al cambio y a la paz y las fuerzas democráticas y progresistas del país. Los sectores de la izquierda, del progresismo, de la democracia en su conjunto, debemos registrar cuidadosamente este hecho. Significa que las fuerzas de extrema derecha del establecimiento, las que rechazan el acuerdo sobre las reformas sociales y la paz total, han iniciado su acción política golpista; ha revelado también, por otro lado, que otras fuerzas del establecimiento no obstante su resistencia a las reformas, manifiestan su desacuerdo con esa vía. Volveremos sobre esto más adelante.
Intentona golpista
El “golpe blando” es una técnica de golpe de Estado cuyo distintivo consiste en que se dirige a convencer a la opinión pública de que el derrocamiento de un mandatario y su gobierno obedece a que han violado la Constitución y las leyes y atentado contra el régimen democrático y de que los golpistas actúan en defensa de la democracia y los derechos humanos. En realidad, mediante distintas maniobras políticas, económicas y sociales ponen contra la pared al gobernante contra el que va dirigido y lo obligan a renunciar o lo destituyen. Es decir, el golpe blando es un golpe de Estado que pretende presentarse como dentro de la legalidad y precisamente para mantenerla, con lo cual los golpistas justifican su acción y buscan recibir el apoyo de la opinión pública.
Aspectos y procedimientos del golpe blando se han dado en toda clase de golpes de Estado, pero a raíz del enorme desprestigio para sus autores y el alto costo político que para la derecha generaron en el mundo las dictaduras del Cono Sur y sus crímenes, la CIA, la central de inteligencia de Estados Unidos, se empeñó en sistematizar las experiencias con el propósito de reducir, ocultar o suprimir la violencia y su visibilidad de las acciones golpistas. Su esencia reside en un monumental engaño a la opinión pública para que acompañe o permanezca pasiva y coadyuve así al golpe perpetrado contra un mandatario considerado obstáculo a los más poderosos de un país y/o a la hegemonía mundial neoliberal. Los tanques de pensamiento gringos se dieron a la tarea y en nuestros días desde la derecha, el profesor de Harvard, Gene Sharp hace de su panegirista principal, y el periodista francés Thierry Meysand, desde la izquierda, como su destacado crítico. Lo “blando” de este tipo de golpe en ningún caso excluye que los golpistas, en caso de juzgarlo necesario para sus fines, acudan al golpe puro y simple, con pólvora y derramamiento de sangre. Hoy conocemos un procedimiento standard de golpe blando aplicable en todo el mundo, ya sea con éxito o como mera intentona: Grecia, Brasil, Bolivia, Ecuador, y Venezuela. A Colombia le está tocando el turno ahora.
La campaña golpista tiene como instrumentos a la Fiscalía y a los principales medios de comunicación, la primera como órgano judicial ejecutor y los segundos, como propaladores, como difusores, como activos coautores de la perversa versión que generaron y adelantan entre ambos y que pretenden venderle al país para derrocar el Gobierno Petro. Por supuesto, hay que incluir aquí también a los jefes políticos, senadores y representantes y demás defensores de oficio del viejo régimen del país. Detrás de todos ellos, dirigiéndolo todo desde la sombra, los intereses económicos dominantes, dueños de bancos, grandes latifundios y megaempresas financieras, comerciales y de servicios, verdaderos artífices y beneficiarios del proyectado golpe, de que no haya cambios ni reformas y de que todo permanezca como desde hace décadas.
Para la Fiscalía y los principales medios los hechos de Nicolás Petro y Daysuris Vásquez no revisten interés en cuanto tales; para ellos tienen importancia porque Nicolas Petro es hijo del presidente y por suministrar la ocasión para generar el escándalo y arremeter contra la figura del primer mandatario y de su gobierno.
Es preciso denunciar el notable contraste entre el escándalo suscitado alrededor del hijo del presidente, y los más escandalosos casos de megacorrupción. La Fiscalía viene procediendo en el caso de Nicolás Petro como jamás antes se había procedido en proceso alguno de la justicia colombiana. Hizo el aparatoso despliegue coercitivo para detener en su domicilio a quien ni estaba armado ni ofrecía resistencia ninguna. La Fiscalía se ha empleado con un desproporcionado rigor y una celeridad nunca vista antes, en tanto que siguen estancados en medio de una inexplicable morosidad de la misma entidad, como ─entre otros muchos casos─ Reficar, los 12 apóstoles, Odebrecht, Hidroituango, Electricaribe, los fondos para la paz, las fincas de la SAE, los carros blindados de la UNP, Ecopetrol, y los referentes a las conocidas andanzas de los vástagos del Clan Char…
Resulta inaudito que la Fiscalía haya omitido, en plena, audiencia judicial, y a la vista de todo el país, el mensaje de los “5 puntos” ─envío de 5 millones de pesos─ de Alex Char a Daysuris Vásquez.
Fracasa campaña mediática plagada de mentiras
El presidente Petro, no obstante atravesar una difícil y dolorosa situación, ha sido categórico en que no interferirá la acción de la justicia. Pero la casi totalidad de noticieros televisivos, grandes cadenas radiales y los diarios de mayor circulación se limitan a un lacónico y mezquino registro, sin reconocimiento alguno a la recia y democrática actitud del mandatario colombiano.
En cambio, estos mismos medios voceros de la plutocracia colombiana difunden deliberadamente noticias falsas, mentiras calculadas para que la opinión pública condene sin más ni más al presidente Petro; como la versión encaminada a presentarlo como mal padre, lanzada para suscitar su rechazo por la sensibilidad pública, como también, y, sobre todo, la del infundio de haber aceptado una supuesta entrada de dineros ilícitos a su campaña. En cambio, la definitiva aclaración tanto de Nicolás Petro como de Daysuris Vásquez, en el sentido de que el presidente no tuvo ningún conocimiento de semejante hecho, que refuta de plano la maledicencia de Semana, Caracol y El Tiempo, sólo les merece escueta mención de pasada o páginas interiores.
Hasta ahora, no hay evidencia alguna, ninguna prueba de lo que la campaña golpista pregona: que el presidente Petro sabía y fue cómplice del ingreso de dineros ilícitos a su campaña. Se diría que les fracasó la intentona. El infundio fue refutado de manera categórica en la entrevista de Nicolás Petro a Vicky Dávila y por el twit de Daysuris Vásquez del domingo por la noche. Sin embargo, no puede descartarse que a pesar de ello prosiga en este caso la campaña golpista.
El desenlace buscado por la Fiscalía, los principales medios, la extrema derecha del establecimiento y sus voceros políticos, es crear las condiciones de aparente legalidad para llevar al juicio político en el Senado al presidente con su nefasto resultado: la destitución del mismo. Sería el caso colombiano de golpe blando mediante operación combinada entre un ente judicial, la Fiscalía, y la rama legislativa del poder público, el Congreso, para con una parcialidad manifiesta y sobre la base de quebrantar el Estado de derecho, derrocar el primer gobierno de izquierda y progresista de su historia.
El qué hacer del momento
Lo que toca hacer, a nuestro juicio, en la compleja situación que afrontan el Gobierno Petro, el Pacto Histórico, las fuerzas democráticas activas y el pueblo colombiano entero, se resume así:
- Adelantar en todo el país una rápida y eficaz fase de preparación entre los distintos sectores del pueblo de una nueva jornada de movilizaciones lo suficientemente masivas y con la fuerza popular requerida para enfrentar la embestida de la campaña golpista. Lo decidido en este sentido por la CUT sobre la necesidad de una fase preparatoria de grandes movilizaciones resulta de importancia crucial y prosigue el papel imprescindible de la central obrera en proveer al movimiento popular colombiano, como ha sido hasta ahora, de una convocatoria unificadora, de un cauce y una orientación de lucha para abrir camino al proceso de cambio.
- Plantear por parte del PTC, junto con todas aquellas fuerzas y sectores del mismo que coincidan en este llamamiento, la iniciativa en los órganos existentes del PH de la urgencia de convertir la campaña electoral en una inmediata jornada de defensa pública del Gobierno Petro y de denuncia de la intentona golpista puesta en movimiento. Es preciso adelantar esta campaña en todos los ámbitos populares: el movimiento obrero, los barrios populares, el segmento de la juventud bautizada como los “ninis” de las barriadas más pobres, entre docentes y estudiantes de universidades y colegios de secundaria, los movimientos sociales de campesinos, mujeres, indígenas, afros, lgtbi+q, vendedores ambulantes, sectores de economía popular, organizaciones de reservistas de las fuerzas armadas, medios artísticos, y religiosos democráticos y progresistas.
- Así sea manifiesta la caída del proyectado juicio al presidente por la ausencia de pruebas ante la opinión pública, NO BAJAR LA GUARDIA ni declarar superado el peligro de la intentona golpista. Hay que transmitir la orientación de permanecer alertas y vigilantes ante los tejemanejes de la Fiscalía y portavoces del golpismo. El precedente más cercano, claro, y aleccionador al respecto es el del Brasil: acusación amañada a la presidenta Dilma Rousseff y al entonces expresidente, Inacio Lula Da silva, destitución de la primera, encarcelamiento al segundo, posesión del vicepresidente, y despejado así el camino, elección de Bolsonaro. Es decir, en ese golpe blando, a pesar de que como quedó demostrado posteriormente, todo obedeció a un montaje en el cual se arrasó la legalidad y tanto un fiscal corrupto como un Congreso parcializado se llevó de calle las garantías democráticas y constitucionales de la Rousseff y de Lula, el golpe siguió adelante hasta su consumación.
- Reiterar la necesidad de proseguir la política de frente único apoyando el planteamiento del Gobierno sobre la renovación del Acuerdo Nacional en un Frente Amplio, pluripartidista y multiclasista, más allá del PH. Es claro que el primer punto de ese nuevo acuerdo es la defensa del Gobierno Petro y las reformas progresivas. La posición fijada por el expresidente y jefe del partido Liberal César Gaviria en el sentido de que los colombianos debemos reafirmar que el presidente Gustavo Petro gobernará hasta el último día del cuatrienio de su mandato, y de rechazo al golpismo, revela que no hay unanimidad respecto a ese proyecto antidemocrático en las filas del establecimiento. Expresa que, aunque tenga renuencia a las reformas, existe un sector que no se compromete con la aventura desestabilizadora. Sustancial diferencia con la extrema derecha porque abre la perspectiva de la continuidad de la lucha política, pero en un marco de civilización, de mantenimiento del Estado de derecho, de eventuales transacciones y desacuerdos, pero no de violencia y liquidación del adversario, que es uno de los acuerdos fundamentales que el país necesita.
- Es cierto que se han cometido errores, que se adoptan prácticas de la política tradicional, nocivas, que no fomentan la definición de unas justas y democráticas reglas en el Pacto Histórico para contribuir a la construcción de un frente de izquierda y progresista que le de solidez a sus estructuras en formación y clarifiquen más a fondo sus objetivos. Esto fue particularmente manifiesto durante la jornada de inscripción de listas y candidatos a cargos uninominales de elección popular para las próximas elecciones territoriales. Se expresaron quejas y justos reclamos en muchos lugares. Estos errores deben señalarse y corregirse. Sin embargo, todos los asuntos están sujetos a la marcha concreta de la situación política. Y hoy la situación ha colocado en un primer y apremiante primer plano la defensa sin ambages del Gobierno Petro, la denuncia de la campaña golpista y la necesidad del avance del proceso de cambio. Esta cuestión, la principal y más urgente, debe colocarse al mando en la campaña electoral, de modo que ésta sirva para esclarecer a fondo los problemas centrales y animar las movilizaciones que deben realizarse. Es decir, con toda la importancia que tiene señalar los errores y procurar que se corrijan y que se atiendan las quejas y reclamos justos, en el momento actual hemos de supeditarlo todo al esfuerzo principal ya mencionado.
Por último, debe tenerse muy en cuenta: puede y debe derrotarse la presente intentona golpista de la extrema derecha mas han de preverse otras nuevas y peligrosas acciones con el mismo objetivo. La actual arremetida de la extrema derecha nos servirá para ponernos a prueba en las nuevas e inéditas condiciones de acción del movimiento popular en defensa de un gobierno propio. Y a fe que lograremos que se imponga la voluntad del pueblo y que mantengamos izada la bandera de la nueva Colombia en lo alto de la Casa de Nariño. Muchas gracias, amigas y amigos, compañeros y compañeras.
Bogotá, 7 de agosto de 2023