El colectivo de mujeres Malu, denuncia la brutalidad de la Fuerza Pública contra las mujeres y exige el desmonte de la fuerza asesina y misógina del Esmad
Una vez más se confirma, que el discurso de las manzanas podridas desconoce un problema estructural y quienes aún lo defienden, o guardan silencio, hacen parte de estos hechos condenables en calidad de cómplices. Exigimos el desmonte de esa fuerza asesina y misógina del Esmad y una profunda reforma a la Fuerza Pública desde la perspectiva real de garantía de los derechos de las niñas, de las jóvenes, de las mujeres.
La represión desatada por parte de la Fuerza Pública de Colombia en el desarrollo del Paro Nacional iniciado el pasado 28 de abril, ha mostrado toda su brutalidad y sevicia contra los cuerpos, la dignidad y la vida de las mujeres. Uno de tantos hechos lamentables y repudiables, ocurrió el pasado 13 de mayo, cuando después de ser víctima de abusos y maltratos que tuvieron plena y directa connotación de agresión sexual por parte de cuatro integrantes del Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, una menor de edad comete suicidio, no sin antes dejar publicado un estado en sus redes sociales haciendo alusión a las agresiones de las fue víctima que, en uno de sus apartes tiene la frase “me manosearon hasta el alma” lo que resume la infamia cometida contra su cuerpo, su vida, su dignidad.
Como si esto no fuera suficiente, Ricardo Alarcón, brigadier general de la policía, señaló que la acusación era “aparte de falsa, vil y ruin”, porque, según él, la menor nunca pisó las instalaciones policiales, desconociendo la veracidad de diferentes videos y testimonios, incluso de personal de derechos humanos, que deja constancia de lo que estaba ocurriendo desde el momento de la detención de la menor.
Es evidente que hay patrones de comportamientos y conductas en la Fuerza Pública que, históricamente se han denunciado desde diferentes organizaciones de mujeres y sectores de la sociedad. La violencia sexual no solamente existe con el acceso carnal violento; cualquier tocamiento, gesto o palabra frente al cuerpo y dignidad de una mujer hace parte de este tipo de violencia. Y todo ello incluye también el aprovechamiento de la superioridad física y numérica de integrantes de la Fuerza Pública para “reducir” a una mujer.
A todo ello, se suma la responsabilidad del Estado colombiano en su conjunto en este tipo de acciones; la Fiscalía ya anunció que investiga el hecho, pero se sabe de sobra, que esta institución no es garante de ningún proceso judicial cuando se trata de condenar los hechos cometidos por la Fuerza Pública, y menos aún para garantizar justicia efectiva para las mujeres.
Esto explica, en gran medida, por qué este tipo de casos salen a la luz cuando tienen desenlaces como este, desconociendo las realidades de tantas mujeres que están muertas en vida porque también han sido víctimas de este tipo de violencias de parte de quienes, supuestamente, garantizan los derechos de la ciudadanía. Una vez más se confirma, que el discurso de las manzanas podridas desconoce un problema estructural y quienes aún lo defienden, o guardan silencio, hacen parte de estos hechos condenables en calidad de cómplices. Exigimos el desmonte de esa fuerza asesina y misógina del Esmad y una profunda reforma a la Fuerza Pública desde la perspectiva real de garantía de los derechos de las niñas, de las jóvenes, de las mujeres.