El capitalismo del siglo XXI
Los avances tecnológicos de la tercera y la cuarta revolución industrial, están contribuyendo a abrir el camino a un capitalismo que respete y proteja la naturaleza, al mismo tiempo que debilite el poder de las empresas que viven de la renta de la explotación de los recursos del subsuelo. Además, estos avances están contribuyendo al fortalecimiento de la sociedad civil que se expresa a través de los movimientos sociales. Estos movimientos que están en auge en todo el planeta, están acelerando un proceso de cambio en el capitalismo, exigiendo que el Estado asuma su compromiso frente a los bienes públicos.
Por Higinio Pérez Negrete
El capitalismo de los siglos XIX y XX se caracterizó por un gran avance industrial impulsado por la producción de energía, basada en la extracción de carbón, petróleo y gas, recursos escasos, altamente contaminantes y explotados por pocas empresas con gran poder de mercado. Esto quiere decir que las tecnologías de la primera y la segunda revolución industrial, contribuyeron al crecimiento de un capitalismo rentista, entendiendo por renta, el ingreso que proviene de la explotación de un recurso natural agotable, que puede ser apropiado y monopolizado. Reconociendo que dicha explotación tiene un componente capitalista, se le ha llamado industria extractiva, aunque el ingreso principal que genera es la renta, no la ganancia.
Por el contrario, las tecnologías de la tercera y cuarta revolución industrial están logrando a través de internet, aumentos impresionantes en las comunicaciones entre personas, entre cosas y entre personas y las cosas. Esto está dando como resultado la posibilidad de ampliar la producción y distribución de energía solar y energía eólica, basadas en recursos naturales inagotables y gratuitos como el sol y el viento, un proceso que ha sido apoyado por infinidad de productores. Cabe destacar, que con la instalación de paneles solares en el techo de casas y edificaciones y con el uso de estas tecnologías, se puede producir y compartir energía eléctrica. Así está ocurriendo hoy en los países capitalistas más avanzados, y tiende a extenderse a todo el planeta. De esta manera, se avanza en la producción y distribución de energías mucho menos contaminantes, y se está debilitando el poder de mercado de las empresas que explotan el carbón, el petróleo y el gas.
Otro resultado de estas nuevas tecnologías es una creciente capacidad de unión y organización de la sociedad civil (las personas y sus asociaciones) en la búsqueda de intereses comunes. Los movimientos sociales, expresión del levantamiento de la sociedad civil, ganan importancia y tienen como fuerza más notable la juventud. Al respecto, cabe destacar que las tecnologías de la información y las comunicaciones han cambiado la mentalidad de la juventud actual, en relación con la de generaciones anteriores. El interés de la juventud de hoy está centrado en el derecho al acceso en un sentido amplio (acceso a la educación, a la salud, al trabajo y a todo tipo de servicios), a diferencia de la juventud de generaciones anteriores que centraba su atención en el derecho a la propiedad de una vivienda, de un carro o de una finca.
El predominio en el lenguaje de la palabra “acceso” frente a la palabra “propiedad”, expresa una visión del mundo que abre el camino a una sociedad más libre, más equitativa, más democrática y consciente de la importancia del respeto y protección a la naturaleza. La juventud de hoy tiene mucho más claro el papel del Estado frente a los bienes públicos, y sabe muy bien que la educación y la salud establecen un derecho constitucional en los países capitalistas, puesto que tienen externalidades altamente positivas para el crecimiento económico y el desarrollo, es decir, calidad de vida. También sabe que el internet cumple las mismas características de un bien público. Por este motivo, la juventud de hoy exige el control del Estado sobre estos bienes y no una simple regulación.
Los avances tecnológicos de la tercera y la cuarta revolución industrial, están contribuyendo a abrir el camino a un capitalismo que respete y proteja la naturaleza, al mismo tiempo que debilite el poder de las empresas que viven de la renta de la explotación de los recursos del subsuelo. Además, estos avances están contribuyendo al fortalecimiento de la sociedad civil que se expresa a través de los movimientos sociales. Estos movimientos que están en auge en todo el planeta, están acelerando un proceso de cambio en el capitalismo, exigiendo que el Estado asuma su compromiso frente a los bienes públicos.