Algunos comentarios sobre las últimas elecciones en Francia

Jean Luc Melenchon
Edición #98
Agosto 2024

La lección que nos da Francia puede entenderse en dos planos básicamente: por un lado, la importancia de la unión de las izquierdas en escenarios peligrosos, dejando atrás disputas secundarias; y por otro, el innegable ascenso de la extrema derecha, que ya no tiene vergüenza de salir a la luz del día.

Por Esteban Morales Estrada

Magíster en Historia

Muchas personas estuvieron expectantes en todo el mundo, observando el proceso político francés. Analistas y periodistas hablaron del “crecimiento de la derecha en el mundo”, otros del “peligro de los extremos” en la realidad política del viejo continente. Francia, que fue el gran teatro experimental de la política del siglo XIX, despertó el interés de conocedores de la política internacional. Surgieron entonces múltiples preguntas respecto a la coyuntura francesa, donde a grandes rasgos se vislumbraba una zozobra en torno a la preocupación por el fortalecimiento de la extrema derecha o la debilidad política de Macron [1].

Tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas, un exitoso Nuevo Frente Popular (compuesto por Francia Insumisa, comunistas, socialistas, verdes…) logró una importante victoria sobre la extrema derecha y la llamada centro-derecha del presidente actual. Si bien esta coalición de izquierda no alcanzó una mayoría aplastante, sus poco más de 180 asientos la colocan como la fuerza más importante de la Asamblea Nacional, seguida por las fuerzas de Macron, y en un tercer lugar, Reagrupación Nacional de Le Pen [2].

Las fuerzas de la izquierda francesa, ante el avance de la extrema derecha en la primera vuelta, dejaron atrás sus diferencias y se unieron como freno a las tendencias ultranacionalistas y xenófobas de Reagrupación Nacional, comprendiendo la utilidad de buscar una alianza en torno a un contendor muy riesgoso para el país, buscando enfocar todo su poderío y potencial en derrotarlo, dejando atrás rencillas secundarias. Sin embargo, el tablero político francés es complejo, debido a las relaciones de poder entre una izquierda que se siente poderosa y optimista, pero cuya unidad siempre es complicada; una centro-derecha que debe buscar alianzas, pero teme a los “extremos”; y la extrema derecha que tratará de unirse a sectores proclives a compartir sus objetivos y planes dentro de la Asamblea Nacional. Lo anterior muestra un panorama en donde todos estos grandes sectores desconfían de los otros, y adicionalmente, no son bloques homogéneos, ya que pueden tener fisuras internas.

Todo esto va a representar un reto enorme para Macron, quien deberá tener una estrategia clara de negociación de propuestas e iniciativas particulares, donde es probable que busque apoyo en sectores disímiles, según la ocasión y la necesidad del momento. La reelección de la presidenta de la Asamblea Nacional, Braun-Pivet, mostró la elástica situación política dentro de esta coyuntura, donde mientras el Nuevo Frente Popular se demoró para elegir su candidato debido a sus disputas, macronistas y sectores de derecha lograron unirse en torno a dicha candidatura. Como lo expresa el analista Fernando Vega Lugo, en las condiciones actuales “nadie tiene una mayoría absoluta, nadie tiene la posibilidad realmente de llevar a cabo una agenda de gobierno” [3], razón por la cual imperará la búsqueda de coaliciones que no serán sólidas en el tiempo, y por el contrario se concentrarán en intereses y objetivos pasajeros entre las fuerzas políticas.

Por otro lado, pese al optimismo de las fuerzas progresistas y de izquierda a nivel mundial, es inocultable un ascenso de la extrema derecha en el continente europeo. El Nuevo Frente Popular ha logrado frenar y disipar por ahora el inminente peligro, pero puede afirmarse que en la Unión Europea ha resurgido una extrema derecha, que seduce a porciones importantes de trabajadores y clases medias. En un profundo artículo de Javier Franzé y Guillermo Fernández Vázquez [4], se observa el fenómeno político actual en Europa, desde una perspectiva analítica y lejos de los clichés. Para estos autores, el gran problema es que en el viejo continente paulatinamente “se ha ido borrando el sustento anti-fascista de la democracia nacida en la segunda posguerra”, aspecto que resulta sumamente preocupante, debido a la “des-diabolización” del espectro político de extrema derecha. Señalan “hoy ser demócrata ya no implica necesariamente ese carácter antifascista”.

Dichos partidos de ultra derecha, como el francés Reagrupación Nacional, “no buscan volver a los regímenes de entreguerras del siglo XX, aunque sí realizar algunas demandas no muy alejadas de aquellas, pero en el marco democrático actual”. Lo anterior básicamente nos lleva a concluir que el discurso de estas agrupaciones políticas se ha tornado legítimo en el juego democrático, y que buscan ganar espacios en el espectro político, con propuestas retardatarias y reaccionarias que ya no temen enunciar. Para Franzé y Fernandez, el hecho concreto e innegable es que en los países que “funcionan como la locomotora europea –Alemania, Francia e Italia– la extrema derecha ha ganado un terreno significativo”. La situación anterior tendría muchas causas, sin embargo, reconocen como fundamentales la relevancia de los “consensos centristas” y la supuesta “autonomía técnico-económica”, lo que se ha traducido en un debilitamiento de la construcción de “la democracia social de base antifascista”, que predominó durante mucho tiempo.

Los autores se aventuran a decir que “la caída del Muro de Berlín liberó a las derechas de la necesidad del pacto social”, en una alusión clara a la desaparición del campo socialista del panorama europeo, lo que trajo la consolidación del capitalismo en cada rincón del viejo continente y la salida de escena de la democracia social, que pretendía competir con el modelo antagónico por el bienestar de la población. En la actualidad, una buena porción de la ciudadanía se siente seducida por una retórica anticomunista, antiinmigrante, defensora de la cultura cristiana, que es perfectamente legítima en el panorama político de hoy. La lección que nos da Francia puede entenderse en dos planos básicamente: por un lado, la importancia de la unión de las izquierdas en escenarios peligrosos, dejando atrás disputas secundarias; y por otro, el innegable ascenso de la extrema derecha, que ya no tiene vergüenza de salir a la luz del día, y manifestar sus nociones ante una población en búsqueda de soluciones definitivas y permanentes.

Notas

1. Ver, por ejemplo: Fernando Cepeda Ulloa, “Francia”, en El Nuevo Siglo (5 de julio de 2024). Disponible en: https://www.elnuevosiglo.com.co/columnistas/francia   

2. Enric Bonet, “La noche en que resucitó la gauche”, en CTXT (8 de julio de 2024). Disponible en: https://ctxt.es/es/20240701/Politica/46943/Enric-Bonet-NFP-Melenchon-PS…;

3. “Macron gana una primera partida en la Asamblea: ¿qué implica en el tablero político?”, Programa El Debate de France24 (19 de julio de 2024). Disponible en: https://www.france24.com/es/programas/el-debate/20240719-macron-gana-un…;

4. Javier Franzé y Guillermo Fernández, “Europa ante el ascenso de la extrema derecha”, Le Monde Diplomatique, Edición 245 (Julio de 2024), pág. 6-7.
 


 


 

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