¿Estado regulador o Estado propietario?
Un tema de gran trascendencia y preocupación hoy en todo el planeta, pero sobre todo en Estados Unidos, es el crecimiento extraordinario de la riqueza de los dueños de empresas tecnológicas (Microsoft, Google, Apple, Facebook y Amazon) al tiempo que se da rápidamente una concentración cada vez mayor del ingreso. Mazzucato, economista italo-estadounidense, quien ocupa hoy uno de los primeros lugares de reconocimiento en el mundo académico de la economía. plantea, como punto principal del análisis, que el centro de atención no debe estar en buscar fallas del mercado en el sector de las empresas tecnológicas y proponer su corrección, como hacen Piketty y Stiglitz, sino en entender que el Estado es creador de valor y más aún, es creador de mercado. Un ejemplo, que resalta ella, es la creación de internet, por parte del Departamento de Defensa de Estados Unidos; una innovación estatal que sirvió a dichas empresas como motor de arranque para montar sus negocios. ¿Si internet es un bien público, con altas externalidades positivas, no es preferible que sea completamente de propiedad del Estado y no una propiedad compartida con el sector privado?
Por Higinio Pérez Negrete
Economista, profesor universitario / higinio50@yahoo.com
Un tema de gran trascendencia y preocupación hoy en todo el planeta, pero sobre todo en Estados Unidos, es el crecimiento extraordinario de la riqueza de los dueños de empresas tecnológicas (Microsoft, Google, Apple, Facebook y Amazon) al tiempo que se da rápidamente una concentración cada vez mayor del ingreso. La brecha se ha abierto mucho más ahora en el período de la pandemia del covid-19, porque ha aumentado ampliamente la demanda por servicios tecnológicos y, por otro lado, se ha elevado mucho el desempleo. Para Thomas Piketty (El capital en el siglo XXI) y Joseph Stiglitz (Capitalismo progresista), la explicación de este resultado es que las mencionadas empresas tienen un excesivo poder de mercado, lo que les permite crear barreras de entrada, comprando potenciales competidores, y especular con sus acciones en bolsa, presentando unos balances contables sobreestimados para elevar desproporcionadamente el precio de sus acciones. De igual manera hacen un negocio excesivamente lucrativo vendiendo la información suministrada por los miles de millones de usuarios de sus servicios, en Estados Unidos y el resto del mundo, a las empresas que pautan publicidad en sus redes.
Estas, y otras formas del negocio, constituyen herramientas de extracción de “renta”, por parte de dichas empresas, a toda la sociedad. En síntesis, para Piketty y Stiglitz, se requiere una intervención estatal (regulación) para corregir las fallas del mercado y restaurar la competencia. Para esto proponen reforzar medidas antimonopolio, como la obligación de dividir las empresas, con lo que se evitaría la absorción de otras como ha ocurrido hasta ahora, destacándose la compra de WhatsApp e Instagram por Facebook. También proponen aplicar una tarifa extraordinaria de impuestos sobre el patrimonio de las empresas. El objetivo es garantizar un ambiente de competencia, con lo que se lograría dinamizar la innovación tecnológica, y garantizar mayores recursos tributarios con los que el gobierno de Estados Unidos lograría aumentar el gasto social y disminuir la desigualdad en el ingreso.
En artículos anteriores, con el título “El rentismo de las empresas tecnológicas” y “¿Rentismo o acumulación de capital?”, he planteado que las ganancias extraordinarias de estas empresas han sido el resultado de la competencia y la sobreexplotación de los trabajadores en toda la economía de Estados Unidos, y que no es riguroso calificar de renta lo que constituye una ganancia que está por encima de la ganancia media del capital. El monopolio no es una anormalidad de la economía capitalista sino una consecuencia de la competencia entre capitales, y su permanencia no es eterna sino temporal; así como la competencia lo genera también lo destruye para que aparezca un nuevo monopolio. La contradicción principal es entre el trabajador, creador de valor, y el capitalista, quien recibe de primera mano el excedente (plusvalía), y no entre la sociedad en su conjunto y el capitalista. Por tal razón, el análisis debe centrar la atención en el proceso de producción, y no en el de distribución. Piketty y Stiglitz centran su atención en esto último y por eso considero que sus propuestas, aunque aliviarían los males, no tocan el problema de fondo.
Un planteamiento diferente al de Piketty y Stiglitz se encuentra en dos libros (“El Estado emprendedor” y “El valor de las cosas”) escritos por Mariana Mazzucato, economista italo-estadounidense, quien ocupa hoy uno de los primeros lugares de reconocimiento en el mundo académico de la economía. Mazzucato plantea, como punto principal del análisis, que el centro de atención no debe estar en buscar fallas del mercado en el sector de las empresas tecnológicas y proponer su corrección, como hacen Piketty y Stiglitz, sino en entender que el Estado es creador de valor y más aún, es creador de mercado. Un ejemplo, que resalta ella, es la creación de internet, por parte del Departamento de Defensa de Estados Unidos; una innovación estatal que sirvió a dichas empresas como motor de arranque para montar sus negocios. Según Mazzucato, el Estado ha asumido muchos riesgos como innovador, y sobre las empresas tecnológicas afirma que, aunque han hecho algunas innovaciones, todo su poder se ha originado en la creación de internet. Para Mazzucato, Silicon Valley es lo que es hoy, gracias a la intervención creativa y financiera del Estado. Por tal razón, las ganancias de estas empresas deben ser compartidas con el Estado. En otras palabras, el Estado debe tener participación accionaria en ellas.
El análisis de Mazzucato es interesante, pero quedan algunas preguntas por responder: ¿El Departamento de Defensa de Estados Unidos creó internet con el propósito de contar con una buena herramienta para generar ganancias? ¿En lugar de pensar que internet es una herramienta que permite generar altas ganancias, no sería mejor considerar que es un bien público, sobre todo por sus externalidades altamente positivas en términos de información, comunicación y educación? ¿Si es un bien público, con altas externalidades positivas, no es preferible que sea completamente de propiedad del Estado y no una propiedad compartida con el sector privado? ¿Será que las empresas tecnológicas estarán dispuestas a conciliar con el Estado y respetar el carácter de bien público de internet? ¿Será que la total propiedad estatal sólo podrá garantizarse para las nuevas innovaciones tecnológicas con recursos públicos?