20 años de creciente movilización social y política. Parte II. Crisis y vientos del sur.
En contraste con la crisis que vivirán los países desarrollados, en la primera década del siglo XXI Latinoamérica vivió una refrescante primavera de resistencia que se conoce como “los vientos del sur”, una vuelta de tuerca en la historia que los neoliberales pensaban había terminado. Una oleada de gobiernos alternativos que intentaron iniciar el distanciamiento respecto al Consenso de Washington.
Por Augusto R. M.
Ingeniero electrónico, PTC Medellín
En el capítulo anterior, el anochecer, comentamos cómo, al terminar el ciclo de reformas y revoluciones del siglo XX se dio inicio la era del neoliberalismo. Es decir, la era de las privatizaciones, de la pérdida de derechos laborales y sociales, de las importaciones masivas, de la desregulación de los bancos, de los recortes y la “austeridad”, la no intervención del Estado en la economía y la casi desaparición de la juventud de los espacios políticos, deslumbrada por las promesas de éxito a través del emprendimiento individual y la comercialización de cada aspecto de la vida humana.
Si los nazis con Hitler habían afirmado que el Tercer Reich duraría mil años, los neoliberales se atrevieron a más, y se apresuraron a afirmar que con ellos la historia había llegado a su fin. El Tercer Reich duró apenas dos décadas. En cuanto al neoliberalismo, ya contaba dos décadas largas y signos de marchitamiento para cuando se produjo el día de acción global, que devino en la batalla de Seattle (1999). Momento que abrió un nuevo ciclo histórico de movilizaciones populares que buscan una alternativa.
La crisis empezó a asomar la cabeza en 1997, con la crisis financiera asiática, y poco después, empezando el año 2000, con la explosión en Estados Unidos de la burbuja financiera de las empresas vinculadas al sector de internet, telecomunicaciones y de tecnologías de la información –llamada burbuja puntocom–, empezando una lenta pero inexorable recesión económica de Estados Unidos, Europa y Japón, y la puesta de grades masas de capital ocioso en la especulación, especialmente en finca raíz y mercados futuros de alimentos y materias primas, que llevaría al aumento de sus precios por todo el mundo. Aspectos que darán lugar a convulsiones cada vez más profundas.
No se trata solo de falta de regulación del sistema financiero. De acuerdo con Amézquita (2009) [1], la crisis de todo el sistema capitalista que se empieza a observar desde 1997 no es sino la continuación de la crisis ya existente desde los ochenta, que se expresa en las crecientes dificultades de la burguesía financiera mundial para poner en la economía de forma rentable los gigantescos capitales acumulados. Los noventa serian un paréntesis a esta crisis, por la conjunción de tres circunstancias: la aparición del sector de las tecnologías de la información con altas tasas de ganancia en sus inicios; la apertura de los mercados antes bajo el control de la URSS; y la imposición de las privatizaciones y apertura de mercados en América Latina y el resto del mundo.
Gracias a estos tres hechos pudieron invertirse de forma rentable los capitales acumulados. Sin embargo, la cantidad de empresas que se podían comprar y la cantidad de mercados que se podían invadir alrededor del mundo, eventualmente empezarían a agotarse. Una vez establecidas las tecnologías del sector de internet y de las telecomunicaciones, sus ganancias extraordinarias también empezaron a cesar. La crisis es pues, una crisis de superproducción de capital, que a su vez es “superproducción de mercancías y capitales ociosos que se dedican a la especulación” (Amézquita, 2009).
A la crisis de las puntocom le suceden diversos escándalos de corrupción en el sector privado, anunciado por los neoliberales como sinónimo de transparencia. El más sonado de estos escándalos se produjo a finales de 2001 en la empresa de energía ENRON [2], que terminó con su quiebra, y la desaparición de los ahorros y pensiones de 21.000 de sus trabajadores.
Vale recordar, ENRON era una de las principales financiadoras de la carrera política de George W. Bush, quién llegaría a la presidencia ese 2001, mismo año del atentado a la Torres Gemelas y del inicio de la “Guerra contra el terrorismo”, mediante la cual Estados Unidos invadió Afganistán, Irak, Somalia, Libia y Yemen, para así asegurarse importantes reservas de petróleo y gas natural.
Pero todavía no había llegado el clímax. En 2008 finalmente revienta la burbuja financiera en Estados Unidos alrededor del mercado de inversiones e hipotecas. Cientos de fondos de inversión quiebran [3], entre ellos Blackstone, American Home Mortgage, Bear Stearns, Lehman Brothers, Merrill Lynch, JP Morgan, Goldman Sachs, Morgan Stanly, Washington Mutual, IndyMac, Citigroup. El gobierno de Estados Unidos en cabeza de George W. Bush decide la urgente intervención del Estado para nacionalizar o asumir el control estatal de muchos de estos fondos. Negando así la doctrina, el neoliberalismo, se empezaba a derrumbar en el corazón mismo del capitalismo.
Son las perdidas las que se socializan y se ponen en hombros de los trabajadores: 700.000 millones de dólares del erario estadounidense son inyectados al sistema financiero para rescatarlo [4] y la Reserva Federal imprime $US 900.000 millones, que pone a disposición en forma de préstamos. Rápidamente todos los países desarrollados son arrastrados a la crisis y toman decisiones similares de intervención estatal para rescatar bancos.
En la economía real miles de empresas empiezan a declararse en quiebra, las más grandes de ellas intervenidas por el Estado, como la emblemática General Motors. La reserva federal imprime otros $US 1.3 billones para prestar a empresas fuera del sector financiero. Sin embargo solo en Estados Unidos, nueve millones de personas pierden su empleo, muchos de ellos también sus pensiones y ahorros. Según Bloomberg, un millón de personas perdieron su casa en 2008, y 10 millones la han perdido desde entonces [5], – el desempleo pasa del 4.4% en 2007 al 10% a finales de 2009. 46,5 millones de personas fueron llevadas a la pobreza solo en ese país.
Los vientos del sur
En contraste con la crisis en los países desarrollados, en esta primera década del siglo XXI Latinoamérica vivió una refrescante primavera de resistencia que se conoce como “los vientos del sur”, una vuelta de tuerca en la historia que los neoliberales pensaban haber terminado, una oleada de conquistas electorales de gobiernos alternativos elegidos por las masas empobrecidas por el neoliberalismo, que intentaron iniciar el distanciamiento respecto al Consenso de Washington.
Así fue elegido Hugo Chávez en Venezuela (1999) por una amplia coalición llamada Polo Patriótico. Luego siguió Luiz Inácio “Lula” da Silva del Partido de los Trabajadores en Brasil (2002), Néstor Kirchner del Frente para la Victoria (2003) en Argentina, Tabaré Vázquez (2004) del Frente Amplio en Uruguay, Evo Morales por el Movimiento al Socialismo en Bolivia (2005), Michelle Bachelet del Partido Socialista de Chile (2006), Rafael Correa por Alianza PAIS en Ecuador (2006) y Daniel Ortega por el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua (2006).
Con diferentes éxitos, deficiencias y errores cada uno [6], la mayoría de ellos lograron desarrollar infraestructura pública, hacer crecer sus economías y sacar a millones de personas de la pobreza –más de 70 millones–, más otras decenas de millones que salieron de la miseria, lo que constituyen logros impresionantes, gracias al beneficio del encarecimiento de las materias primas y a pesar de la inexorable recesión global. En este sentido fue destacadísimo el papel de Brasil, que con Lula se posicionó como potencia global emergente, integrando el bloque BRICS, junto con Rusia, India, China y Sudáfrica.
Tan importante como los resultados de cada país fue la derrota de la política exterior de Estados Unidos en la región, representada en su propuesta del ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), contemplada en el Consenso de Washington. Los momentos decisivos se vivieron el 4 y 5 de noviembre de 2005, en Mar de Plata, Argentina, cuando de forma simultánea se dieron cita la IV Cumbre de las Américas convocada por la OEA (Organización de Estados Americanos), con presencia del presidente de Estados Unidos George W. Bush y representantes de todos los Estados de América, y la III Cumbre de los Pueblos convocada por movimientos sociales y políticos alternativos, en medio de una gran movilización social y un enorme despliegue de fuerzas de seguridad.
Con la gente en las calles, el presidente argentino Néstor Kirchner dio la bienvenida a la Cumbre de las Américas llamando a reconocer las dificultades en las que estaban los pueblos por la aplicación del neoliberalismo, y criticó las doctrinas, como la teoría del derrame y la fe ciega en la autorregulación del mercado. En sus intervenciones, Estados Unidos y sus aliados se apresuraron a proponer una y otra vez los objetivos del ALCA, mientras con el lema "Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad", liderado por los presidentes Lula [7], Chávez y el mismo Néstor Kirchner, se cuestionó contundentemente la propuesta norteamericana.
Al final en un histórico discurso de Néstor Kirchner, frente a un desconcertado George Bush [8], se enfatizó el reconocimiento de la diferencia y la no imposición de fundamentalismos, y se llevó a la cumbre a firmar dos declaraciones opuestas, lo que en la práctica fue el fracaso de Estados Unidos de imponer un acta de apoyo al ALCA. Ante su derrota Bush declararía: "Estoy un poco sorprendido, acá pasó algo que no tenía previsto". Ese mismo día en la clausura de la Cumbre de los Pueblos, Hugo Chávez y Evo Morales liderarían una marcha de más de cien mil personas, que se congregaban en el campus de la Universidad de Buenos Aires, donde el presidente Chávez daría el parte de victoria con su famoso “Alca, Alca, ¡al carajo!” [9].
La derrota del ALCA fue una victoria para nuestros países y mostró una nueva correlación de fuerzas naciendo en el continente [10] gracias a la unidad. Como parte de los esfuerzos de integración, se había constituido en 2004 el ALBA (Alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América). Y después de la cumbre, en 2006, se dio ingreso a Venezuela al Mercosur, habiéndose establecido la entrada en 2003 de Perú y en 2004 de Ecuador y Colombia. Y finalmente, se constituyó la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR (2008), con el objetivo de “construir una identidad y ciudadanía suramericana y desarrollar un espacio regional integrado”.
Mientras tanto, en Colombia la situación sería un poco diferente. En vez de un giro a la izquierda, el 2002 el país giró a la extrema derecha… aunque, no completamente. Pero esto lo veremos en el próximo capitulo: Colombia en la noche oscura y la Bogotá rebelde.
[1] Amézquita P., 2009, La crisis de 2008. Nueva Gaceta. N 15.
[2] La debacle de Enron y la crisis de los fondos de pensiones. https://newleftreview.es/issues/14/articles/robin-blackburn-la-debacle-…
[3] The Year in Bankruptcy: 2008. https://www.jonesday.com/en/insights/2009/02/the-year-in-bankruptcy-2008
[4] Ley de estabilización económica de urgencia de 2008. https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Estabilizaci%C3%B3n_Econ%C3%B3mica…
[5] The financial crisis hit 10 years ago, for some, it feels like yesterday. https://www.latimes.com/business/la-fi-financial-crisis-experiences-201…
[6] Filmus, D., Abramo, L., Barrancos, D., Correa, R., Linera, Á, Genro, T., . . . Taiana, J. (2019). Las sendas abiertas en América Latina: Aprendizajes y desafíos para una nueva agenda de transformaciones (Filmus D. & Rosso L., Eds.). Argentina: CLACSO. doi:10.2307/j.ctvt6rmdr
[7] IV Cumbre de las Américas: Lula contra el ALCA, 2005. https://www.youtube.com/watch?v=TVNu4RuVCqo
[8] El día que Néstor Kirchner dio cátedra en la cara de George Bush. https://www.youtube.com/watch?v=-fTABW93hO4&t=46s
[9] Hugo Chávez en Mar Del Plata Cumbre de los Pueblos 2005. https://www.youtube.com/watch?v=4uTc-AV1i6I
[10] La derrota del ALCA fue una victoria histórica para los pueblos de Nuestra América. https://www.bilaterals.org/?la-derrota-del-alca-fue-una&lang=en