Israel: asesinatos masivos y selectivos

Palestina
Edición #98
Agosto 2024

Israel “seguirá siendo un aliado de Washington sin importar quién sea elegido presidente”, concluyó Netanyahu después de reunirse por separado con Donald Trump y con Kamala Harris. En la foto de arriba, buena parte de los asistentes al Seminario “Dos años del Gobierno del Cambio, balance y perspectivas” convocado el Centro de Estudios Sociales Francisco Mosquera, el portal La otra República y el Instituto de Formación Sindical Iconos.

Por Consuelo Ahumada

PhD en Ciencias Política, directora del colectivi Malu.

El Oriente Medio enfrenta hoy la mayor tensión desde hace diez meses, cuando Israel inició su feroz represalia contra la población de Gaza por los ataques de Hamás. Entre martes y miércoles de la semana pasada Netanyahu ordenó el asesinato de dos líderes de la resistencia en las capitales de dos países distintos: Fuad Shukr, de Hezbolá, en Beirut e Ismael Haniyeh, de Hamás, en Teherán.

Estos crímenes fueron no solo un golpe a las dos organizaciones sino también una provocación a Irán y a sus milicias aliadas, así como el cierre a cualquier posibilidad de cese al fuego en Gaza. Tanto Israel como el Pentágono esperan retaliaciones, por lo que EE. UU. envió más buques de guerra y aviones caza a la región.

El asesinato selectivo de enemigos, contrario al derecho internacional, ha sido una práctica constante de Israel en su historia. En su obra Rise and Kill First (2018), el periodista israelí Ronen Bergman documenta más de 2.300 operaciones de asesinatos selectivos, realizados en distintos continentes. La mayoría de las víctimas han sido palestinos, pero también de otros países de la región. Basta recordar el envenenamiento de Yasser Arafat en 2004.

Tampoco han sido solo jefes políticos o militares. La larga lista incluye también a intelectuales y poetas. Con ello, el Estado sionista ha intentado resolver de una vez su conflicto con Palestina. Pero lo único que ha logrado es perpetuarlo y agravarlo. 

Para entender la magnitud de la crisis, volvamos ahora un poco atrás, cuando sucedieron dos eventos importantes, simultáneos y relacionados, aunque opuestos. El primero en Washington y el segundo en Beijing. El 24 de julio pasado, un día después de que Biden se retirara de la campaña electoral, Netanyahu intervino ante el Congreso estadounidense en pleno. Se le dio la bienvenida a un criminal de guerra y prófugo de la justicia, como denunció la Internacional Progresista.

Durante su discurso de una hora, recibió 58 ovaciones de republicanos y demócratas. Mientras tanto, las fuerzas de seguridad reprimían brutalmente a miles de manifestantes en las calles de Washington.

Sus afirmaciones fueron tan agresivas como cínicas: "Dennos las herramientas y acabaremos el trabajo más rápido"; "Son los tontos útiles de Irán": dijo de quienes protestaban. Subrayó los intereses comunes entre Israel y EEUU en el Medio Oriente y ratificó su decisión de mantener la ofensiva hasta lograr la "victoria".
Israel “seguirá siendo un aliado de Washington sin importar quién sea elegido presidente”, concluyó después de reunirse por separado con Donald Trump y con Kamala Harris

Por ese entonces, la confusa mente de Biden soñaba todavía con una posible tregua en Gaza. Pero al mismo tiempo, en medio de los continuos y brutales bombardeos contra el pueblo palestino, anunciaba que reanudaría el suministro de bombas de 225 kilos a Israel y seguiría analizando el envío de bombas de 900 kilos.
Y es este gobierno el que se autoproclama garante de la democracia en el mundo.

Por supuesto que la orden de detención anunciada en mayo pasado por el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, contra Netanyahu y su ministro de Defensa no se cumplió.  

El segundo evento importante sucedió en Beijing un día antes del discurso de Netanyahu en Washington. China convocó a 14 facciones políticas palestinas, incluidos Fatah y Hamás, y con la mediación de su ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, alcanzaron un acuerdo para formar un gobierno de unidad nacional en Palestina. Claramente, las posibilidades de una tregua humanitaria para aliviar la situación de la población de Gaza y propiciar la liberación de los rehenes israelíes, que se venía discutiendo entre Israel, EE. UU., Egipto y Qatar se desvanecen. De hecho, Netanyahu venía poniéndole todo tipo de obstáculos al proceso.

Por último, señalemos que las penurias y sufrimientos del pueblo de Gaza se agravan día tras día. Más de 40.000 personas muertas, la mayoría mujeres, niños y niñas; 10.000 desaparecidos, 90.000 heridos. Sus habitantes están enfermos, heridos o desnutridos. Sobreviven entre ruinas bombardeadas, escombros y toneladas de basura. La mayoría de la gente está desplazada y los bombardeos de campos de refugiados, escuelas y hospitales no dan tregua.

La ONU ha denunciado detenciones masivas y desapariciones forzadas de miles de hombres, mujeres, niños y niñas palestinos, por las Fuerzas de Israel.

El personal de salud, considerado como cómplice de Hamás, ha recibido un trato degradante e inhumano, según denuncias de Amnistía Internacional. Ha sido sometido a tortura, descargas eléctricas, palizas, inmersiones de cabeza en agua. “No es una cárcel, es un matadero”. Señaló uno de los detenidos.

Aparte de la devastación de la guerra y a la completa ruptura de los mínimos derechos, como consecuencia del desastre sanitario la población enfrenta ahora la amenaza del polio, enfermedad altamente infecciosa, señaló la OMS. La mayoría de los hospitales ya no funcionan. Proliferan las enfermedades diarreicas y respiratorias, especialmente entre la niñez.

Sus habitantes sufren de inseguridad alimentaria aguda y escasez de alimentos, lo que los hace más vulnerables a la enfermedad. Los menores de cinco años, pero en especial los menores de dos años, corren riesgo mayor porque no han sido vacunados en diez meses. A pesar de los esfuerzos de entidades internacionales, todo conspira para que no reciban estas vacunas que les pueden salvar la vida.

La UNRWA ha registrado casi 40.000 casos de hepatitis A en la Franja de Gaza. Estima que entre 800 y 1.000 nuevos casos se presentan cada semana. “Les falta agua potable, jabón y un sistema de alcantarillado. Esta crisis está complicando enormemente nuestra capacidad para proporcionarles la ayuda adecuada”.

El incremento alarmante se produce porque “el sistema de gestión de residuos en Gaza colapsó” y “montones de basura se acumulan con el calor abrasador del verano”. Todo ello, combinado, “constituye una receta peligrosa para la propagación de enfermedades.

Pero lamentablemente mientras las potencias occidentales se concentran ahora en defender a Israel de las posibles retaliaciones de Irán, la tregua humanitaria para salvar a Gaza se convierte para ellas en asunto menor.

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