La “sanción política” en la historia de Colombia
Para fines de este escrito, la sanción política será entendida como ese fenómeno asociado a la actividad electoral en el cual, luego de un mal desempeño en un cargo de elección popular por parte de un personaje perteneciente a cierta colectividad política, el electorado apoya a un candidato representativo del grupo político totalmente contrario. A nivel regional y local es un fenómeno difícil de seguir, pero a nivel nacional la historia lo muestra de manera clara. Durante el gobierno Duque, Colombia ha recibido los títulos de “El país más peligroso para defender los derechos humanos” y “El país más peligroso para defender el medio ambiente”, ha sido censurado por su manejo violento de la protesta social, ha sido cuestionado fuertemente por los incumplimientos a los acuerdos de paz de 2016, ha roto relaciones diplomáticas con varios países, además de arriesgar temerariamente las relaciones con otras naciones.
Por Juan Orlando Bonilla
Para fines de este escrito, la sanción política será entendida como ese fenómeno asociado a la actividad electoral en el cual, luego de un mal desempeño en un cargo de elección popular por parte de un personaje perteneciente a cierta colectividad política, el electorado apoya a un candidato representativo del grupo político totalmente contrario. A nivel regional y local es un fenómeno difícil de seguir, pero a nivel nacional la historia lo muestra de manera clara.
En todas las democracias del mundo la sanción política a una mala gestión es algo común, además de dinamizar la actividad electoral. Para no irnos muy lejos podemos ver como en Estados Unidos, luego de una mala gestión del republicano Donald Trump este fue derrotado en su campaña de reelección por el demócrata Joe Biden; en México la mala gestión de Enrique Peña Nieto, presidente por el PRI, fue seguida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador del Morena. Pero el ejemplo más claro es el de Argentina, país que se encuentra atrapado en un círculo de gobiernos entre Macri y los Kirchner debido a las malas gestiones de ambos grupos políticos.
En Colombia también se ha cumplido este fenómeno. Analizando la historia política nacional se pueden hallar 18 ejemplos de transiciones presidenciales entre grupos políticos antagónicos luego de una mala gestión; pero para el caso de este artículo expondré los que considero son los 5 ejemplos más claros:
1. De Bolívar a Santander
Los últimos días de aquel país que conocemos como la Gran Colombia no fueron pacíficos. Ante la certeza de la separación de Venezuela y Ecuador, Simón Bolívar promovió una dictadura militar en cabeza del general Rafael Urdaneta con dos objetivos claros: primero evitar la desintegración de la Nueva Granada frente a las amenazas independentistas de Panamá, Antioquia y otros territorios; segundo, estabilizar en algo la tensa situación política que se empezaba a configurar.
La dictadura de Urdaneta tuvo una pésima recepción: por una parte se intentó imponer como un poder centralizador frente a unos poderes regionales que comenzaban a configurarse y, por otro lado, Bolívar y Urdaneta ordenaron el homicidio de José María Córdova, gran héroe de la Batalla de Ayacucho, en la localidad antioqueña de El Santuario.
La dictadura de Urdaneta terminó con la proclamación de la Constitución Política de 1832 que inauguró oficialmente la República de la Nueva Granada. En 1833, en las primeras elecciones presidenciales de la Nueva Granada (independiente de Venezuela y Ecuador) fue elegido como presidente Francisco de Paula Santander, quien representaba unos ideales políticos totalmente contrarios a los de Bolívar. Como dato curioso, y como sanción política a Santander por el mal manejo dado a una rebelión ocurrida en 1835; en las elecciones de 1837 fue elegido presidente José Ignacio de Márquez, el único de los 3 candidatos presidenciales que no contaba con el apoyo de Santander.
2. El final de “El Olimpo Radical”
En 1859 los líderes políticos regionales apoyaron la rebelión liberal del recién converso Tomás Cipriano de Mosquera, por la promesa de federación con independencia frente al poder central de Bogotá. Con el paso de los años la realidad de los territorios federados dentro de los Estados Unidos de Colombia fue más dramática: con excepción del estado de Antioquia, la situación económica en todo el país empeoró y las tensiones políticas, fruto de las limitaciones impuestas a la participación política del Partido Conservador en todos los estados, tuvo como expresión 3 guerras civiles nacionales en un periodo de 20 años.
En 1884 Rafael Núñez corta con un ciclo de 21 años de gobiernos liberales al ganar las elecciones acompañado de una coalición de conservadores y liberales moderados. La intransigencia de los liberales radicales ante esta alianza se expresó en la guerra civil de 1884 que acabó con los Estados Unidos de Colombia e inauguró los 46 años de Hegemonía Conservadora.
3. Un golpe de estado en plena Guerra de los Mil Días
Cuando Manuel Antonio Sanclemente fue elegido como presidente a sus 84 años, en representación del sector moderado del Partido Conservador, tenía como único mérito sus más de 50 años de carrera política, con pocos logros además de haber sido elegido senador en varias ocasiones. Dio la ocasión que durante el gobierno de este poco carismático mandatario, el escandaloso fraude electoral de las elecciones de 1897 (segundo fraude consecutivo después del de las elecciones de 1893) había dejado nuevamente al Partido Liberal sin ninguna representación en el Estado; esta fue la chispa que desencadenó la Guerra de los Mil Días.
Desde el principio de la confrontación, a Sanclemente se le acusó por su debilidad frente a la rebelión liberal, a saber: en el centro del país el sector radical del Partido Conservador junto con la Iglesia católica proponía la captura, destierro o muerte de todos los miembros del Partido Liberal sin importar que no tuvieran relación con la guerra que empezaba. Aunque Sanclemente desplegó al ejército nacional para las sangrientas batallas de Peralonso y Palonegro, fue acusado por miembros de su propio partido de no responder de forma adecuada ante el movimiento armado.
Un mes después de la Batalla de Palonegro, enfrentamiento en que murieron alrededor de cuatro mil personas, los conservadores radicales, la policía de Bogotá y buena parte de la población de la ciudad derrocaron a Sanclemente e impusieron como presidente a José Manuel Marroquín, vicepresidente en ejercicio, que proponía políticas de mano dura contra el liberalismo en general.
4. El final de la Hegemonía Conservadora
Normalmente se identifica a la división interna del conservatismo como la causa principal del final de la hegemonía política más larga de la historia del país. Pero también deben tenerse en cuenta otros factores como el fracaso general del gobierno Abadía, la reacción a la persecución política contra los movimientos de izquierda emprendida por este gobierno y la reorganización del Partido Liberal.
La división del Partido Conservador en el año 1930 es ampliamente conocida. El arzobispo de Bogotá, quien tradicionalmente se encargaba de seleccionar el candidato presidencial del Partido Conservador, retrasó demasiado su elección y por ello la votación conservadora estuvo dividida entre los candidatos Guillermo Valencia y Alfredo Vásquez Cobo.
Lo que muchos ignoran es la oposición general, tanto conservadora como liberal, a las medidas económicas del presidente Miguel Abadía quien, con la intención de recuperar el furor económico de la Danza de los Millones (periodo de principios de la década de 1920 en donde el dinero de la indemnización por la pérdida del Canal de Panamá impulsó una cantidad inédita de obras públicas) solicitó prestamos al extranjero que endeudaron al país justo en medio de una caída del precio internacional del café.
Por otra parte los 4 años de persecución a los movimientos de izquierda impulsada por Abadía llevaron a que este sector político apoyara la candidatura de Enrique Olaya Herrera, primer candidato presidencial por el Partido Liberal luego de 8 años de abstención de esta colectividad.
Dato curioso: Olaya Herrera fue el presidente que implantó la cédula de ciudadanía como método para evitar el fraude electoral. Olaya ganó la presidencia con una votación inferior a la combinada de los candidatos conservadores; pero a partir de la implementación de la cédula de ciudadanía los liberales obtuvieron la ventaja en todas las elecciones desde 1934 hasta 1998 (con excepción de las de 1950, en la que los liberales se abstuvieron; las realizadas durante el Frente Nacional y las de 1982).
5. El doble castigo electoral al Frente Nacional
Cuando en 1956 Alberto Lleras y Laureano Gómez firmaron el Pacto de Benidorm, pusieron un punto final real a la violencia entre liberales y conservadores que venía asolando al país desde hacía más de un siglo; además acordaron derrocar la dictadura de Rojas Pinilla, la cual conforme avanzó el tiempo perdió su sentido social y se volvió cada vez más autoritaria. A la hora de la verdad ningún acuerdo político ha sido tan nocivo para la historia del país como lo fue el Frente Nacional: la corrupción rampante, el clientelismo, la exclusión de las expresiones políticas alternativas y el conflicto armado son sólo algunas de las consecuencias de este acuerdo que todavía seguimos padeciendo hoy en día.
Para las direcciones de los partidos Liberal y Conservador el acuerdo del Frente Nacional fue un auténtico suplicio. Si bien la elección de Alberto Lleras fue sencilla, sin mayor oposición, y su gobierno fue en general bien recibido; las posturas ultraconservadoras de Guillermo León Valencia, candidato conservador destinado a ser presidente en 1962, hicieron que fuera difícil de aceptar para las bases de ambos partidos. Durante las elecciones de 1962 surgieron entonces la Anapo y el MRL, principales movimientos de oposición al Frente Nacional.
Del gobierno de Valencia no hay mucho que decir. El electo presidente se dedicó más a difundir el discurso anticomunista que a gobernar. Recibió un país relativamente estable (estable para ser Colombia), con cierta unidad política y sin episodios notables de violencia y entregó un país caótico, con profundas divisiones al interior de los partidos políticos y tres grupos guerrilleros conformados y reviviendo la violencia en las zonas rurales.
La carta fuerte del liberalismo, Carlos Lleras Restrepo, tuvo que ser el candidato para las elecciones de 1966. Lleras Restrepo logró la victoria gracias a que generó una división interna en el MRL. Pese a que este gobierno ha sido de los más relevantes en la historia de nuestra nación, hay cantidad de sectores que afirman que no logró por medios legales su misión principal: asegurar la existencia del Frente Nacional por otros 4 años.
Según el Pacto de Benidorm, en 1970 le tocaba la presidencia al Partido Conservador, pero la impopularidad del candidato oficial de este partido, Misael Pastrana, hizo que en dicha contienda se presentaran 4 candidatos conservadores, incluyendo al general Gustavo Rojas Pinilla, apoyado por la Anapo y un sector del conservatismo. Si nos apegamos a la versión oficial, la escasa victoria de Pastrana (por 64 mil votos) se debió a la alianza de último momento entre el MRL y los partidos del Frente Nacional; pero si vamos a los relatos tradicionales y a las palabras de Carlos Augusto “El Tigrillo” Noriega (ministro de Gobierno de la época) en su libro “Fraude en la elección de Pastrana Borrero”, el gobierno nacional tuvo que alterar los resultados electorales en ciertas regiones para asegurar la continuidad del régimen.
Sin importar la versión a la que nos queramos apegar, lo cierto es que en las siguientes elecciones, las de 1974, el presidente electo fue Alfonso López Michelsen, reconocido por ser el mayor opositor al Frente Nacional.
¿Y esto que tiene que ver con la actualidad?
Cada vez se encuentran más personas que afirman que el gobierno de Iván Duque es un mal gobierno. El actual presidente ha incumplido todas y cada una de sus promesas de campaña: desde la implantación de la llamada “economía naranja”, pasando por el “más trabajo, menos impuestos” hasta incluso en el “hacer trizas los acuerdos de paz”. El actual presidente le ha quedado mal a sus electores, y ni hablar del trato despótico que le aplica a la oposición, el desconocimiento de los fallos de las altas cortes y la cooptación de los organismos de control.
Durante el gobierno Duque, Colombia ha recibido los títulos de “El país más peligroso para defender los derechos humanos” y “El país más peligroso para defender el medio ambiente”, ha sido censurado por su manejo violento de la protesta social, ha sido cuestionado fuertemente por los incumplimientos a los acuerdos de paz de 2016, ha roto relaciones diplomáticas con varios países, además de arriesgar temerariamente las relaciones con otras naciones como Rusia y Estados Unidos. Incluso… existe el sincero temor de que a final del gobierno de Duque el precio del dólar duplique el valor que tenía durante el gobierno Santos, siendo actualmente el peso colombiano la moneda más desvalorizada del continente en el último año. Por eso y mucho más es impensable hablar de Iván Duque como un buen gobernante.
Pero debemos recordar que a la hora de la segunda vuelta presidencial de 2018 todos los partidos políticos en el espectro de la derecha (desde la extrema derecha de los partidos cristianos y el Centro Democrático, pasando por la derecha tradicional del Partido Conservador y la centro-derecha de los movimientos liberales) apoyaron a Iván Duque, recibiendo el candidato contrario solamente el apoyo del Partido Verde y el MAIS (recordar que el Moir y Compromiso Ciudadano decidieron marginarse del debate político durante aquella elección).
¿Qué ha pasado desde entonces? Sobre el Mais es difícil hablar: lastimosamente, al igual que ocurre con todos los movimientos indígenas y afrocolombianos, a la hora de las elecciones regionales este movimiento se transformó en una máquina expendedora de avales políticos al mejor postor. Pero el Partido Verde tuvo un crecimiento real. Actualmente militantes de ese partido son alcaldes de 3 de las 5 ciudades principales del país, sus bancadas tanto en los concejos municipales como en las asambleas departamentales crecieron notablemente y con toda seguridad en 2022 crecerá su bancada en el Congreso de la República.
En cuanto a las elecciones presidenciales, la insistencia de algunos directivos del partido en apoyar una alianza con el Moir, hoy Dignidad, y Compromiso Ciudadano, en detrimento de una gran consulta con los movimientos alternativos ha resultado en la división del Partido Verde entre dos de las principales coaliciones que se disputan la presidencia. Personalmente considero que con esto el Partido Verde pierde una oportunidad dorada para ser opción viable de poder en 2022. Igualmente creo que la sanción política jugará a favor de este y tendrá un papel fundamental en los hechos que ocurrirán en el futuro cercano.
No se puede decir que la sanción política ha sido siempre un hecho positivo en la historia del país, hay ocasiones en que esta ha empeorado nuestra situación general (ver la transición Samper-Pastrana-Uribe), pero en las actuales circunstancias la posible sanción política al gobierno Duque nos brinda una esperanza de construir un país mejor. Las dinámicas políticas cambiaron mucho en los últimos años; si ya bien ahora es impensable que un movimiento político por su cuenta alcance la presidencia, si es importante procurar que las alianzas que se formen sean en beneficio de la ciudadanía, incluyentes y lejanas a todos los vicios que anteriormente se mencionaron.