Editorial: “Golpe Blando” e implacables retaliaciones fragua la extrema derecha al gobierno Petro

Editorial
Edición #98
Agosto 2024

En el contexto de un agravamiento general de las contradicciones del país, cualquiera puede constatar que por radio, televisión, prensa y redes sociales se bombardea día y noche a los colombianos con una avalancha de noticias y propaganda incesante, abiertamente hostiles al proyecto político y a las ejecutorias en todos los frentes del Gobierno Petro.

Editorial

La campaña mediática que se adelanta contra el actual Gobierno no se reduce a la “leal oposición a su majestad” acostumbrada en los gobiernos del establecimiento. Va mucho más allá: se trata de una ofensiva en regla enfilada a derrocar al presidente Gustavo Petro.

El escándalo de los carrotanques de la UNGR, con las actuaciones delictivas confesas de Olmedo López y Snyder Pinilla, sirvió en bandeja un suculento material, a juicio de la ultaraderecha, para elevar a un nuevo y más alto nivel dicha campaña.    
 
Debe ponerse el acento en que el filo más visible de esta campaña ofensiva, aunque reviste múltiples formas y se libra en diversos escenarios, lo constituye su carácter mediático. Es el acusado rasgo distintivo de la dominación capitalista y sus aliados en la era de la sociedad de la información, en la cual este dominio, aunque sigue reposando en últimas en la fuerza, procura asegurarse el consentimiento de las clases dominadas mediante una influencia mayúscula sobre el comportamiento colectivo habitual y sus decisiones políticas.

El “golpe blando” corresponde al método empleado por los gobiernos de Estados Unidos para desestabilizar y derrocar gobiernos no alineados con sus intereses ni con los de las castas dominantes aliadas suyas en los países bajo su vasallaje. Se basa en la utilización intensiva de  medios masivos de comunicación y en el control de la diaria información. Viene siendo ampliamente aplicado, enfocado en América Latina desde el cambio de siglo, alcanzando sus objetivos en unos casos y rompiéndose los colmillos en otros. Intentonas fracasadas y golpes efectivos se han registrado en Venezuela (2002),Honduras (2009), Paraguay (2012), Brasil (2016), Bolivia (2019 y 2024), Perú (2022) y Guatemala (2023). El “golpe blando” se concentra en provocar percepciones negativas hacia el gobierno atacado, sembrando desconfianza y descontento público mediante campañas mediáticas impactantes que distorsionan la realidad e inflan los problemas existentes. Es la premisa para la siguiente fase, cuando se azuzan movilizaciones sociales tan ruidosas y agresivas como obnubiladas, mesnadas cautivas lanzadas contra el gobierno a derribar. 

El golpe blando: antecedentes y surgimiento

El término se derivó del golpe de Estado respaldado por la CIA en Irán en 1953, pero ganó relevancia después de los fracasos y el repudio internacional a los golpes militares desembozados –con pólvora y sangre–, en Latinoamérica en las décadas de 1960 y 1970.

El dominio de las tecnologías de información y comunicaciones ha refinado este método, logrando una influencia más sofisticada y penetrante sobre la opinión pública. La estrategia implica la vasta operación del aparato mediático dominante, la actuación de políticos y “expertos” del régimen, efectivos adversos situados en agencias gubernamentales y otras ramas del Estado, tanques de pensamiento y oenegés, como también la estrecha coordinación entre oligarquía criolla y la opresión foránea, sectores de las fuerzas armadas, bandas armadas ilegales, círculos eclesiásticos opositores e iglesias subvencionadas desde el extranjero. 

Gene Sharp, sociólogo y politólogo norteamericano, a quien se atribuye la autoría de la formulación sistemática del método de “golpe blando” funge como “investigador independiente” y acuñó para su esquema una etiqueta de vitrina −de “resistencia no violenta”– pero invariablemente aplicada contra gobiernos convertidos en blanco de la hegemonía yanqui y, en todos los casos, la característica secuencia de fases golpistas dejó su indeleble huella.   

El otro aspecto del fenómeno, su opuesto, lo constituye la tendencia democrática mundial a la resistencia contra estas estrategias. Frente a la andanada desestabilizadora esta resistencia se ha levantado desde movimientos sociales hasta trascendentes revelaciones de información secreta, como en la valiosa actividad desplegada por WikiLeaks y su líder y fundador, Julián Assange, que descubren la hipocresía, los crímenes, las sórdidas prácticas y la rabiosa persecución  a la difusión de la verdad  perpetrada por los imperialistas.

El turno de Colombia

En el contexto de un agravamiento general de las contradicciones del país, cualquiera puede constatar que por radio, televisión, prensa y redes sociales se bombardea día y noche a los colombianos con una avalancha de noticias y propaganda incesante, abiertamente hostiles al proyecto político y a las ejecutorias en todos los frentes del Gobierno Petro. 

El cometido oligárquico: falsear la conciencia del pueblo

Se busca impedir que el pueblo colombiano cale la causa profunda y permanente de su desdicha, de sus penalidades, y que se mantenga oculto el verdadero fondo del atraso y la pobreza: la falta de democracia y la violencia que de mucho tiempo atrás flagelan la nación. Se pretende borrar de la memoria histórica del país como si nunca hubiesen tenido lugar, el fuerte deterioro industrial y agrario, la carencia o precariedad de derechos, el aumento del  hambre y la miseria, la desesperanza y la vida sin futuro, todo causado por más de 3 décadas de gobiernos neoliberales, y así mismo, por la violencia, el desplazamiento forzado y el despojo de tierras campesinas, la inseguridad, la corrupción oficial rampante y el miedo infundido a grandes sectores de la población por los salvajes métodos empleados por los gobiernos uribistas. Con esa suerte de amnesia colectiva inducida, se persigue invertir los términos de la realidad, vociferando que todas las desgracias y vicisitudes surgieron ahora y que el responsable es el Gobierno Petro. Se trata, en fin, de infundir entre el pueblo, la gente sencilla, y en especial en las capas medias, la desesperanza y desesperación provocada por el bloqueo de la derecha que imposibilita o sabotea la realización de las reformas anunciadas, de modo que se prefiera  el advenimiento de cualquier orden político distinto con la ilusoria expectativa de que por lo menos termine el “desorden” y traiga “estabilidad”. 

En realidad, el mayúsculo boquete presupuestal actual de las finanzas públicas, que tranca las inversiones requeridas para cumplir los Acuerdos de Paz y los programas del Plan Nacional de Desarrollo, fue ocasionado por la pésima gestión económica del gobierno Duque cuyos desastrosos efectos recaen hoy sobre el grueso de los colombianos. Más de una cuarta parte del presupuesto nacional se va hoy en los pagos de la descomunal deuda externa contratada por Duque, amén de otros cuantiosos déficits que ocasionó y que gravitan como pesada carga sobre los recursos públicos que debieran destinarse a la satisfacción de las apremiantes necesidades sociales de los colombianos rasos. 

Como lo más visible, se destacan la ofensiva mediática y la sistemática obstrucción de la oposición en el Congreso a los proyectos legislativos de gobierno. Mas de la mano con ello se despliega, en una especie de cerco creciente sobre el gobierno, para sitiar al Ejecutivo, el lawfare o “guerra jurídica”, con los fallos, decisiones y pronunciamientos de las altas cortes, de la anterior Fiscalía de Barbosa, y de la Procuraduría. El propio presidente Petro ha denunciado que desde el seno mismo de la administración pública se ejerce y complementa ese saboteo con la acción solapada de sectores de la vieja burocracia que permanece en el Gobierno. A lo cual se añaden las acciones abiertamente desestabilizadoras que claman por la acción directa y de hecho contra el gobierno como las protestas callejeras de sectores embaucados por la ultraderecha, los llamados del expresidente Álvaro Uribe a las Fuerzas Armadas a desobedecer al jefe del Estado, y la estentórea declaración de la senadora Cabal de que no hay que dejar que Petro termine su período constitucional. 

Refutar las mentiras mediáticas, aclarar el camino

Esclarecer la conciencia popular, desmintiendo las invenciones del engranaje mediático, denunciando los obstáculos que vienen de atrás, identificando los actuales, resaltando los logros del Gobierno, para contribuir a desatar grandiosas movilizaciones callejeras que pongan el peso masivo del pueblo en la balanza, acorde con el llamamiento del presidente Petro en sus “balconazos”, es lo que puede desatar el nudo gordiano de la situación colombiana. En gran alianza, todos los sectores democráticos, progresistas y de izquierda, en un frente común, emprendámoslo juntos. 

26, de julio de 2024 

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