Hasta siempre, Omar Puerto

Edición #80

En reemplazo de nuestro habitual editorial. Nota de duelo por la partida de un gran camarada.

El pasado domingo 3 de octubre, el PTC experimentó gran consternación por una terrible y triste noticia. Ese día, el camarada Omar Puerto falleció en el Hospital del Tunal, a causa del lamentable accidente que había sufrido días atrás, el lunes 27 de septiembre, al caer desde un tercer piso mientras adelantaba algunas labores de reparación en un inmueble ubicado al sur de Bogotá. Muy querido y apreciado por las filas petecistas, el compañero se había ganado el afecto y el reconocimiento de militantes y amigos, al igual que de sus compañeras y compañeros de las organizaciones sindicales de vendedores y demás trabajadores informales de los cuales fue reconocido líder durante muchos lustros. Lo propio se registra de cuántos entraron en relación con él, en el plano personal o en el curso de sus luchas innumerables.

Apenas unos días atrás, el 23 de septiembre, en el acto de presentación de la candidatura al Senado de nuestro compañero Edwin Palma Egea, Omar asistió al nutrido evento, jovial y risueño, intercambiando saludos y comentarios con las numerosas delegaciones de dirigentes y activistas sindicales presentes. Nadie podía saber que la hora definitiva y trágica lo aguardaba, agazapada, en el inicio mismo de la semana siguiente. Así, de la extraña manera en que algunas veces los sucesos proyectan de modo retrospectivo su significado, ocurrió que sin que fuéramos conscientes, aquel jueves que por varios motivos de peso revestía notable importancia para el PTC, se convirtió también en la última vez que veíamos a nuestro camarada en persona y gozando de cabal salud.

Encarnó Omar Puerto un tipo social de colombianos, correspondiente a millones de compatriotas que se desempeñan como parte sustancial de la fuerza de trabajo del país en actividades productivas urbanas y en el agro, en el pequeño comercio y, en similar escala, en los más diversos servicios, catalogados todos bajo el rótulo, tan ambiguo como falto de rigor, de “informales”. En el que se incluyen tanto asalariados de multitud de medianas, pequeñas, y pequeñísimas empresas –a las que se antepuso la denominación de “micro”–, con los más bajos ingresos, sin garantía de estabilidad, con ninguna o muy precaria seguridad social, como trabajadores independientes dedicados a actividades artesanales, al comercio al detal y a variados servicios.

Una muy considerable porción de ellos, dedicados al comercio callejero, deben librar no sólo la batalla diaria por el sustento en las grandes urbes, ciudades intermedias e incluso en pequeños pueblos, sino la cotidiana resistencia contra una de las más infames formas de la represión policial, ordenada por los alcaldes, la que les niega –en nombre del “derecho ciudadano al espacio público”– el acceso a las vías públicas como escenario necesario de subsistencia. Este abultado rasgo universal de la economía tercermundista, muy acentuado en Colombia, intensamente padecido por inmensas legiones de colombianos, fue conocido por Omar Puerto como pocos.

Dueño de una vasta experiencia, adquirida en la dura escuela de la vida y de la lucha social, ejerció entre sus filas durante lustros un perseverante liderazgo. Militante durante décadas en el PTC, Omar era muy consciente de que sólo un vuelco profundo y de fondo podría superar en el país la abismal desigualdad entre los pocos y dominantes sectores de economía avanzada, bajo el control habitual de las multinacionales foráneas, en asocio con la bancocracia criolla y los grandes latifundistas, que contrastan con los esfuerzos por modernizarse de un desprotegido capitalismo nacional venido a menos, en medio de un verdadero océano de formas atrasadas de producción y de subsistencia. De ahí su entusiasta y activa actitud acrecentada en los últimos tiempos. Veía en la ancha y poderosa corriente movilizada por la gran alianza del Pacto Histórico, y en el liderazgo de Gustavo Petro la fuerza necesaria para acometer el giro trascendente y decisivo para la nación.

En la edad provecta, Omar mantenía recia su posición revolucionaria forjada en el partido de Francisco Mosquera a lo largo de su vida. Oriundo de Pesca, Boyacá, miembro de una familia numerosa, desde temprana edad vivió en Bogotá y en sus años mozos, en plena juventud, al frente de muchas familias, encabezó una toma de tierras para construir viviendas en San Jorge Central, en el sur capitalino, que se consolidó y logró su objetivo. Avecindado en ese barrio, inició la que sería una trayectoria de servicio al pueblo y en cuyo desempeño una y otra vez, liderando masivos destacamentos de informales, hubo de afrontar las refriegas con las huestes oficiales represivas en defensa del derecho al trabajo. Adoptando la forma de organización de los trabajadores asalariados, en Sinucom, el sindicato de vendedores ambulantes que libró numerosas luchas durante los años 70, 80, y parte de los 90, Omar desplegó su gran capacidad de dirigente de masas. Luego en la UGTI, la Unión General de Trabajadores Informales, siempre como parte de la Central Unitaria de Trabajadores, ejerció un apreciado y reconocido liderazgo.

Tres veces candidato a la JAL de San Cristóbal en Bogotá, y una destacada participación en las lides electorales del PTC, hicieron de Omar un indispensable líder de las tareas políticas de masas en la actual corriente democrática y progresista a la cual pertenecemos.

Como el conjunto del pueblo colombiano, durante esta pandemia y en medio de las severas tribulaciones del país, hemos sufrido la pérdida de queridos camaradas, amigos y parientes. Ahora se nos ha ido un gran camarada, un genuino efectivo de la vieja guardia del PTC. Su partida, dolorosa e irreparable, es también un vibrante llamado, en su honor y en su memoria, a forjar un vigoroso contingente de jóvenes continuadores de la causa del PTC.

Deja Omar Puerto cuatro hijos de su primer matrimonio. A ellos y a su compañera Flor Helia y a su hijo, como a los hermanos y hermanas de Omar, nuestro fraterno y estrecho abrazo de condolencia. Haciendo nuestro el bello epitafio de su compañera Flor Helia: “Murió en su ley. Entregó siempre todo por las personas y compañeros que amaba”.

Devolveremos a la tierra nuestro compañero con su himno, nuestro himno, con los acordes que un día resonarán en triunfo: arriba los pobres del mundo, de pie los esclavos sin pan. Hasta siempre Omar.

Bogotá, 5 de octubre de 2021

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