¿Crea desempleo el aumento del salario mínimo?

No hay prueba sólida, confiable, no sofística, de que el alza del salario mínimo acarree desempleo, ni a corto ni a mediano plazo. Quienes se oponen al alza salarial no ponen cuidado en los positivos efectos políticos (mayor estabilidad para los negocios) y sobre la demanda agregada, factores estos que sí son determinantes en la marcha económica y hasta en los ciclos mismos como lo ponen de presente la poca cantidad relativa de crisis económicas que hubo durante la etapa abiertamente keynesiana (1930-1975) frente a la gran cantidad de ellas en los años neoliberales. No solo no ponen atención al conjunto de la economía sino que a punta de repetir la mentira intentan hacerla pasar por verdad, en estos nuevos tiempos de las fake news, que solo se denuncian cuando las mentiras pongan en riesgo el poder.

Por Pascual Amézquita Zárate
PhD en economía. Docente universitario

Colombia ha sido uno de los países latinoamericanos con mayor tasa promedio de desempleo y mayor tasa de trabajadores informales. Ambos indicadores se agravaron con los meses de la pandemia ante todo porque el espacio para las actividades informales se redujo por falta de apoyo directo y oportuno por el Estado.

Ahora que las centrales obreras se encuentran en la lucha por el mejoramiento del salario mínimo, como era de esperarse la contraparte, el Consejo Gremial Nacional y sus diferentes voceros ‒Andi, Fenalco, Camacol, Fedesarrollo, Anif‒ se presentan como los grandes salvadores de los millones de desempleados y de pequeños empresarios argumentando que un incremento significativo tendría un efecto perversos mayúsculo: el aumento del desempleo, porque los negocios que han sobrevivido a la pandemia ahora recibirían el golpe de muerte y los nuevos negocios no abrirían por culpa del alto costo de las nóminas. Es más, en desarrollo de la misma lógica proponen una serie de medidas que retrotraerían al país a las condiciones laborales más aberrantes del inicio del capitalismo con el falaz argumento de que disminuyendo los costos salariales aumentará el empleo.

Mentiras, mentiras, mentiras

El argumento de que el alza salarial implica desempleo tiene como uno de sus puntos de arranque la llamada Curva de Philips, planteada por el autor que da su nombre en 1958. Pero vista en sus más de sesenta años de desarrollo es lo que suele denominarse entre los economistas como cisne negro, un hecho que rara vez ocurre.

Por supuesto que lo que está en juego detrás de la discusión es la ganancia de los empresarios pues evidentemente un alza salarial las disminuye, pero de ahí no puede concluirse que cerrarán puestos de trabajo. Por eso los economistas se han dado a la tarea de intentar demostrar esa suposición.

Como en cualquier investigación económica, tiene dos formas de abordarse: la histórica, consistente en mirar a lo largo de largos períodos si a los incrementos salariales acarrean desempleo o a través de unos cada vez más sofisticados (y por tanto irreales) modelos econométricos hechos a partir de unos supuestos igualmente sofisticados (y que por tanto ocurren solo en Marte y en los libros de texto). Este es el enfoque que se ha impuesto en la economía, ciencia que en la actualidad renunció casi totalmente a mirar la historia.

Bajo este enfoque era de esperarse que los modelos econométricos masivamente demostraran que la Curva de Philips no fue un sofisma del profesor Philips, pero no hay tal cosa.

En febrero de 2013 se publicó un ensayo titulado ¿Por qué el salario mínimo no tiene un efecto perceptible en el empleo? Para su elaboración el autor John Schmitt indagó unos 2.000 artículos de investigación sobre el tema. El resultado de esa nada despreciable cantidad de reportes es que no encontraron resultados significativos que demostraran que el alza de salarios implica desempleo.

Una investigación similar había sido emprendida por el gobierno gringo a través de la Minimum Wage Study Commission a finales de los años 1970, y en cinco volúmenes resumieron su estudio que llegaba a la misma conclusión: No hay correlación significativa entre las dos variables (1981).

Valga decir que desde el punto de vista del marxismo y de algunas corrientes de la economía keynesiana, el resultado no es para nada sorprendente pues las causas del desempleo hay que buscarlas en otras variables, particularmente en la tasa de ganancia social. De ahí que en épocas de crisis el desempleo se dispare porque caen las ganancias, y la crisis está precedida por años de intensas ganancias que no siempre se traducen en incremento salarial.

Por la misma época Geary y Kennan (1982) hicieron un recuento de la literatura económica desde 1938 para establecer la eventual correlación sin que se reportase una conclusión incontrastable. Anotan:

“El trabajo empírico más antiguo citado anteriormente [Dunlop, 1938] sugiere una hipótesis nula de que los salarios reales y el empleo son estadísticamente independientes a lo largo del ciclo económico. Nuestra principal conclusión empírica es que es difícil rechazar esta hipótesis para los 12 países [Ocde] estudiados (y, en particular, para Estados Unidos)”.

El silencio entre los derrotados en la academia y en el gobierno fue elocuente. A mediados de los años 90, apareció otro estudio que hizo época, el de David Card y Alan Krueger (1994), cuya importancia es haber usado otras herramientas analíticas de la econometría para este tipo de estudios, pero que llegaron a la misma conclusión para desagrado de los patronos.

Ante esta incontrovertible evidencia Aaronson y Sullivan (2000), de la FED Chicago, anotan: “mirando a lo largo de los años, la relación entre el desempleo y el crecimiento de los salarios siempre ha sido relativamente laxa” Y adelante más explícitamente: “Encontramos alguna evidencia de que la sensibilidad del crecimiento de los salarios al desempleo puede haber disminuido en los últimos años, pero consideramos que esa evidencia es algo débil”.

El estudio de Schmitt del 2013 bajo la técnica de estudio de metadatos (análisis de millones de datos recogidos a través de múltiples investigaciones) hace un barrido sobre todas las investigaciones relevantes sobre el tema en el mundo, ya no solo sobre Estados Unidos y Canadá, como lo fue el de la Comisión de 1981. El descorazonador resultado: Muy pocos investigadores han logrado demostrar lo indemostrable. La gráfica 1 muestra que la abrumadora mayoría de investigaciones están cerca al cero, es decir demostraron que no hay correlación entre alza salarial y desempleo. Quizá mirando las gigantescas bases de datos se pueda saber dónde está Fedesarrollo o sus pares colombianos.

Gráfica 1. Efectos estimados del salario mínimo (n = 1.492) 

Fuente: Schmitt (2013). 

Los estudios econométricos toman como punto de partida los datos de la realidad y los someten a diferentes tipos de presión haciendo variaciones en los supuestos: “qué pasaría si en vez de A hubiera sido X”.

Entre el sinnúmero de estudios posteriores vale la pena destacar el de Nukulin (2015) que analiza la relación entre salarios, productividad y desempleo para Estonia, Hungría, Eslovaquia, Republica Checa y Eslovenia entre los años 2002-2013. Tiene relevancia para la discusión en Colombia por tratarse de economías medias de fuerte crecimiento. Identificó que no hay correlación entre las tasas de las tres variables analizadas:

“Nuestro análisis demuestra que no existe una correlación de importancia estadística entre el salario y la tasa de desempleo en la mayoría de los países en cuestión (con una excepción para Hungría, donde hay una correlación adversa moderada). Denota que la proporción de salarios en Polonia y los de los otros países está cambiando de manera diferente a las proporciones de la tasa de desempleo (…) Resumiendo, podemos señalar que la trayectoria del salario, la productividad y la tasa de desempleo en los nuevos países miembros de la UE es diversificada. Nuestras observaciones son consistentes con investigaciones anteriores sobre la diversidad de nuevos países miembros de la UE”.

También vale la pena destacar por la referencia explícita a la incidencia del alza salarial en la inversión extranjera el de Alatas y Cameron (2003) quienes en un documento del Banco Mundial presentan los resultados de su estudio de varios años para Indonesia. Su conclusión central es que el alza de salarios no tiene incidencia en el empleo relativo a las grandes empresas o a la inversión extranjera, en tanto hay cierta ambigüedad en cuanto a lo que ocurre con las pequeñas empresas y las de carácter familiar:

“Los resultados presentados anteriormente no proporcionan evidencia de que los aumentos en los salarios mínimos reduzcan el empleo en las grandes empresas, extranjeras o nacionales. Ninguna de las muchas estimaciones presentadas aquí es negativa para estas empresas. Por el contrario, las estimaciones de diferencias-indiferencias de base para las pequeñas empresas nacionales muestran un impacto negativo en el empleo. No hubo evidencia de más cierres de empresas o menos aperturas como resultado del aumento del salario mínimo para ningún tipo de empresas. Se necesita más investigación ‒en vista de la ambigüedad de los resultados presentados aquí para las pequeñas empresas y la falta de dicha investigación en otros países‒ para establecer la solidez de estos hallazgos”.

Mirando desde otro ángulo

Pero pueden verse los datos históricos desde una perspectiva más cualitativa, más de procesos que de cantidades. Y en esa dirección los resultados tampoco demuestran que haya relación entre las dos variables. Ya queda mencionado el análisis desde la perspectiva más teórica del marxismo y del keynesianismo que encuentran las causas del desempleo en las crisis económicas. Hay otros hechos para ver el problema.

Si fuera cierta, la pretendida relación debería darse en el sentido opuesto, es decir, que a menores tasas de desempleo los salarios aumentaran. No obstante, la primera evidencia empírica que niega esa conclusión se observa en Estados Unidos donde el salario mínimo se mantiene alrededor de los siete dólares la hora desde comienzos de siglo, es decir, 20 años, durante los cuales esa economía ha experimentado todas las situaciones previsibles de auge, caída, crisis, recuperación y covid-19.

El punto es puesto de presente por Krugman (2008) quien señala que los salarios no dependen de la productividad sino de la política pública que hay detrás (salarios como factor de la demanda agregada), de la institucionalidad predominante en el gobierno (socialdemocracia) y de la capacidad de los sindicatos. Obsérvese la gráfica 2. La línea superior (azul) corresponde al alza de los más altos salarios (lo que gana 1 de cada mil trabajadores) las dos intermedias (verde y amarillo) al incremento que recibe el 1 por ciento y el 10 por ciento respectivamente. Finalmente la inferior (roja) muestra el alza en 40 años, que ha sido solo del 26% para el 90% de los trabajadores.

Gráfica 2. Comportamiento varios rangos salariales 1979-2019 

Fuente: Economic Policy Institute (2020). 

Otro ejemplo es el caso de Colombia. Luego de las más fuertes reformas laborales acompañadas de reducción salarial no se observó ninguna mejoría en las tasas de desempleo.

Mención especial merece el estudio de Cengiz, et al. (2019) por su reciente publicación y la amplitud de los datos estudiados (138 incrementos salariales en igual número de casos estatales en Estados Unidos entre 1979 y 2016). Por la importancia de las conclusiones se transcriben casi en su integridad:

“En este artículo inferimos los efectos sobre el empleo del salario mínimo a partir del cambio en la distribución de frecuencias de los salarios. La ventaja clave de este enfoque es que nos permite evaluar el impacto general del salario mínimo en los trabajadores con salarios bajos, que son el objetivo principal de las políticas de salario mínimo. Utilizamos un análisis de estudio de eventos que explota 138 aumentos prominentes del salario mínimo y brindamos una evaluación sólida y completa de cómo los salarios mínimos afectan la distribución de frecuencia de los salarios. En segundo lugar, calculamos el número de trabajos faltantes justo por debajo del salario mínimo, el número de trabajos en exceso en el salario mínimo o ligeramente por encima del mismo, y también los cambios de trabajo en la cola superior de la distribución salarial. Nuestras estimaciones principales muestran que el número de trabajos en exceso al salario mínimo y ligeramente por encima del mismo coincide con el número de trabajos faltantes justo por debajo del salario mínimo, mientras que no encontramos evidencia de cambios en el empleo en o más de $ 4 por encima del salario mínimo. Se da un patrón similar para los trabajadores poco calificados, lo que sugiere que es poco probable que la sustitución de mano de obra sea un factor en nuestro entorno. Además, encontramos que el nivel de los salarios mínimos que estudiamos, que oscilan entre el 37% y el 59% del salario medio, aún no ha alcanzado un punto en el que la pérdida de puestos de trabajo sea considerable. Sin embargo, las consecuencias laborales de un salario mínimo que supere los aquí estudiados siguen siendo una cuestión abierta. Además, si los aumentos del salario mínimo afectan más a los sectores transables, nuestros hallazgos sugieren que los efectos sobre el empleo pueden ser más pronunciados”.

A manera de conclusión

De este recuento se pueden puntualizar varios aspectos.

Ante todo, que no hay prueba sólida, confiable, no sofística, de que el alza del salario mínimo acarree desempleo, ni a corto ni a mediano plazo. Como apuntó hace varias décadas Robert Lucas, uno de los gurúes de la economía neoliberal:

“Los salarios reales observados no son constantes durante el ciclo, pero tampoco muestran tendencias pro o contracíclicas consistentes. Esto sugiere que cualquier intento de asignar a los movimientos salariales reales sistemáticos un papel central en la explicación de los ciclos económicos está condenado al fracaso” (1977, p. 11).

La parte final de la sentencia de Lucas puntualiza además que los salarios no tienen que ver con la expansión o contracción del ciclo económico, y que en consecuencia el desempleo no depende de los salarios altos o bajos o de su aumento, sino del ciclo económico.

Por lo mismo, y tal cual lo exponen dos extremos del pensamiento económico, Marx y Krugman, la determinación salarial depende es de una decisión política mediada por la gana de obtener mayor ganancia.

Quienes se oponen al alza salarial no ponen cuidado en los positivos efectos políticos (mayor estabilidad para los negocios) y sobre la demanda agregada, factores estos que sí son determinantes en la marcha económica y hasta en los ciclos mismos como lo ponen de presente la poca cantidad relativa de crisis económicas que hubo durante la etapa abiertamente keynesiana (1930-1975) frente a la gran cantidad de ellas en los años neoliberales.

No solo no ponen atención al conjunto de la economía, sino que a punta de repetir la mentira intentan hacerla pasar por verdad, en estos nuevos tiempos de las fake news, que solo se denuncian cuando las mentiras pongan en riesgo el poder.

Referencias

· Aaronson, D, y Sullivan, D. (2000). Unemployment and wage growth: Recent cross-state evidence. Economic Perspectives, Vol. 24, 2nd, No. 2.
· Alatas, V. y Cameron, L. (2003). The impact of minimum wages on employment in a low-income country: An evaluation using the difference-in-differences approach. World Bank Policy Research Working Paper 2985.
· Card, D. y Krueger, A. (1994). Minimum wages and employment: A case study of the fast-food industry in New Jersey and Pennsylvania. The American Economic Review V. 84 # 4.
· Cengiz, D., Dube, A., Lindner, A, y Zipperer, B. (2019). The effect of minimum wages on low-wage jobs. NBER Working Paper No. 25434.
· Economic Policy Institute (2020). https://www.epi.org/blog/wages-for-the-top-1-skyrocketed-160-since-1979-while-the-share-of-wages-for-the-bottom-90-shrunk-time-to-remake-wage-pattern-with-economic-policies-that-generate-robust-wage-growth-for-vast-majority/.
· Geary, P. y Kennan, J. (1982). The Employment-Real Wage Relationship: An International Study. Journal of Political Economy, Vol. 90, No. 4, pp. 854-871. Stable URL: http://www.jstor.org/stable/1831359.
· Krugman, P. (2008). Después de Bush. El fin de los “neocons” y la hora de los demócratas. Barcelona: Crítica.
· Lucas, R. (1977). Understanding Business Cycles. En: K. Brunner and A. Meltzer (eds), Stabilization of The Domestic International Economy, Vol. 5 (1977), pp. 7-29.
· Nikulin, D. (2015), Relationship between wages, labour productivity and unemployment rate in new EU member countries. Journal of International Studies, Vol. 8, # 1, pp. 31-40.
· Schmitt, J. (2013). Why does the minimum wage have no discernible effect on employment? Center for Economic and Policy Research. Disponible en: www.cepr.net.
· United States. Minimum Wage Study Commission (1981). Report of the Minimum Wage Study Commission. Disponible en: https://www.worldcat.org/title/report-of-the-minimum-wage-study-commission/oclc/8475184.

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